La verdad sobre la muerte de Diana de Gales
Resumen de las conclusiones de las investigaciones oficiales francesa y británica sobre el accidente que causó la muerte a Lady Di en París hace 20 años
La muerte de Diana de Gales en un accidente de tráfico en París el 31 de agosto de 1997 desató una oleada de teorías conspirativas que llegaron a señalar directamente a la corona británica. Unas acusaciones espoleadas por Mohamed Al Fayed, el millonario egipcio padre del novio de Lady Di, Dodi Al Fayed, también fallecido esa noche. Las exhaustivas investigaciones oficiales realizadas tanto en Francia como en Reino Unido no lograron acallar los rumores, que persisten 20 años después. Sin embargo, la conclusión a ambos lados del canal de la Mancha fue taxativa: Lady Di murió en un accidente de tráfico fortuito y “no hubo conspiración para asesinar a ninguno de los ocupantes del vehículo”.
Las causas de la muerte
Dos investigaciones oficiales, una francesa y una británica, así como los juicios celebrados durante la década de 2000, llevaron a una conclusión unánime: la muerte de Diana de Gales, su novio Dodi al Fayed y el chófer del vehículo en el que se estrellaron contra el pilar 13 del túnel del Puente de Alma de París fue un accidente causado principalmente por un exceso de velocidad y el estado de embriaguez del conductor, Henri Paul.
Las “causas ciertas” del accidente fueron el estado de ebriedad de Paul, que no era conductor profesional, sino el número dos de seguridad del hotel Ritz propiedad de los Al Fayed, y la alta velocidad, estableció el informe francés en 1999. “El conductor del coche estaba en estado ebrio y bajo el efecto de medicamentos incompatibles con alcohol. No estaba en posición de mantener el control del vehículo”, concluyó el juez de instrucción francés Hervé Stéphan, el primero en ocuparse del caso. Paul, que tomaba varios antidepresivos y que además no tenía permiso para conducir un coche del tamaño de la limusina que manejó a alta velocidad, tenía un nivel de alcohol en la sangre de 1,74 gramos por litro, tres veces por encima de la tasa legal.
La investigación británica conducida por el jefe de Scotland Yard, sir John Stevens, entre 2004 y 2006 a petición de la Casa Real, y el veredicto del jurado del Tribunal Superior de Londres, en 2008, también concluyeron que fue un accidente por exceso de velocidad y “deterioro de la capacidad de discernimiento del conductor por el alcohol”.
La persistente teoría de la conspiración
“No existe ningún elemento de naturaleza alguna que dé crédito a la tesis” de que el accidente fue fruto de un “acto voluntario” de sabotaje, escribió el juez Stéphan. Pero Mohammed Al Fayed no aceptó sus conclusiones y continuó insistiendo en que la muerte de Lady Di y su hijo Dodi fue fruto de una conspiración de los servicios secretos británicos por orden del príncipe Felipe, esposo de Isabel II de Inglaterra. Según Al Fayed, la princesa de Gales estaba embarazada de Dodi y el anuncio de su compromiso matrimonial era inminente. La familia real británica, sostenía el empresario, dueño de los lujosos almacenes Harrod’s, “no podía aceptar que un musulmán egipcio pudiera convertirse en el padrastro del futuro rey de Inglaterra”, en referencia a Guillermo, el hijo mayor de Diana y Carlos de Inglaterra, número dos en la línea de sucesión.
Fueron sus persistentes acusaciones las que llevaron a que, en enero de 2004, el coroner (oficial judicial) de la Casa Real británica, Michael Burgess, encargara a Scotland Yard que investigara las conjeturas de que la muerte de la princesa no se debió a un accidente de tráfico fortuito.
La Operación Paget, como se denominó la investigación, duró dos años, costó casi cuatro millones de euros y fue tan minuciosa que llegó a reconstruir en un laboratorio británico el coche accidentado, cuyos restos fueron repatriados desde Francia.
En diciembre de 2006, Stevens dio a conocer los resultados de la investigación, detallados en un informe de 832 páginas. Su conclusión, la misma que la francesa siete años antes: no hay evidencia alguna de que el accidente respondiera a una conspiración para acabar con sus vidas. Mohamed Al Fayed volvió a rechazar los resultados.
El papel de los paparazis
Fue la huida de los paparazis la que, en último término, provocó el mortal accidente pero, ¿tuvieron los fotógrafos una responsabilidad criminal en el incidente? Según la justicia francesa, no. Los paparazis que perseguían a la pareja y que llegaron al lugar del siniestro antes que los servicios de rescate quedaron libres de cargos tras el proceso judicial que tuvo lugar entre 2003 y 2004, aunque dos años más tarde, tres de ellos fueron condenados a una pena simbólica de un euro por violar el derecho a la intimidad al tomar fotografías del accidente. La justicia británica sí consideró que la “velocidad y forma de conducir los vehículos que perseguían” el coche de Lady Di fueron un factor (pero no una consecuencia directa) que llevó al accidente, aunque no estuvieran presentes en el momento preciso del impacto.
Las otras sospechas desmontadas por la investigación
La Operación Paget también desmontó afirmaciones sobre la relación y estado de la pareja fallecida. Mohamed Al Fayed aseguró que tanto su hijo como Lady Di le habían dicho que ella estaba embarazada y denunció que esa información fue encubierta. El informe británico es categórico: tras efectuar numerosos análisis científicos y entrevistar a múltiples miembros del entorno de Diana, hay una “evidencia abrumadora de que la princesa de Gales no estaba embarazada y que tampoco creía que lo estuviera”.
Tampoco había “prueba alguna ni de familiares, amigos, confidentes u otros asociados a la princesa de Gales acerca de que se fuera a realizar un anuncio” sobre un compromiso de matrimonio. “La ponderación de las pruebas es que la princesa de Gales no pensaba comprometerse o casarse con Dodi Al Fayed”, sostiene el informe, que también descarta cualquier teoría sobre un homicidio de la pareja de Lady Di, que falleció en el acto en el accidente. “No hay pruebas de que Dodi Al Fayed fuera asesinado”, zanja.
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