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Trump dice ahora que los ‘dreamers’ podrían hacerse ciudadanos “en 10 o 12 años”

La Casa Blanca anuncia que hará su propia propuesta sobre inmigración la semana que viene, con exigencias sobre el muro fronterizo y mayores dificultades a la inmigración legal

Pablo Ximénez de Sandoval

Después de semanas de mensajes confusos, la Casa Blanca anunció este miércoles que la semana que viene pondrá sobre la mesa su propia propuesta de reforma de las leyes de inmigración de Estados Unidos. Esa propuesta incluirá un “camino para hacerse ciudadanos” para los llamados dreamers, inmigrantes en situación irregular que llegaron al país siendo menores y cuya amenaza de deportación se había convertido en moneda de cambio en la negociación en Washington. Así lo dijo el propio presidente Donald Trump este miércoles por la tarde en unos comentarios a la prensa en los que detalló que la naturalización de los dreamers se produciría en “unos 10 o 12 años”.

Donald Trump, este miércoles en un acto en la Casa Blanca.
Donald Trump, este miércoles en un acto en la Casa Blanca. EFE

Donald Trump siempre ha mostrado una posición ambigua sobre los dreamers. En la campaña electoral primero dijo que no tenían por qué preocuparse y después que quería deportar a todos los sin papeles sin excepción. Se trata de casi 800.000 personas que llegaron al país siendo menores y a los que el presidente Barack Obama otorgó un estatus de protección temporal llamado DACA por el cual no pueden ser deportados y tienen permiso de trabajo. “Que no se preocupen, resolveremos el problema”, dijo este miércoles al ser preguntado por la situación.

Trump decretó el pasado septiembre el fin del programa DACA, que se sostenía tan solo en una orden ejecutiva del presidente. Entonces dio un plazo de seis meses para que el Congreso encontrara una solución permanente para estos jóvenes, cuya permanencia en EE UU tiene un amplio apoyo social. Desde entonces, viene utilizando el futuro de los dreamers como moneda de cambio para lograr financiación para su muro fronterizo, respecto al cual no hay consenso entre los republicanos y los demócratas se oponen frontalmente.

El movimiento de la Casa Blanca llega tras uno de los momentos de mayor tensión entre el presidente y las Cámaras a cuenta de este tema. El Gobierno de Estados Unidos ha estado cerrado por falta de financiación desde el viernes hasta el lunes (la tercera vez que ocurre en dos décadas) después de que los demócratas se negaran a elevar el techo de gasto. La oposición exigía a cambio de sus votos un compromiso sobre los dreamers. Trump pareció dispuesto a negociar durante unos días. Cuando estuvo claro que no habría pacto posible, los demócratas renunciaron a la presión, que tenía riesgos políticos, a cambio de que la inmigración pasara al centro de la agenda política. La calma es temporal. El Gobierno volverá a la misma situación el 8 de febrero.

La propuesta también responde a la frustración en ambos partidos ante la falta de claridad de la Casa Blanca en este asunto. Hace dos semanas, un grupo bipartito presentó el primer pacto en años para un marco de reforma migratoria. Trump despreció el acuerdo en una reunión en la que además se refirió a los países caribeños y africanos como “países de mierda”, desatando una condena generalizada por racismo.

Si la propuesta de Trump finalmente incluye un camino para que los dreamers sean ciudadanos, encontrará una difícil venta en parte del Partido Republicano que había abrazado sin miramientos las posiciones más extremas del presidente en inmigración.

Al mismo tiempo, la propuesta pondrá sobre la mesa todas las demandas de Trump que los demócratas no quieren verse votando a favor, como la financiación de un muro en la frontera (para el que el presidente quiere 25.000 millones de dólares) y refuerzo de las fuerzas de seguridad de inmigración, eliminar las facilidades para la inmigración de familiares de residentes (que una parte de los republicanos llama despectivamente “inmigración en cadena”) y el fin de la lotería de residencias permanentes, que otorga 50.000 visas cada año.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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