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La división del centroizquierda en Chile allana el camino de Piñera en las presidenciales

La coalición de Gobierno acude con dos candidatos a las elecciones de noviembre

Rocío Montes

A solo dos meses de las presidenciales del 19 de noviembre en Chile, en todos los sectores políticos parece estar instalada la idea de que ganará el candidato de la derecha, el exmandatario Sebastián Piñera. En el último informe del Centro de Estudios Públicos (CEP), dado a conocer a principios de mes, el 31,3% de los consultados señaló que le gustaría que Piñera ganara las elecciones. Los candidatos de centroizquierda, que en estos comicios llegan separados por primera vez desde el regreso de la democracia en 1990, le siguen desde lejos.

Alejandro Guillier, el pasado 11 de septiembre, en el homenaje al expresidente Salvador Allende.
Alejandro Guillier, el pasado 11 de septiembre, en el homenaje al expresidente Salvador Allende.MARIO RUIZ (EFE)

En esta campaña se estrenan nuevas leyes sobre financiamiento que, de alguna forma, impedirán el protagonismo de la publicidad que antes daba una gran ventaja a los candidatos con mayores recursos. Este asunto explica en parte el austero ambiente electoral, porque apenas este miércoles arrancó oficialmente la propaganda en la prensa escrita y la radio, a lo que se suma la alta probabilidad del triunfo de Piñera.

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El senador Alejandro Guillier, apoyado por los socialistas y otras fuerzas del oficialismo, está en segundo lugar, con el 14,5% de las preferencias, según el CEP. Carolina Goic, senadora y representante de la Democracia Cristiana, alcanza apenas un 2,2%, en el cuarto lugar. La candidata de la recién nacida coalición de izquierda del Frente Amplio, Beatriz Sánchez, le pisa los talones a Guillier, ubicándose en un tercer lugar con el 10,2% del respaldo. Las pocas voces optimistas del oficialismo aspiran a que todas las fuerzas progresistas se unan para enfrentar al expresidente Piñera (2010-2014), en una segunda vuelta. Pero este escenario parece improbable.

Guillier y Goic son los dos candidatos de la coalición Nueva Mayoría, que en la práctica ya no se mantiene. Heredera de la Concertación, el conglomerado de centroizquierda que gobernó Chile entre 1990 y 2010 nació en 2013 durante la segunda campaña a la presidencia de Michelle Bachelet. Sumaba a los comunistas, que se habían mantenido en la oposición durante toda la democracia, y pretendía ser una fuerza transformadora que, con su ventaja en el Congreso, realizaría las reformas necesarias para superar los problemas en el terreno de la desigualdad. Una de las principales críticas a esta Administración, sin embargo, apunta a que asumió un relato de cambio y ruptura con su propio pasado que finalmente la alejó de los grupos moderados.

La Nueva Mayoría se fundó hace cuatro años tomando prestadas ciertas banderas de lucha del movimiento estudiantil de 2011 que, entre otros, denunciaba el intenso malestar por la desigualdad socioeconómica del país. Pero esta idea comienza a ponerse en duda. El informe ¿Malestar en Chile? del CEP, por ejemplo, muestra que los chilenos están más satisfechos de lo que se pensaba: sienten que su situación es mucho mejor que la de sus padres y que la de sus hijos va a ser mucho mejor que la de ellos. El Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES) analizó a su vez las características de los conflictos en el espacio público. Una de sus conclusiones apunta a relativizar el protagonismo de los estudiantes en las movilizaciones sociales.

Izquierda radical

La desaparición de la Nueva Mayoría y el posible triunfo de Piñera, que promete corregir las reformas de Bachelet, ponen en entredicho la lectura que hacía la alianza de la sociedad. Para los críticos del Gobierno de Bachelet, el Ejecutivo llevó a cabo reformas con poco apoyo ciudadano por intentar ganarse a la izquierda radical de los exlíderes del movimiento estudiantil, que en febrero pasado fundaron el Frente Amplio.

Pero finalmente el Gobierno no logró el respaldo de estos grupos —que se constituyeron como una fuerza política crítica del legado de la Concertación— y se deshizo del apoyo de las fuerzas moderadas. La popularidad de la presidenta llega solo al 35%, de acuerdo a la última encuesta Adimark, su mejor registro en 30 meses.

Aunque se avanzó en asuntos importantes, como en la gratuidad universitaria y la despenalización del aborto en tres supuestos, el desastre político del oficialismo no está en el cumplimiento parcial de un programa de Gobierno demasiado ambicioso para un periodo de cuatro años. El mayor fracaso de estos cuatro años es la ruptura del centro y la izquierda, dos sectores que estuvieron en aceras distintas en la Unidad Popular de Salvador Allende y que, tras una dictadura con cientos de muertos, lograron en los años 80 un acercamiento que hizo posible la salida de Augusto Pinochet del poder y 20 años de Gobiernos en coalición.

Bachelet, a la ONU en 2018

Hasta hace algunos días no estaba claro el futuro de la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, después de que el próximo 11 de marzo entregue el Gobierno. Hace algunos meses descartó aspirar a nuevos cargos en su país. “Obviamente, está absoluta y totalmente descartado continuar en la política chilena, desde el punto de vista de cargos de representación. Ya es suficiente”, afirmó. La semana pasada, sin embargo, la ONU informó que Bachelet formará parte del grupo de 18 personalidades que conformarán un equipo destinado a mediar en conflictos internacionales, junto a otros dos latinoamericanos: la expremier haitiana Michèle Pierre-Louis y el diplomático guatemalteco Gert Rosenthal.

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Sobre la firma

Rocío Montes
Es jefa de información de EL PAÍS en Chile. Empezó a trabajar en 2011 como corresponsal en Santiago. Especializada en información política, es coautora del libro 'La historia oculta de la década socialista', sobre los gobiernos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. La Academia Chilena de la Lengua la ha premiado por su buen uso del castellano.

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