Desayuno con cuentas pendientes en Bruselas
Netanyahu se reúne con los ministros de Exteriores de la UE tras la decisión de Trump sobre Jerusalén
Es sabido que Benjamín Netanyahu no se siente cómodo con algunos líderes europeos. Se negó a recibir el pasado abril al ministro de Exteriores alemán, Sigmar Gabriel, de visita oficial en Israel, porque había insistido en reunirse con una organización pacifista cuestionada por el Gobierno hebreo. Dos meses antes, la entrevista del primer ministro de Bélgica, Charles Michel, con grupos israelíes que se oponen a la ocupación de los territorios palestinos desembocó en una protesta diplomática.
El primer ministro asistirá hoy en la capital europea a un desayuno informal con los ministros de Exteriores de la Unión en una cita sin precedentes, según ha proclamado, en los últimos 22 años. Durante más de dos décadas, los fondos comunitarios han estado apuntalando la viabilidad de la Autoridad Palestina como embrión de un nuevo Estado surgido de los Acuerdos de Oslo. Entre Bruselas y el Gobierno israelí ha habido tiempo de sobra para que se generaran algunas cuentas pendientes de pago.
Un grupo de 56 eurodiputados ha enviado una carta a Netanyahu para informarle de que a su llegada a la capital de la UE le espera un recibo por importe de 1,2 millones de euros. Cifran en este monto el coste de las infraestructuras con financiación europea en los territorios palestinos que han sido destruidas o requisadas por las autoridades israelíes.
Esta misiva, que tiene más de aldabonazo político que de factura presentada al cobro, se suma a la reclamación presentada por ocho Estados miembros —España entre ellos— para que Israel les compense por la demolición o confiscación de bienes de un consorcio de ayuda humanitaria en Cisjordania.
Suma y sigue. El desayuno al que asiste Netanyahu estaba previsto semanas antes de que el presidente Donald Trump reconociera a Jerusalén como capital de Israel, en contra de la política exterior común de la Unión. La jefa de la diplomacia, Federica Mogherini, ya ha incluido la partida en su haber, al advertir de que “no contar con una perspectiva de un Estado palestino con una capital es una gran amenaza para la seguridad de los ciudadanos israelíes”. El primer ministro también ha anticipado en su debe que no está dispuesto a tolerar dobles raseros. “No voy a aceptar la hipocresía. Voy a presentar la verdad sobre Israel sin miedo y con la cabeza bien alta”.
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