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Los diputados franceses protestan por tener que trabajar una semana más de agosto

El Parlamento convoca una sesión extraordinaria para debatir la ley de moralización de la vida pública

Silvia Ayuso
El diputado y líder de Francia Insumisa, de Jean-Luc Mélenchon
El diputado y líder de Francia Insumisa, de Jean-Luc MélenchonCHRISTOPHE PETIT TESSON (EFE)

Los carteles de “cerrado por vacaciones” se han multiplicado en los escaparates de París en la última semana. Julio, pero sobre todo agosto, es el mes por excelencia de las vacaciones para ciudadanos de a pie y para políticos de un país donde la jornada de 35 horas semanales es, al menos hasta ahora, sagrada, y los trabajadores tienen derecho a cinco semanas de descanso al año. Salvo, en este verano, sus señorías. El Parlamento francés ha prolongado una semana más sus sesiones, y esto ha causado las quejas de unos legisladores que se dicen “agotados” tras un intenso comienzo de sus tareas y enfadados por tener que cambiar o cancelar sus reservas estivales.

“¡La Asamblea Nacional, convocada el 9 de agosto! La renovación política de En Marcha: votar durante la noche, reunirse en agosto”, se indignaba en las redes sociales el líder de Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, quien lleva días quejándose por las extenuantes jornadas legislativas.

Lo que provocó la última queja pública de Mélenchon es la decisión de fijar para la semana que viene una sesión parlamentaria extraordinaria para debatir la ley de moralización de la vida pública, después de que el martes, la comisión mixta de diputados y senadores no lograra armonizar los textos aprobados por cada cámara. Todo ello cuando el fin de curso estaba fijado para el 3 de agosto.

“¿Les toca playa ahora? Pues tienen suerte. Para mí, la sesión va a volver a comenzar”, se quejaba Mélenchon ya la semana pasada en el programa de Youtube donde pasa revista a la actualidad. Según el líder de la izquierda alternativa, todos sus colegas “han tenido que anular” sus reservas estivales. “Los periodistas dicen, ah, Mélenchon no está contento porque no se toma vacaciones. Pues sí. No merece la pena hablar de renovación de la vida política si no se deja que la gente descanse”, se indignó el diputado “insumiso” para quien, después de una agotadora campaña presidencial seguida de la legislativa, está justificado declarar su derecho al reposo. “El 4 de agosto, hago la maleta y me voy a descansar. Tendré 15 días, amigos. Espero que vosotros tengáis algo más. En fin, no me quejo”, concluía visiblemente enfadado. Sin embargo, el martes, tras conocer que ni siquiera gozará de esas dos semanas de asueto, su furia volvía a inundar las redes sociales. Algo que le ha valido el enfado no solo de algunos colegas de hemiciclo, sino también de muchos internautas.

Mientras que el diputado conservador Thierry Solère retuiteaba con el emoji (símbolo) de sonrisa un vídeo-resumen de las quejas melenchonistas, el socialista Alexis Bachelay respondía a estas indicándole al líder de izquierda que “un auténtico revolucionario se alegraría, en vez de gimotear”, porque “la Asamblea Nacional abolió los privilegios el 4 de agosto de 1789”, recordó en referencia a la sesión en la que la Asamblea Constituyente votó a favor de suprimir los derechos feudales.

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“Cuando uno empieza a trabajar en un lugar nuevo a finales de junio, no se toma vacaciones todo un mes en agosto. ¿Por qué debería ser diferente en la Asamblea Nacional?”, se preguntaba otro internauta.

Cansancio generalizado

Con todo, ni Mélenchon ni el resto de la bancada “insumisa” son los únicos en manifestar su cansancio por un inicio parlamentario intenso: no solo deben aprobar la ley de moralización, primera norma del Gobierno de Macron, sino también las directivas que le permitirán a este emprender, ya a la vuelta de las vacaciones, la reforma laboral que promete fuertes protestas sociales a partir de septiembre.

“Sí, verdaderamente agotado”, reconocía ante las cámaras esta semana el legislador conservador Philippe Gosselin, igual que la socialista Cécile Untermaier, que no ocultaba su “deseo de partir de vacaciones” porque, como acotaba el también excandidato presidencial Nicolas Dupont-Aignan, “todo el mundo está fatigado y no se trata de trabajar leyes en ese estado”.

Hasta la diputada del oficialista En Marcha Pascale Boyer reconocía estar “extremadamente fatigada” por las intensas sesiones parlamentarias. El “insumiso” Alexis Corbière mientras tanto manifestaba su temor de que tras la maratón legislativa se oculte un intento del Gobierno de hacer “señalar con el dedo a esos parlamentarios villanos rezongones”, cuando “sobre las cosas importantes existe un silencio organizado. Como con la reforma laboral”.

Vacaciones cortas para todos

Probablemente no les sirva de consuelo, pero al menos no están solos. Según confirmó este miércoles el portavoz del Gobierno, Cristophe Castaner, los ministros de Macron tampoco podrán relajarse sin más. La consigna es que, durante sus dos semanas de asueto, deben “estar disponibles en todo momento y poder regresar rápidamente a París si hace falta”, aunque no se les obliga a permanecer en territorio francés, como en años anteriores.

El que parece que se va a quedar sin vacaciones es el presidente. Aunque todavía no se han confirmado sus planes, todo indica que este verano los Macron permanecerán lejos de la playa donde hace un año, cuando todavía era un candidato con pocas posibilidades de éxito, se hacía retratar en románticos paseos con su esposa Brigitte. En todo caso, la pareja presidencial se tomará unos días para descansar en la residencia oficial, La Lanterne, en las afueras de París, cerca de Versalles, según la prensa. Ese es el lugar que se hizo mundialmente famoso cuando Valérie Trierweiler, la entonces novia de predecesor de Macron, François Hollande se refugió tras conocer que el mandatario socialista le había sido infiel.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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