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Dibujos prohibidos desde la cárcel para retratar la opresión en Guinea Ecuatorial

El juicio al dibujante ecuatoguineano Ramón Esono, que dibuja sobre trozos de cartón con bolis que le hace llegar su familia, comienza este martes en Malabo en pleno incremento de la represión política

José Naranjo
Uno de los dibujos que Ramón Esono ha hecho desde la cárcel de Black Beach en Malabo.
Uno de los dibujos que Ramón Esono ha hecho desde la cárcel de Black Beach en Malabo.

Ramón Esono Ebalé lleva más de cinco meses encerrado en uno de los peores agujeros del mundo, la cárcel de Black Beach de Malabo, en Guinea Ecuatorial. Para matar el tiempo se dedica a lo que mejor sabe hacer: dibujar. Como le han prohibido el papel y los rotuladores, lo hace en pequeños trozos de cartón donde pinta personajes rotundos y paisajes oníricos con bolígrafos que le llevan sus hermanas los fines de semana. Luego su familia y amigos los van sacando después de cada visita. Esta es su manera de resistir y enfrentarse al castigo de un régimen que en los últimos meses ha intensificado la represión contra los pocos opositores internos que osan alzar la voz contra el presidente Teodoro Obiang.

Este martes comienza el juicio contra Esono. “Está cansado, con ganas de que esto acabe ya”, aseguran desde su círculo familiar. Fue detenido el pasado 16 de septiembre cuando salía de un restaurante de Malabo y días más tarde acusado de falsificación y blanqueo de dinero y presentado ante las cámaras de televisión con fajos de billetes que asegura no haber visto jamás, en un intento de imputarle un presunto delito que no cometió. De hecho, el escrito de acusación consta de apenas un folio y las preguntas que le hicieron durante el primer interrogatorio giraron en torno a su trabajo como dibujante. Nada que ver con dinero.

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Esono, también conocido como Nsé Ramón o por el seudónimo de Jamón y Queso, residente desde hace años en el extranjero, había regresado a Guinea Ecuatorial para renovar su pasaporte. Crítico con el régimen de Obiang, se define como artivista y firmó con su propio nombre los dibujos de la novela gráfica La Pesadilla de Obi, publicada en inglés en 2014 y en español en 2015, en la que se narran las peripecias del dictador de un país africano que se convierte, de la noche a la mañana, en un ciudadano normal. Esta caricaturización de Obiang y sus críticas al régimen en dos blogs que fueron censurados, Las locuras de Jamón y Queso y Locos TV, son las que le han llevado a prisión, según ha denunciado Amnistía Internacional.

En una reciente carta que escribió desde la cárcel, Esono aseguraba no pintar nada en esa situación. “Yo no pinto más que donde sea una persona libre y responsable de sus actos, sin embargo desde el poder han decidido no admitir la razón allá donde razonar impondría un mejor ritmo al desarrollo general del cual se presume”, decía. Además, mostraba su esperanza en poder presentar su próximo proyecto en Viena, tal y como estaba previsto, “con lo único que se me da bien, dibujar. No me rendiré, no nací con el planeta bajo los pies, nací para felicidad de mi madre. Y hoy vivo para dibujar en representación de mi gente”.

Antes de ser encarcelado, Esono llevaba dos años trabajando en 218 Catalina en el País de las Maravillas, un cómic-exposición complejo y de estética futurista que recrea un gran imperio de arquitecturas imposibles que ya ha sido presentado, aún sin terminar, en la Bienal de Curitiba, en Brasil (2015), y en el Instituto Cultural Paraguayo-Alemán de Asunción (Paraguay). Muchos de los bocetos dibujados en trozos de cartón que consigue en la propia cárcel están relacionados con este proyecto.

El juicio a Esono comienza en Malabo en medio de un renovado clima de represión contra la oposición. Hace sólo cinco días concluía en Mongomo el macroproceso contra 147 miembros del partido opositor Ciudadanos por la Innovación (CI), a quienes se acusaba de cinco delitos, sedición, atentado contra la autoridad, desórdenes públicos, lesiones graves y daños, en relación con una supuesta agresión a un comisario de Policía. Este lunes, un tribunal del país ha condenado a 44 años de cárcel a 34 de los acusados y ha anunciado la disolución del partido opositor.

En el marco de las detenciones relacionadas con este proceso, Santiago Ebbe Ela, de 41 años, militante de este partido, falleció en la comisaría de Malabo el pasado mes de enero y su cadáver presentaba evidentes signos de tortura. Asimismo, otros dos miembros de Ciudadanos por la Innovación están ingresados en el hospital por graves heridas producidas durante su arresto y una joven embarazada perdió a su bebé a consecuencia de los golpes. “Es horrible”, asegura Ponciano Mbomio, uno de sus abogados, “todos han sido torturados y han recibido un trato degradante. Lo hemos denunciado en el juicio, pero nada. Guinea ha firmado la Convención contra la Tortura, la Fiscalía debería actuar de oficio”.

Según los letrados se trata de una “venganza del partido en el poder” después de que CI sacara buenos resultados en las elecciones municipales celebradas el pasado 12 de noviembre. “Las detenciones comenzaron el 22 de noviembre, 17 días después de los incidentes, cuando los interventores de CI se negaran a firmar actas electorales que no reflejaban la realidad. Es una persecución sistemática contra los militantes de este partido”, explica Mbomio.

Además de las elecciones de noviembre, el ambiente está enrarecido después de que el pasado 24 de diciembre las autoridades anunciaran haber frustrado un nuevo intento de golpe de estado que pretendía atentar contra la vida del propio Teodoro Obiang mediante un ataque procedente de la cercana frontera con Camerún. Fruto de esta operación permanecen detenidas en Malabo y Yaoundé medio centenar de personas, supuestos mercenarios chadianos y centroafricanos, pero también cameruneses y ecuatoguineanos. Desde entonces el paso fronterizo permanece cerrado y se ha abierto una crisis con Chad, de quien el régimen sospecha cierta complicidad.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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