Muere “el maestro de los espías” francés que arrestó al terrorista Carlos
Philippe Rondot, fallecido a los 81 años, era considerado el hombre que más sabía de Francia
El general francés de tres estrellas Philippe Rondot, que organizó en 1994 la detención en Jartum (Sudán) del terrorista de origen venezolano Illich Ramírez Sánchez, Carlos, ha muerto a los 81 años de edad, según han informado este domingo varios medios franceses. Antiguo paracaidista, espía, miembro de los servicios de contraespionaje y, desde 1997, asesor para operaciones especiales de varios ministros de Defensa franceses, Rondot era llamado "el maestro de los espías". Hace apenas unos años, en 2003, engaño a España cuando dos de sus hombres fueron arrestados en Cataluña armados con un extraño fusil de precisión para matar a un objetivo no revelado. Logró la liberación de los dos chacales con un par de llamadas.
El general Rondot, jubilado desde 2005, fue uno de los hombres clave de los servicios de inteligencia franceses en las últimas décadas, tanto en la Dirección General de la Seguridad Exterior (el espionaje exterior, dependiente del Ministerio de Defensa) como en la Dirección de Vigilancia del Territorio, dependiente del Ministerio del Interior.
Especialista en el mundo árabe, lideró durante casi 20 años la investigación que hizo posible el arresto de Carlos -también conocido como El Chacal- en Jartum en 1994 y su entrega a Francia el 15 de agosto de ese año. Rondot logró convencer al régimen sudanés que encabezaba el islamista Hasán Turabi de que arrestase y entregase al terrorista cuando se hallaba en su territorio para ser operado de un testículo.
En una entrevista con el diario Le Figaro en 2006, Rondot reveló que un mes antes de detener a Carlos se cruzó con él de forma casual en un hotel de Jartum, lo que le permitió tomarle fotos y establecer un expediente con pruebas de que las autoridades sudanesas le cobijaban. Tras amenazar al Gobierno de Sudán con sanciones de la ONU, el general dijo haber logrado el apoyó de las autoridades del país africano para montar el operativo de captura del terrorista, que cumple en una prisión francesa varias condenas a cadena perpetua.
Sin disparar un solo tiro, Carlos fue trasladado a Francia drogado. "En el avión, cuando sobrevolaba El Cairo, llamé al Elíseo y a [el entonces ministro francés del Interior, Charles] Pasqua para decirles que le tenía", añadió el general en esa entrevista, que Carlos aportó como prueba para presentar una denuncia contra él por secuestro, que fue desestimada.
Hasta entonces, los franceses apenas conocían su nombre, y de su aspecto no se sabía nada más que una borrosa fotografía en blanco y negro. "Ha muerto como siempre quiso vivir: en secreto", dijo a Europe 1 su antiguo abogado, Éric Morain. Este explicó que Rondot fue enterrado el sábado con la máxima discreción en la pequeña localidad de Flety, en el este de Francia.
Hijo de militar -su padre también accedió al generalato-, doctorado en Sociología, autor de varios libros sobre el mundo árabe musulmán, Rondot hizo toda su carrera completamente al margen de los vaivenes políticos, sin buscar padrinos en el poder de turno, actuando exclusivamente como servidor del Estado.
Erudito y políglota, Rondot -que escribió varios libros sobre países de Oriente Medio- participó en las negociaciones para liberar a rehenes en Irak y en el Líbano, aunque siempre lamentó no haber podido salvar a los siete monjes trapenses asesinados por islamistas en el monasterio de Tihbirine, en Argelia, en 1996.
La inmaculada imagen de Rondot se emborronó después de su jubilación, en 2006, cuando apareció envuelto en el escándalo Clearstream que acabó con las ambiciones presidenciales del ex primer ministro Dominique de Villepin. El general dijo que Villepin le había encargado investigar a personalidades, entre las que estaba su compañero de partido Nicolas Sarkozy, de la lista de beneficiarios de las comisiones Clearstream, una supuesta trama de comisiones ilegales en contratos de armamento que acabó revelándose como un montaje.
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