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Nuevas dudas sobre la secuencia de los hechos en la matanza de Las Vegas

Los investigadores cambian el recuento de los hechos. Aún no han conseguido saber qué llevó a Stephen Paddock a matar a 58 personas

Pablo Ximénez de Sandoval

Lejos de resolver preguntas, la investigación del asesinato en masa de Las Vegas genera nuevos interrogantes a medida que va descubriendo nuevos datos. El domingo 1 de octubre, Stephen Paddock, un hombre de 64 años que vivía del juego, descargó decenas de armas automáticas sobre miles de personas que asistían a un concierto en el bulevar principal de la ciudad. Murieron 58 personas y casi 500 resultaron heridas. El lunes, los investigadores revelaron que la secuencia de los hechos no es como habían dicho con anterioridad, despertando nuevas preguntas sobre la mayor matanza a tiros de Estados Unidos.

Efectos personales de los asistentes al concierto, el pasado miércoles.
Efectos personales de los asistentes al concierto, el pasado miércoles. AP

Los hechos de hace más de una semana siguen cambiando. La cadena CNN aseguró el martes, citando fuentes de la investigación, que Paddock disparó al menos dos balas incendiarias contra dos enormes depósitos de combustible para aviones del aeropuerto McCarran. El aeropuerto de Las Vegas está justo enfrente del hotel Mandalay Bay, donde Paddock se atrincheró con 23 armas. El descampado donde se celebraba el concierto está entre medias.

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El dato de que los tanques de combustible habían recibido disparos lo adelantó la semana pasada el diario local Las Vegas Review-Journal. El detalle de que se trataba de balas incendiarias es nuevo, e indica una verdadera intención de volar los tanques, quizá como método para distraer a la policía. Desde la habitación de hotel que ocupaba Paddock, los tanques se encuentran en un ángulo distinto que el recinto del concierto y al doble de distancia (unos 600 metros). En la habitación se encontraron balas incendiarias, asegura la cadena.

Mientras, el relato público de cómo fue el tiroteo dio un vuelco el martes con una nueva versión por parte de la policía de Las Vegas que contradecía la que ellos mismos habían facilitado la semana pasada. Según la nueva información, Jesús Campos, el guardia de seguridad del hotel Mandalay Bay que primero se encontró con el asesino, fue el primero en sufrir los disparos.

Según la línea de tiempo facilitada la semana pasada por el sheriff de Las Vegas, el tiroteo sobre los asistentes al concierto empezó a las 10.05 de la noche, dato comprobado con las cámaras de seguridad. El relato hasta ahora era que Campos había subido entonces al piso 32 del Mandalay Bay y se había acercado a la suite de Paddock. Este, que tenía cámaras colocadas en el pasillo, lo vio venir y le disparó más de 200 tiros, de los cuales uno le dio en una pierna. Fue entonces cuando dos policías, que estaban en el piso 31, subieron a ver qué pasaba. El encuentro con Campos explicaría, además, por qué el asesino dejó de disparar momentáneamente antes de ensañarse con los miles de asistentes al concierto al otro lado de la calle.

La nueva línea de tiempo indica que los disparos contra Campos fueron a las 21.59, es decir, seis minutos antes de que empezara la masacre. Campos, según esta nueva versión, se escondió en un recodo del pasillo y llamó a la seguridad del hotel, que a su vez llamó a la policía. En el concierto había 51 agentes locales haciendo horas extras. Los dos primeros policías llegaron al piso 32 a las 22.17, dos minutos después de que Paddock hubiera disparado ya su último tiro. No entraron en la habitación hasta las 23.20, cuando tiraron la puerta y hallaron al asesino muerto.

Además de la confusión por el cambio, la cadena MGM Resorts, dueña del Mandalay Bay, pareció poner en duda el nuevo recuento de la policía. Una portavoz de la compañía dijo al Review-Journal que “no podemos estar seguros del la línea de tiempo más reciente que ha sido comunicada públicamente, y creemos que lo que se está diciendo puede no ser correcto”.

Pero aparte de los detalles sobre la secuencia de los hechos, han pasado 11 días desde la mayor matanza a tiros de la historia de Estados Unidos y los investigadores siguen sin tener la más mínima pista de lo más importante, el móvil. Nadie sabe por qué Paddock compró 33 armas en los últimos 11 meses, por qué comenzó a disparar aquella noche o por qué paró. Los investigadores han interrogado a toda la familia conocida de Paddock y han revisado horas de grabaciones de los casinos.

“Puede que nunca lo sepamos”, dijo en una entrevista con el mismo diario local el sheriff Joe Lombardo. “Todas esas cosas que uno espera encontrar, no las hemos encontrado”.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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