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España y otros países frenan el intento de Macron de regular el libre comercio

La UE evita pedir un marco común para limitar algunas inversiones extranjeras

Lucía Abellán
Mariano Rajoy habla con Theresa May en la cumbre europea.
Mariano Rajoy habla con Theresa May en la cumbre europea.GONZALO FUENTES (REUTERS)

Emmanuel Macron recibió este viernes una primera muestra de que los cambios en la UE se cocinan a fuego lento. Buena parte de la familia europea —con España, Portugal y Grecia al frente— rebajó la ambición de uno de los principales postulados del presidente francés: que Europa se proteja frente a los países que ejercen competencia desleal. Las conclusiones del Consejo Europeo sobre comercio evitaron pedir un marco comunitario que pueda frenar inversiones extranjeras en sectores estratégicos, como hubiera deseado Macron.

El debate ya se preveía complejo. Europa desea situarse como el mayor baluarte del libre comercio frente al proteccionismo que abandera el presidente estadounidense, Donald Trump. Pero al mismo tiempo quiere impedir algunas prácticas comerciales predatorias que destruyen puestos de trabajo y alimentan el discurso antiglobalización. Ese punto de equilibrio se interpreta de manera muy diferente según el país del que se trate. España, Portugal y Grecia defendieron la apertura comercial y reconocieron que no se pueden permitir rechazar inversiones provenientes de terceros países (las chinas son las que más recelos suscitan) si desean mantener el crecimiento económico, según diversas fuentes europeas consultadas.

Así, los gobernantes español, portugués y griego forjaron una alianza improvisada con otros cuya ferviente defensa del librecambismo (Holanda e Irlanda) les impedía aceptar la iniciativa francesa de proteger a determinados sectores sensibles de la inversión extranjera. La propuesta quedó finalmente como un vago llamamiento a la Comisión Europea a que analice las inversiones de terceros países en ámbitos considerados estratégicos. Fuentes comunitarias aseguran que el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, lo hará en el debate sobre el estado de la Unión que se celebrará en septiembre. Se trata esencialmente de determinar cuáles son los sectores estratégicos y cómo se puede estrechar su protección. Pero esa iniciativa “respetará plenamente las competencias de los Estados miembros”, según exigen las conclusiones del Consejo, una enmienda que respaldaba España.

Macron prefirió pasar por alto que la redacción final de las conclusiones se ha visto muy rebajada, y perseveró en el mensaje que viene lanzando desde su llegada al Elíseo. "Europa no puede ser naíf", dijo. "Europa está a favor del libre comercio, pero debe responder con reciprocidad si otros países bloquean el acceso a sus mercados".

Tanto la canciller alemana, Angela Merkel, como el propio Juncker se alinearon con esa posición. "Si las empresas europeas tienen acceso a las licitaciones públicas en Estados Unidos, entonces podremos decir sí al acceso de las empresas estadounidenses a los contratos públicos en Europa", concluyó Merkel. El ejemplo estadounidense ilustra el malestar que genera en la UE esa falta de reciprocidad con las reglas del comercio y la inversión. Algunos territorios (entre ellos Estados Unidos) ponen trabas a la inversión europea, mientras las empresas de esos países gozan de mucha mayor apertura para realizar sus actividades en Europa.

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Sobre la firma

Lucía Abellán
La redactora jefa de Internacional de EL PAÍS ha desarrollado casi toda su carrera profesional en este diario. Comenzó en 1999 en la sección de Economía, donde se especializó en mercado laboral y fiscalidad. Entre 2012 y 2018 fue corresponsal en Bruselas y posteriormente corresponsal diplomática adscrita a la sección de España.

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