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El placer de ver derretirse a Trump

Unos creativos publicitarios españoles en Los Ángeles inventan un busto-vela del presidente con un lema: “Solo es cuestión de tiempo”

Pablo Ximénez de Sandoval
La vela de Trump, en una foto promocional.
La vela de Trump, en una foto promocional.Ounique

Llama la atención. Así, de primeras, la gente cuando la ve se para y pregunta qué es. Y para eso está hecha. Cuenta Curro Chozas, un creativo español afincado en Los Ángeles, que se la llevó a hacer fotos por toda la ciudad y comprobó que resulta “un imán” para los teléfonos móviles. Es la vela de Trump, una idea de un grupo de creativos españoles para generar debate alrededor del busto del presidente de Estados Unidos derritiéndose lentamente y con este lema en su base: “Solo es cuestión de tiempo”.

Cuando Chozas se sienta a tomar un café con EL PAÍS, en la primera semana de enero, Trump acaba de tuitear aquello de “mi botón nuclear es más grande que el tuyo”. Faltan varios disparates más en las próximas horas, incluido el de que es “un genio muy estable”. Chozas comparte el asombro de millones de personas ante lo que está ocurriendo en el Gobierno del país más poderoso del mundo. “Las cosas tienen consecuencias. Pero Trump parece que puede meterse con quien quiera, insultar lo que quiera, y la democracia americana no tiene las herramientas para echarlo”.

Esa sensación de “algo tiene que pasar”, de “hasta cuándo va a durar esto”, de que en algún momento Trump tiene que desmoronarse, es ampliamente compartida. Chozas y su socio Juan Oubiña, creativos publicitarios que comparten el colectivo Ounique, buscaban la manera de crear un producto que materializara ese debate.

Curro Chozas, con la vela de Trump, en Los Ángeles.
Curro Chozas, con la vela de Trump, en Los Ángeles.P. X. S.

La idea surgió en Burning Man, esa especie de catarsis colectiva de hipsters y millonarios que se celebra cada año en el desierto de Nevada y donde se quema un gigante para dejar atrás todo lo malo. “Pensamos: ¿Y si quemamos a Trump?”. Chozas aclara que no es como suena. “No se trata de algo violento. Se trata de quemarlo para dejarlo ir, para dejarlo atrás”, como se hace en el evento del desierto.

El vehículo para esa expiación de Trump que millones de personas desean sería una vela. El resultado final de muchas discusiones es un busto de Donald Trump con ese gesto que hace metiendo la barbilla hacia atrás y forzando las comisuras de los labios, como despreciando algo que acaba de escuchar. Es amarillo mate, de 22 centímetros de alto y sin olor. Y una idea: tranquilos, se está quemando poco a poco. Es solo cuestión de tiempo. Lo dejaremos atrás.

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La vela pretende que se hable sobre el presidente y sus políticas. Está en la mesa y se empieza a hablar de que “algo tiene que pasar”. “Sirve para hacer que la conversación alrededor del impeachment siga abierta”. Chozas comparte la preocupación de que las actuaciones de Trump “dejan de sorprender y entonces se baja la guardia”.

La vela “simboliza la esperanza compartida de todo el planeta: pasará el tiempo y todas las sandeces pronto se derretirán delante de nuestros ojos”. Así se presenta el proyecto en la web thetrumpcandle.com, donde se vende por 75 dólares (61 euros). Por el momento, apenas han fabricado 100 copias, todas de forma manual. Se las hace un artesano guatemalteco que vive al sur de Los Ángeles.

Al lado del precio aparece otro aspecto interesante del proyecto. “Queríamos transmitir la idea de poner a Trump a trabajar”, indica Chozas. Consiste en hacer que el presidente aporte indirectamente dinero para las cuestiones que más ha maltratado. Parte del importe de cada compra se destina a organizaciones de defensa de los derechos LGBT, de defensa de los inmigrantes y contra el cambio climático.

La vela dura 170 horas. En ese tiempo puede pasar de todo con Trump. Sus creadores están convencidos de que tiene algo de terapéutico verlo arder suavemente, deshacerse, con la tranquilidad de que en algún momento desaparecerá por completo. De que es solo cuestión de tiempo.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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