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“Los escándalos de corrupción en Chile afectaron más a la centroizquierda que a la derecha”

El analista chileno señala que su país es mucho más complejo, desarrollado y exigente que hace una década

Rocío Montes
Eduardo Engel, director de Espacio Público, en una imagen cedida por el Centro de Estudios
Eduardo Engel, director de Espacio Público, en una imagen cedida por el Centro de Estudios

Director de Espacio Público, un centro de estudios independiente de centroizquierda, Eduardo Engel fue presidente del Consejo Asesor Presidencial Anticorrupción, que Michelle Bachelet formó en Chile tras los escándalos de financiamiento irregular e ilegal de la política que estallaron en los últimos años. Para Engel, analista y doctor en Economía, se trata de un asunto fundamental y piensa que el próximo Gobierno (2018-2022) debe seguir avanzando en esa dirección: “Por ejemplo, con una reforma que dé mayor transparencia y eficiencia al gasto en defensa, un tema que nadie ha querido tocar en las casi tres décadas que han transcurrido desde el plebiscito que significó la derrota en las urnas de [Augusto] Pinochet de 1988”.

Pregunta. ¿Es un mal momento para América Latina en materia de corrupción?

Respuesta. Siempre ha habido tramas de corrupción, pero en los últimos años hemos conocido más y mayores escándalos de lo habitual. Partiendo con el caso Petrobras y sus ramificaciones, que afectan a más de una decena de países de la región. Los montos que hemos conocido de los sobornos son un orden de magnitud mayor de lo que uno habría esperado, promediando un 30% de los montos invertidos. Tres millones en sobornos en un proyecto de 100 millones estaba dentro de lo que uno intuía, ¿pero 30 millones?

P. Las políticas anticorrupción están en el centro de la agenda de la región.

R. La indignación ciudadana es mucho mayor que antes porque, en la última década, la clase media creció mucho, producto del boom de recursos naturales. Además, los costos para coordinarse y protestar contra la corrupción cayeron, gracias a las redes sociales, y los costos de reprimir las manifestaciones crecieron, porque cada manifestante es un denunciante en potencia de abusos policiales, gracias a la cámara que lleva en su celular. Importa poco si hoy hay más corrupción o conocemos mejor la corrupción que hay; lo relevante es que los ciudadanos toleran la corrupción mucho menos que en el pasado.

P. ¿Por qué la respuesta a la corrupción varía entre los diferentes países? ¿Qué grado de importancia le concede a la autonomía del Poder Judicial?

R. Es un factor importante. También importan las herramientas con que cuentan los fiscales anticorrupción para realizar sus investigaciones. En el caso de Brasil, por ejemplo, ha jugado un rol clave una nueva generación de fiscales, mejor formados, que cuentan con la delación compensada y penas de cárcel significativas para esclarecer los hechos. Sin la delación compensada, aprobada por el Gobierno de Dilma Rousseff luego de las manifestaciones multitudinarias poco antes del Mundial de 2014, no habríamos tenido el caso Petrobras.

P. ¿Se ha avanzado en reformas que aborden los síntomas y causas profundas de la corrupción en América Latina?

R. En varios países ha pasado poco y nada. Hay algunos países, sin embargo, donde hay avances interesantes, aunque está por verse si serán sustentables. Por ejemplo, el rol que ha jugado la sociedad civil en México promoviendo un robusto Sistema Nacional Anticorrupción es notable, aunque será clave saber quién termina siendo el fiscal a cargo del sistema. En Brasil, el Congreso debe considerar un proyecto de ley que fortalece las facultades investigativas de los fiscales, producto de una iniciativa ciudadana que promovieron los propios fiscales. Por motivos obvios, no hay ánimo de aprobar este proyecto, pero el escenario en Brasil es tan fluido que esto podría cambiar. Y está el caso de Chile, donde me ha tocado participar.

P. ¿Qué frutos tuvo la Comisión Anticorrupción que usted dirigió?

R. Luego del informe que entregamos a la presidenta Bachelet hace poco más de dos años, se han aprobado 10 proyectos y, aun cuando hay temas pendientes, lo hecho no deja de ser impresionante. Se aprobaron exigentes regulaciones para el financiamiento de la política, para hacerse cargo de la percepción bastante generalizada de que la agenda pública está capturada por intereses creados. También se aprobó una ley que fortalece el servicio civil y el retorno de la educación cívica a las escuelas de Chile.

P. Además, nuevas regulaciones de los partidos políticos…

R. Con objeto de que estos funcionen con grados mucho mayores de democracia interna y transparencia. Finalmente, tendrán financiamiento público, de modo que se terminó la ventaja que tuvieron por décadas quienes eran cercanos a los financistas privados de los partidos. A lo cual se agregan varios proyectos de ley para fortalecer los reguladores de los mercados y declaraciones de patrimonio e intereses que sirvan para transparentar conflictos de interés.

P. ¿Con qué país se encontrará el próximo presidente de Chile, que asume en marzo próximo?

R. Con un país mucho más complejo que hace una década, más desarrollado, más exigente.

P. La idea de que en Chile la población vive un inmenso malestar comienza a ponerse en duda. ¿Qué piensa usted?

R. Existen dos visiones polares. Una que enfatiza el malestar de la gente con la desigualdad, los abusos, la corrupción. Y otra que destaca que la calidad de vida de la gran mayoría es mucho mejor que hace una generación y que la gente lo nota. Estas visiones se pierden en la contraposición mercado versus Estado, con poco interés en conocer cuáles son las preocupaciones reales de la gente, las cuales, intuyo, no se manifiestan en esos términos.

P. Las políticas públicas del Gobierno de Bachelet partían de la base de ese diagnóstico: un malestar ciudadano transversal motivado por la desigualdad.

R. El diagnóstico me sigue pareciendo correcto. Que era el momento en que Chile podía pasar de una carga tributaria de 19 a 22 puntos del producto, un aumento importante, pero perfectamente razonable. Que se requería fortalecer la educación pública y tener una educación más inclusiva. Que era necesario equilibrar la cancha en la relación entre empleadores y trabajadores. El problema, a mi juicio, estuvo en cómo se llevaron a cabo estas reformas, tanto en lo técnico como en lo político.

P. ¿A qué se refiere?

R. La reforma tributaria dio origen a un sistema demasiado engorroso y, producto de un mal manejo político, en lugar de reducir exenciones que favorecían a intereses creados, estas no cambiaron mayormente y hasta aumentaron en algunos casos. O, en materia de educación, en lugar de partir fortaleciendo la educación pública, se enfatizaron aspectos donde la resistencia, esperablemente, fue mayor y no se creó una coalición que mantuviera el apoyo a las reformas.

P. ¿Cuáles serán los principales desafíos de un próximo Gobierno en Chile?

R. El desafío mayor es volver a poner el crecimiento en el centro. Los temas redistributivos seguirán en la agenda, y es bueno que así sea, pero es importante volver a equilibrar con temas de crecimiento. Los avances del actual Gobierno en materia de energía son alentadores, pero hay otros ámbitos donde se debe y puede hacer más.

P. ¿Es de los que piensa que la derecha lleva la ventaja en la carrera presidencial, con el expresidente Sebastián Piñera de candidato?

R. Es innegable que Piñera es el favorito, no porque se trate de un candidato particularmente atractivo, sino que por problemas en la centroizquierda. No fue capaz de tener una primaria, terminando con dos candidatos, ninguno de los cuales ha hecho una buena campaña. La buena noticia es que todavía queda tiempo y que la mayoría de los chilenos no son de derecha.

P. ¿Qué le ha pasado a la centroizquierda chilena?

R. Hay varios factores; aquí van dos. Primero, a pesar de haber hecho buenos Gobiernos desde el retorno de la democracia, los líderes del sector nunca explicaron a sus bases que habían decidido adoptar parte del modelo de mercado heredado de Pinochet, la apertura comercial, los beneficios de la competencia, etcétera. Que el motivo para no hacer ciertas reformas no fueron las amarras que dejó la dictadura fue una opción que nunca se sinceró. En otros temas obviamente fueron las amarras antidemocráticas, luego era un mensaje complicado. Pero no haberlo dado terminó pasándole la cuenta a la centroizquierda en general, y a Ricardo Lagos en particular en su fallida campaña 2017, y facilitó que se fortalecieran sectores más radicales. El segundo tema es los escándalos de corrupción…

P. ¿En qué medida?

R. Los escándalos de corrupción en Chile afectaron más a la centroizquierda que a la derecha. Es menos sorprendente saber que grupo empresarial [Penta] estaba verticalmente integrado con el partido heredero de Pinochet a enterarse de que la empresa del yerno de Pinochet [SQM] financiaba a partidos y candidatos de centroizquierda.

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Sobre la firma

Rocío Montes
Es jefa de información de EL PAÍS en Chile. Empezó a trabajar en 2011 como corresponsal en Santiago. Especializada en información política, es coautora del libro 'La historia oculta de la década socialista', sobre los gobiernos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. La Academia Chilena de la Lengua la ha premiado por su buen uso del castellano.

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