La resistencia de los mineros en Colombia
La minería a pequeña escala alcanza cifras de ilegalidad del 66%. El resto busca demostrar que trabaja con responsabilidad
La primera vez que se asomó a una mina tenía ocho años. Luis Jorge Díaz, hoy de 30, dice que no pudo estudiar, que la pobreza lo empujó a la minería desde que era niño. Vive en Tópaga, a 2.900 metros de altura sobre el nivel del mar. Boyacá, la región a la que pertenece su pueblo, produjo el año pasado 3.129 millones de toneladas de carbón. Es normal que en una familia de esa zona haya más de una persona dedicada a lo mismo que Díaz, tal vez por eso sus manos ásperas y grises no son una característica solamente de él. El censo del Ministerio de Minas y Energía dice que de las 14.357 unidades de producción minera que existen en Colombia, el 18 % está en Boyacá. Aunque concentra la mayoría, la extracción del mineral apenas llega al 3% de la producción nacional. “Somos un sector que necesita ayuda más que sanciones” reclama Díaz. Las autoridades tienen los ojos sobre ellos. En los primeros cinco meses de 2017 hubo 28 emergencias y más de 20 muertos. La ilegalidad es la peor fama de los pequeños mineros. La cifra llega al 66%. El resto busca demostrar que trabaja con responsabilidad.
Hasta hace poco, estos mineros se limitaban a confiar en lo que el cuerpo les indicaba para advertir una emergencia. Si sentían mareo dentro de la mina, algunas hasta de 200 metros de profundidad, buscaban la salida. “Cuando nos empezábamos a sentir mal sabíamos que era hora de evacuar”, dice Jonny Merchán, de 27 años, víctima de la violencia. Su familia fue desplazada por grupos armados y él se tuvo que olvidar de la idea de estudiar. Intentó ser agricultor, pero era mucho esfuerzo para tan poco pago. Dice que ganaba apenas tres dólares al día.“Entré en la minería y ahí empecé a ganar dinero. Ya para qué el estudio”.
El 60% de accidentes en la minería ocurre en las de carbón. El marco legal de seguridad y salud laboral en Colombia tiene más de una decena de leyes y decretos y muchos mineros no saben leer. Los términos jurídicos en que les hablan han creado una barrera con el Estado. “El mayor problema es que no se distingue entre media, pequeña y gran minería. Los mineros pequeños producen poca cantidad de mineral, pero generan mucho empleo. Tienen bajos niveles educativos, son vulnerables”, dice Ander Arcos, coordinador de Somos Tesoro, un proyecto de Alianza por la minería responsable que acompaña a mineros de Boyacá y Antioquia en la formalización su labor y en la erradicación del trabajo infantil. “Necesitan un tratamiento diferencial, metas progresivas, mucha capacitación. En cuanto eso no ocurra su futuro no es muy prometedor”, agrega.
La pequeña minería genera al menos 25.000 empleos directos en Colombia. Es la opción de trabajo para los no tienen cómo estudiar y para los campesinos que dejan sus cultivos porque no les pagan lo justo por sus productos. Aunque están en proceso de mejorar las condiciones, su labor todavía se hace forma muy artesanal. Luz Palacios, ingeniera ambiental y titular minera, habla del esfuerzo necesario para cumplir con las reglas del gobierno. “Todos los días la normativa cambia, nos hacen unas exigencias imposibles a veces de cumplir. Como vamos, la pequeña minería va a desaparecer. Nadie puede aguantar tanta exigencia, además estamos satanizados”. La delgada línea entre la informalidad y la ilegalidad ha motivado a los mineros artesanales a pedir políticas claras para salir de la indefinición en la que se sienten.
Mónica Grand Marín, jefe de la dirección de formalización minera del ministerio de minas y energía, confiesa el enorme reto que representa mejorar las condiciones de estos trabajadores. “Formalizar siempre tendrá un costo adicional e implica un cambio cultural, pero hay aspectos como la seguridad que difícilmente pueden ser negociables”, dice. Asegura que desde el gobierno se les ha ofrecido asistencia técnica. En el primer trimestre de este año había 1.700 unidades mineras en proceso de formalización. Pequeños mineros que son legales, pero que todavía no cumplen con todas las normas. “Sigue siendo alta la accidentalidad. Existe mucha laxitud todavía y se evidencia en que las emergencias no solo se presentan en la ilegalidad”, afirma la funcionaria.
La lucha contra el trabajo infantil
Algunos mineros de Boyacá y Antioquia reciben acompañamiento a través del programa Somos Tesoro, un proyecto que tiene como propósito reducir el trabajo infantil en zonas mineras de Colombia. La labor es realizada por Pact, el Fondo Acción, la Fundación Mi Sangre y la Alianza por la Minería Responsable. El proyecto es financiado por el Departamento de Trabajo de Estados Unidos.
El carbón que se produce en esta zona es vendido principalmente a la termoeléctrica Gensa y a las poblaciones cercanas para uso doméstico. Los trabajadores se quejan de la falta de posibilidades para alcanzar mercados internacionales y aunque sus condiciones han mejorado en los últimos años, siguen siendo vulnerables. A los que les va bien, que sacan varias toneladas al día, pueden terminar ganando unos 250 dólares por mes. Según información de la Alianza por la minería responsable, solo el 69,5% de los trabajadores del sector minero está afiliado al sistema de seguridad social.
Hipólito Gallo, de 70 años, dice haber tenido la suerte de ser uno de los pocos que ha podido trabajar con garantías en la minería. Empezó como picador y ahora es malacatero, el que se encarga de direccionar, desde afuera, el coche en el que se saca el carbón. Gallo habla de su trabajo con agradecimiento, asegura que si pudiera escoger a qué dedicarse, volvería a la mina. Lo explica diciendo que ahí es en donde siempre ha tenido una oportunidad. "Acá nunca me ha faltado trabajo", dice.
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