“Corazón de melón” (Universidad de los Andes, Bogotá)
Se ha visto mucha ridiculez, mucha condescendencia y mucho populismo de manual en esta campaña
Por estos lados ha estado pasando lo que suele pasar en las campañas políticas: la reveladora, la patética, la inescrupulosa, la devastadora desesperación. Se han estado fabricando rumores para exacerbar a las multitudes, en esta esquina “el establecimiento cómplice de las mafias que nos va a obligar a seguir siendo Colombia” y en esta otra “el castrochavismo cómplice de las Farc que nos va a convertir en Venezuela”, hasta poner en aprietos a los candidatos responsables que llaman a esta sociedad a corregirse para la convivencia. Y se ha estado viendo de todo: el exprocurador Ordóñez sometiéndose al polígrafo para hacerse el sincero y el exvicepresidente Vargas Lleras rodeado de enanos para hacerse el amigable. Y se ha estado inventando lo más bajo: lo último es que el exalcalde Petro, que sigue subiendo en las encuestas, tiene una bodega con 300 trolls para sacar de quicio a Colombia en las redes sociales.
Y lo más bajo de lo bajo, a mi modo de ver, sucedió el jueves 22 de febrero en un debate entre candidatos al Senado en un auditorio de la Universidad de los Andes de Bogotá. Luego de una serie de preguntas sobre la corrupción colombiana, que no ha tocado fondo porque es una cultura –y ha dado organizaciones criminales tan viles como “el cartel del pañal”, “el cartel de la toga” o “el cartel de la hemofilia”, que son lo que parecen–, el senador liberal Mauricio Gómez la reclamó a la representante verde Angélica Lozano por haberlo reducido a títere del poderoso alcalde de Barranquilla en un foro de la revista Semana: “¿De dónde sacas eso, corazón de melón?”, le preguntó, como un macho galante venido de 1963, antes de atreverse a invitarla a combatir el nepotismo con las palabras mágicas “tú estás heredando una curul de tu novia: eso es perpetuarse en el poder”.
Yo me juego todo por la igualdad ante la ley y por la equidad entre la sociedad, pero no soy la clase de liberal que anda por ahí encajándole su agenda –como un testigo de Jehová al revés– a cualquier desprevenido que comete un lapsus. Y, sin embargo, la frase de Gómez, la cara joven del viejo Partido Liberal conducido por el expresidente Gaviria y la cabeza de su lista al Senado, me sonó a fracaso de la educación, a derrota de una cultura que lleva años tratando de ser mejor que eso. Decía “tú estás heredando una curul de tu novia…” porque la pareja de Lozano, la extraordinaria congresista Claudia López, no va a lanzarse al Senado esta vez. Y lo decía equiparando este caso al de esas castas políticas colombianas, poderosas en las regiones e influyentes en las capitales, que han estado heredándose los votos como señores feudales heredándose los siervos.
Por supuesto, la frasecita infame producía ganas de poner al senador en su lugar y de defender la trayectoria de la representante –libre de privilegios y de trampas–, pero no era necesario hacerlo porque la propia Lozano, brillante y digna, se levantó de su silla a recordarle a su insultador que “a mí no me ponen cabeza de lista, por encima de nadie, porque soy amiga del presidente Gaviria: yo he llegado aquí sola”; que “yo no heredo nada, yo llego por voto popular”; que “me han elegido la mejor representante a la Cámara por tres años consecutivos”, como plantándosele a ese Partido Liberal moribundo que se ha quedado sin figuras y sin defensores de las grandes conquistas liberales –equidad e igualdad ni más ni menos– que hoy sólo encuentran refugio en el trabajo incansable de ciudadanas infiltradas en la política como López o Lozano.
“Corazón de melón…”: se ha visto mucha ridiculez, mucha condescendencia y mucho populismo de manual en esta campaña, pero la propaganda sucia, cuando viene de un supuesto liberal, es doblemente sucia.
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