_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¿Estaba tatuado Jesús?

En el antiguo Egipto, el tatuaje, que se hacía con agujas de oro, estaba permitido sólo a las sacerdotisas

Juan Arias

El carnaval brasileño ha revelado, con la exposición gozosa y sensual de la desnudez, que el país ha sido contagiado por la fiebre de los tatuajes, los cuales estos dias han aparecido aún más a la luz del sol. Lo que pocos tatuados conocen es que esa práctica tenía un origen sagrado, para conseguir un contacto con los dioses.

El homo sapiens, desde que empezó a enterrar sus muertos, está fascinado por el misterio del más allá. De ahí la costumbre de enterrar a los fallecidos con joyas y comida. El primer tatuaje en la piel que se conoce data de hace unos 5.000 años, cuando fue descubierto, en la frontera entre Italia y Austria, un pastor congelado que tenía unas marcas en la rodilla y en la espalda.

Hoy, las iglesias consideran los tatuajes como algo mundano que estaría prohibido en la Biblia. Sin embargo, un texto del libro del Apocalipsis podría indicar que hasta Jesús llevaba un tatuaje en su muslo.

El gusto por los tatuajes ha empezado a preocupar en Brasil a las Iglesias evangélicas ya que en el texto en la Biblia de Levítico, 19, 28 se lee textualmente: “No haréis ningún rasguño en vuestro cuerpo por un muerto, ni en tu cuerpo imprimas ninguna marca”, lo que equivaldría a prohibir los tatuajes. Sin embargo, ese texto lo que indica es que el pueblo de Israel, el primero en practicar una religión monoteísta, consideraba los tatuajes como una práctica de los paganos filisteos que los creyentes en el Dios único no debían imitar.

Los creyentes mejor conocedores de la Biblia han encontrado, sin embargo, un texto en el Libro del Apocalipsis, el capítulo 19, versículo 16, según el cual Jesús tendría un tatuaje en su pierna. El texto, según traducción del original de la Biblia de Jerusalén, habla del caballero del Apocalipsis, el Cristo, que “lleva escrito un nombre en su manto y en su muslo: Rey de Reyes y Señor de los Señores”. De ser cierto, los creyentes se sentirían libres para usar tatuajes en su piel si el mismo Cristo lo usaba.

Varios teólogos evangelicos, expertos en estudios bíblicos, como Armando Taranto Neto y Carlos Augusto Vailatti, han salido al paso para explicar que puede tratarse de una traducción errónea del texto original griego que debería rezar así: “En el manto, es decir, sobre su nalga, tiene escrito el nombre…”. En ese caso el tatuaje estaría en el manto, a la altura de la pierna, y no en la piel de Jesús.

Para defender esta traducción del texto original griego, algunos pastores evangélicos han desempolvado la edición crítica en cuatro volúmenes del exegeta inglés Henry Alford, la cual data de mediados del siglo XIX y que defiende que el segundo kai en el texto del Apocalipsis, que en griego significa "y", sería un kai “exegético”, que podría significar también, “es decir”. El tatuaje no estaría en el manto “y” en el muslo de Cristo, sino “en el manto, es decir, a la altura del muslo”. Otros recuerdan que el libro del Apocalipsis es una obra simbólica y no histórica y por tanto ese texto hay que leerlo en sentido figurado y no real, como el que su mirada “era de fuego”.

Algunos pastores evangélicos están buscando un punto intermedio. Se esfuerzan para no prohibirle los tatuajes a sus fieles como supuestamente pide la Biblia, porque equivaldría a perder muchos devotos: la fiebre de los tatuajes, sobre todo en los jóvenes, parece imparable. Así, en vez de prohibir los tatuajes están alertando a sus fieles a que, en vez de usar motivos mundanos o eróticos, prefieran temas evangélicos, como el de “Jesús salva” o “Dios me lo dio”, frases que vemos también escritas en coches y camiones.

Muchos pastores ignoran el origen sagrado de los tatuajes en la piel. Por ejemplo, en el antiguo Egipto, hace tres mil años, el tatuaje, que se hacía con agujas de oro, estaba permitido sólo a las sacerdotisas que en algunas momias aparecen tatuadas con temas relacionados con la diosa de la fertilidad. En la famosa momia de la sacerdotisa Amunet, hallada en Tebas, se puede observar un tatuaje en la zona pélvica baja.

De tener orígenes en lo sagrado, los tatuajes fueron perdiendo, a través de las culturas, esa caraterística para adquirir otros significados. Entre los romanos se usaban también para indicar una jerarquía. Se tatuaba a los esclavos para demostrar su pertenencia a su dueño. Este aspecto negativo se recuperó en los tiempos modernos, durante el nazismo, cuando a los condenados a los campos de concentración se les marcaba en el brazo.

En Occidente, durante la Edad Media, los tatuajes fueron prohibidos y castigados por la Iglesia Católica que los permitía sólo a los soldados de las Cruzadas como método para reconocerles si morían en el campo de batalla. Hoy, tanto los católicos como los evangélicos empiezan a ser menos exigentes en la prohibición de los tatuajes, aunque ambas iglesias no quieren ni oir hablar del texto del Apocalipsis que dejaría entender que también Jesús estaba tatuado.

“!Hasta ahí, podriamos llegar!”, parecen querer decir, y quizás no les falte razón.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_