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Trump se ve obligado a cerrar la comisión que debía investigar su bulo sobre el fraude electoral

Tras ganar los comicios de 2016, el republicano afirmó, sin pruebas, que “millones de personas votaron ilegalmente” en su contra

Trump, en julio, en un encuentro de la polémica comisión electoral
Trump, en julio, en un encuentro de la polémica comisión electoralMichael Reynolds (EFE)

Abocado a un fracaso, el presidente estadounidense, Donald Trump, cerró el miércoles la comisión que investigaba su bulo sobre un fraude masivo en las elecciones de 2016. Tras ganar los comicios, Trump aseguró, sin pruebas, que “millones de personas votaron ilegalmente” en su contra. Al asumir la presidencia, el republicano creó esa comisión pero el rechazo de numerosos Estados a proporcionar información sobre votantes le ha forzado a dar marcha atrás.

Pese a la rectificación, el lado más conspirativo del mandatario volvió a aflorar este jueves al insistir, de nuevo sin evidencias, en la existencia de irregularidades. “Muchos Estados, mayoritariamente demócratas, rechazaron entregar información sobre la elección de 2016 a la Comisión sobre Fraude de Votantes. Se esforzaron duramente en que la Comisión no viera sus datos o métodos porque saben que mucha gente está votando ilegalmente. El sistema está amañado”, clamó Trump en Twitter.

En otro mensaje, pidió que, para poder votar, sea obligatorio mostrar un carné de identidad. Es una reclamación habitual de los republicanos pero que los demócratas consideran un intento encubierto de dificultar el voto a minorías raciales y personas pobres (que suelen votar progresista).

La realidad es que Trump no ha ofrecido prueba alguna que respalde sus tesis, ningún Estado ha hallado evidencias de fraude y los expertos e investigaciones previas subrayan que las irregularidades son infrecuentes. Además, el rechazo a la polémica comisión no era solo de Estados gobernados por demócratas. Muchos responsables electorales republicanos repudiaron las denuncias del magnate neoyorquino y se mostraron escépticos con la comisión, que pidió un reguero de información sobre votantes.

En el comunicado en que se anunció la cancelación de ese órgano, la Casa Blanca insistió, sin pruebas, en que hay “evidencias sustantivas en fraude electoral” y justificó su cierre en la voluntad de evitar una batalla legal con los Estados. Ahora, el Departamento de Seguridad Nacional será el encargado de revisar los “hallazgos iniciales” de la comisión y determinar el “siguiente curso de acción”. Para los críticos, se corre el riesgo de que, de ese modo, la comisión siga operando en la sombra.

George C. Edwards, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Texas A&M, subraya que el órgano fue “disfuncional desde el primer momento” porque nació bajo la premisa de que el fraude era una realidad irrefutable y muchos demócratas la consideraron una cruzada implícita para dificultar el voto. El experto en estudios presidenciales considera que Trump vive “atrapado” por su discurso victimista de que el sistema electoral está amañado en su contra, como hizo en la recta final de la campaña con la demócrata Hillary Clinton. El republicano declinó entonces comprometerse a aceptar el resultado de los comicios si le era desfavorable.

Y a las tres semanas de ganar las elecciones, Trump agitó el bulo del fraude. “Además de ganar el colegio electoral por goleada, gané el voto popular si se restan las millones de personas que votaron ilegalmente”, escribió el 27 de noviembre de 2016 en Twitter.

En las elecciones, Clinton sacó casi tres millones más de votos que Trump. Pero en el llamado colegio electoral -la traslación de esos votos según la población de cada Estado-, el republicano se impuso, lo que le dio la Casa Blanca.

La última vez que eso ocurrió fue en los comicios de 2000 cuando el republicano George W. Bush sacó 500.000 votos menos que el demócrata Al Gore, pero, tras un reñido recuento, se impuso en el colegio electoral. Los dos, recuerda Edwards, respetaron el resultado y no atizaron ningún fantasma conspirativo. Pero Trump es Trump: “Si no sacó tantos votos como su rival, tiene que ver haber una razón porque él se ve a sí mismo como un hombre tan grandioso. Solo hay una razón por la que eso pudiera ocurrir y tiene que ser el fraude”, ironiza el experto.

Una soñada enorme base de datos

La comisión, encabezada por el vicepresidente Mike Pence, se constituyó en mayo y pidió a los Estados los nombres, direcciones, fechas de nacimiento, afiliación política, últimos dígitos del número de Seguridad Social y antecedentes penales de votantes.

Numerosos gobiernos regionales se rebelaron, tanto demócratas como republicanos, y en noviembre un juez federal les dio la razón al determinar que la comisión era un órgano asesor que carecía de la autoridad legal para obligarles a proporcionar datos. De hecho, muchos Estados no permiten difundir datos personales por temor a que puedan ser robados.

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