Una ciudad se rebela contra su alcalde por romper el frente contra Le Pen
El soberanista Dupont-Aignan, escogido como jefe de un futuro gobierno ‘ultra’, recibe críticas de los vecinos de Yerres por poner fin al tradicional aislamiento del Frente Nacional
En Yerres no se veía una manifestación desde 1995. Un edicto municipal impuso entonces un aumento del 46% de los impuestos locales para todo habitante de esta ciudad residencial y aburguesada, unos treinta kilómetros al sureste de París, donde no abundan los motivos para protestar. Si los vecinos han vuelto a la calle es para exigir la dimisión de su alcalde, el diputado soberanista Nicolas Dupont-Aignan, que acaba de ser escogido por Marine Le Pen como futuro primer ministro en caso de victoria en la segunda vuelta del domingo. “Es una traición que no vimos venir. Nos sentimos cornudos”, protesta un jubilado entre la multitud congregada, por cuarto día consecutivo, delante del Ayuntamiento.
Hace 22 años que Dupont-Aignan gobierna esta apacible localidad de 29.000 habitantes, por la que en su día pasaron Monet y Caillebotte, seducidos por un suntuoso bosque que la distingue de otros puntos de la periferia parisiense. En las últimas municipales, el alcalde fue reelegido con el 77% de los votos. Tras firmar su “alianza patriota y republicana” con Le Pen, los vecinos le dan la espalda. “Es alguien que gestiona muy bien la ciudad, pero nos ha engañado. Prometió que nunca votaría al Frente Nacional. Ahora se tiene que marchar”, afirma Joséphine, de 81 años, que le prestó su voto en la primera vuelta de las presidenciales, donde Dupont-Aignan obtuvo un 4,7% de los votos, casi tres veces más que en 2012.
Antiguo miembro del partido centroderechista RPR y próximo a dirigentes históricos como Philippe Séguin, fue miembro de varios gabinetes conservadores durante los noventa, antes de distanciarse del centroderecha para formar su propio partido en 2007. Debout la France (Francia en pie) es una pequeña formación nacionalista, soberanista y euroescéptica, pero que siempre se había dicho alérgica a la ultraderecha. Durante la campaña, el futuro primer ministro de Le Pen la acusó de “demagogia” y de contar con un proyecto “poco serio”.
En realidad, numerosos puntos coinciden en sus respectivos programas, aunque Dupont-Aignan se distinga en tres cosas de Le Pen: una agresividad sensiblemente menor con la inmigración, un mayor liberalismo económico y una insistente filiación con el gaullismo. De hecho, un busto del general, líder de la Resistencia y expresidente francés figura frente al palacete que alberga el consistorio municipal. “Ahora estará revolviéndose en su tumba”, dice un joven manifestante. Jean-Claude, de 80 años, lo resume a su manera: “Lo que está haciendo es mezclar a De Gaulle con Pétain. Puede que gane las presidenciales, pero ya ha perdido el alma”. Algo más allá, entre señoras que lucen permanentes y familias numerosas que han acudido a protestar con sus hijos, un trompetista anónimo interpreta Douce France, el himno de Charles Trenet, con una indudable ironía. En la solapa se ha pegado un pequeño mensaje, que dedica al futuro primer ministro de Le Pen adjetivos como “traidor” y “colaboracionista”.
Fuera del perímetro de su ciudad, Dupont-Aignan era conocido hasta ahora como un político de segunda empeñado en interpretar papeles protagonistas. Por lo menos, su gesto le hará figurar en los libros de historia: es la primera vez que el Frente Nacional logra cerrar un acuerdo electoral con un partido con representación parlamentaria. Pone fin así, de una vez por todas, el famoso “frente republicano”, la unidad del arco político contra una formación que se solía considerar, en un tiempo no muy lejano, distinta a las demás. “Con este pacto, Dupont-Aignan legitima y normaliza el hecho de votar a la ultraderecha”, sostiene Christophe Joseph, concejal de la oposición de izquierdas en la ciudad vecina de Montgeron.
El fenómeno va más allá de este alcalde en dificultades. Distintas facciones minoritarias de la derecha francesa han dado, por primera vez, un paso hacia Le Pen. Por ejemplo, Christine Boutin, exministra de Sarkozy y fundadora del Partido Democristiano, ha anunciado que votará a la candidata ultraderechista. También lo hará Marie-France Garaud, quien fuera influyente consejera de Pompidou y Chirac. Por su parte, la Manif pour Tous, el poderoso movimiento contra el matrimonio homosexual aparecido en 2013, ha llamado a votar “contra Macron”, aunque sin pronunciarse abiertamente a favor de su adversaria. Su brazo político, Sens Commun, apoyó a François Fillon, heraldo de la derecha tradicional, hasta su eliminación en la primera vuelta.
Otros miembros del flanco más radical de la derecha se han mantenido en el silencio o en la equidistancia, como el líder soberanista Philippe de Villiers o el diputado Henri Guaino, que solía escribir los discursos de Sarkozy. “Macron representa lo que siempre he combatido en política”, tuiteó poco después de que se anunciara el acuerdo con Dupont-Aignan, sin mencionar a Le Pen.
Los electores situados en esa zona gris, entre la derecha republicana y el extremismo, resultan estratégicos para Le Pen. Según un sondeo de Sofres publicado este martes, un 29% de los 7,2 millones de franceses que votaron a Fillon en la primera vuelta apostará por Le Pen en la segunda. Un 22% se abstendrá. Ese es el electorado que aspira a seducir la líder ultraderechista cuando plagia los discursos de Fillon, como sucedió el lunes. Ya fuera voluntario o no.
El movimiento contra el matrimonio homosexual llama a votar “contra Macron”
La Manif pour Tous, el poderoso movimiento contra el matrimonio homosexual aparecido en 2013, ha llamado a votar "contra Macron", aunque sin pronunciarse abiertamente a favor de su adversaria. "El programa de Macron condensa exactamente todo lo que combatimos. Es un programa antifamilia. Por eso hemos lanzado una alerta contra él. No digo que el de Le Pen sea perfecto, pero la alerta no es la misma", reconoce la portavoz de la Manif pour Tous, Ludovine de La Rochère. A diferencia de Macron, Le Pen se ha pronunciado por derogar el matrimonio homosexual y sustituirlo por "una unión civil mejorada". Sin embargo, La Rochère añade que no está llamando a votar por Le Pen. "El domingo se pueden hacer otras cosas, como votar en blanco o abstenerse". El brazo político de esta asociación, Sens Commun, apoyó a François Fillon, heraldo de la derecha tradicional, hasta su eliminación en la primera vuelta del 23 de abril. De cara al segundo asalto, se han negado a escoger. "¿Cómo escoger entre el caos de Le Pen y la podredumbre política de Macron? Dejaremos libertad de conciencia", ha declarado su presidente, Christophe Billan, a la revista Famille Chrétienne.
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