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Los eurófobos del UKIP reclaman a May negociar ya controles fronterizos con la UE

Bruselas pide elevar las aportaciones al presupuesto comunitario para paliar el efecto del Brexit

El líder del partido antieuropeo UKIP, Nigel Farage, a su llegada en la Comisión Europea en Bruselas este lunes. EPV/Vídeo: FRANCOIS LENOIR
Claudi Pérez

El Gobierno británico trata de achicar las vías de agua en la negociación del Brexit con la UE, en la que de momento va claramente por debajo de sus expectativas. Pero los antieuropeos siguen atizando el fuego: el ultra Nigel Farage (UKIP) se reunió este lunes con el negociador jefe de la Unión, Michel Barnier, y aprovechó para quejarse de que el Ejecutivo de Theresa May ni siquiera ha empezado a hablar de inmigración, el verdadero leitmotiv del Brexit. “Es preocupante que Londres no haya empezado a negociar los controles fronterizos para controlar la inmigración”, dijo ante la prensa. Farage organizó su habitual numerito a las puertas de la Comisión Europea y aseguró que Barnier “no comprende” las claves de la salida británica de la UE. “Las puertas abiertas a la inmigración son el verdadero motivo”, explicó, “y es decepcionante que en las negociaciones [entre Londres y Bruselas] no haya aparecido aún el asunto migratorio y los controles fronterizos”.

La amenaza de un Brexit sin acuerdo es uno de los grandes riesgos para Europa en 2018. Pero el divorcio británico tiene otros efectos colaterales: llega el momento, por ejemplo, de negociar los próximos presupuestos sin uno de los grandes contribuyentes, Reino Unido. El jefe del Ejecutivo comunitario, Jean-Claude Juncker, reclamó este lunes un acuerdo sobre las perspectivas financieras del periodo 2021-2027 antes del Brexit. “Algunas políticas tienen que ser revisadas y al mismo tiempo otras deberían reforzarse, pero todo no puede financiarse con solo el 1% de la riqueza europea”, recalcó Juncker en unas jornadas organizadas por el think tank European Policy Centre. La Comisión aboga por elevar el presupuesto comunitario por encima del 1,1% del PIB europeo (frente al 1% actual), pese a que los países ricos son reticentes a rascarse el bolsillo. Las políticas de defensa, seguridad e inmigración requieren dinero fresco, y es posible que sufran la política agrícola (PAC) y los fondos de cohesión, en un asunto que suele provocar tensiones dentro de la UE.

“Habrá que hacer sacrificios: habrá fuertes recortes en algunos capítulos”, advirtió el comisario alemán Günther Oettinger, responsable del presupuesto común. Oettinger no citó la cohesión y la PAC entre sus prioridades, pese a que Juncker subrayó que el enfoque de Bruselas “no puede ser recortar en cohesión y políticas agrícolas para cuadrar las cuentas”. Esa negociación sacará a relucir, una vez más, las fracturas de la UE: el Norte no quiere pagar más y el Sur no quiere perder fondos; los países occidentales quieren garantizar el respeto al Estado de derecho, y amenazan con condicionar los fondos europeos a cumplir escrupulosamente con los denominados valores europeos, de capa caída en países como Polonia y Hungría. El presupuesto puede convertirse en una suerte de clímax en las divergencias Este-Oeste.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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