Trump impone cambios drásticos al Obamacare
La Casa Blanca asegura que no tiene fondos para subsidios fundamentales para el funcionamiento de la ley sanitaria de Obama
Cansado de la inacción del Congreso, el presidente de Estados Unidos ha decidido tomar la iniciativa con la firma de un decreto. La frase podría describir los últimos años de presidencia de Barack Obama, pero en este caso se trata del mandatario actual, Donald Trump. Haciendo lo que tantos republicanos criticaban de su predecesor, Trump recurrió este jueves a su poder ejecutivo. Firmó un decreto para flexibilizar Obamacare, la ley sanitaria del demócrata Obama, tras los repetidos fracasos republicanos en los últimos meses de aprobar en el Congreso una contrarreforma.
Y en otra muestra de su intención de desmantelar Obamacare, la Casa Blanca anunció a última hora del jueves que no tiene fondos para los subsidios que otorga, dentro de la ley, a las compañías aseguradoras y que están destinados a ayudar a personas de bajos recursos a pagar costes extras, como copagos. Esos subsidios, por valor de 9.000 millones de dólares el próximo año, son clave para que muchas aseguradoras se mantengan en el mercado de compraventa de pólizas creado por la ley sanitaria de Obama.
“Hoy es solo el comienzo. En los próximos meses, tenemos previsto tomar nuevas medidas para ofrecer a la gente aún más alivio y más libertad”, dijo el republicano Trump en el acto de firma de la orden ejecutiva. Describió como una “pesadilla” los efectos de Obamacare y prometió que el decreto aumentará la “competencia” en el mercado sanitario y ofrecerá más planes a menor precio.
El decreto insta a flexibilizar el mercado facilitando el acceso de pequeñas y medianas empresas a seguros con menos requisitos. También quiere expandir los seguros temporales y que son más económicos pero menos completos. Los expertos advierten de que se puede abrir una peligrosa brecha: las personas sanas recurrirán a pólizas más baratas y con menos protecciones, mientras que las menos sanas pagarán mucho más. Ese temor fue precisamente el que dividió a los republicanos en el Congreso y les impidió sumar los votos para aprobar una nueva reforma sanitaria ante el rechazo frontal de la oposición demócrata.
Obamacare permitió a las grandes empresas ofrecer planes sanitarios a sus empleados sin los llamados “beneficios esenciales”, por ejemplo no cubrir maternidad, urgencias o atención psicológica. En cambio, las pymes y las personas que compran su seguro individualmente sí deben tener cubiertos esos requisitos. Ahora Trump quiere explotar los resquicios de la ley para rebajar el listón de condiciones para pymes e individuos.
La sanidad es un asunto enormemente partidista en Estados Unidos y cuyo elevado coste afecta el día a día de muchos ciudadanos. El debate deriva en un pulso constante entre los partidarios de mayor (como los demócratas) o menor (republicanos) regulación del Gobierno respecto a aseguradoras y centros médicos.
Obamacare, aprobada en 2010, impuso cambios estructurales al modelo sanitario y dio cobertura a 20 millones de personas que no la tenían. Creó un mercado de compra de seguros para el 7% de la población (21,8 millones) que no obtiene asistencia a través de sus empleos o el Gobierno. También expandió Medicaid, el programa público para ciudadanos con pocos recursos o discapacitados, y creó reglas que obligan a un mínimo de cobertura e impiden abusos. Sin embargo, no ha logrado fomentar la competencia como se esperaba y como resultado han subido los precios y ha caído la oferta de planes.
Esa es la línea argumental de Trump y la mayoría de republicanos. “El coste de Obamacare ha sido tan indignante que lo está destrozando todo”, dijo el presidente. En cambio, el líder demócrata del Senado, Chuck Schumer, consideró que el decreto “disparará los costes” para las personas mayores o con condiciones médicas previas y “añadirá más caos” al mercado de salud.
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