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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El chavismo reactiva su arsenal

El Gobierno de Maduro intensifica la distribución de alimentos subsidiados para capear el descontento

Juan Jesús Aznárez
Vecinos de Caracas, Venezuela, haciendo cola para poder comprar alimentos en un supermercado.
Vecinos de Caracas, Venezuela, haciendo cola para poder comprar alimentos en un supermercado. Reuters

Aunque menos municionada porque no hay dinero para cargas de grueso calibre, el gobierno de Nicolás Maduro ha acelerado la reactivación de su principal arma política: el paternalismo de Estado; cohabitando con los muertos y los disturbios callejeros, intensificó la distribución de alimentos subsidiados. Lo hace consciente de que la manipulación del Supremo no puede ser eterna, que tarde o temprano deberá convocarse a urnas, y que el votante chavista acabará perdiendo la paciencia, y posiblemente su lealtad, si no se le sostiene con ayudas y gratuidades.

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La respuesta oficial a la escasez de algunos alimentos básicos ha sido los CLAP (Comités Locales de Abastecimiento y Producción), que los distribuyen a precios muy bajos, conforme a censos de población en cada barrio. Su funcionamiento es deficiente, pero los comités están siendo clave en los esfuerzos por capear el descontento social, ganar tiempo a la espera de que el precio del barril de crudo suba y se pueda llegar con posibilidades a las presidenciales de diciembre de 2018.

Probablemente, la oposición las ganaría si se convocaran a corto plazo, pero no porque el elector chavista vaya a entregar su voto al candidato antigubernamental para castigar a Maduro por la sostenida destrucción de la democracia y la independencia de los poderes del Estado. El menosprecio de las libertades políticas no es determinante en la orientación de su sufragio. Las ganaría a caballo por la corrupción oficial y la ineptidud del sucesor de Chávez en atajar la perdida de poder adquisitivo de los sectores dependientes, mayoría en el padrón electoral. Más allá de la subvención, apenas hay salidas porque el modelo venezolano es la quintaesencia de la improductividad. La solución pasa la importación de casi todo.

El asistencialismo ha demostrado su eficacia desde que el difunto caudillo utilizara los ingresos petroleros para afianzar su revolución distribuyéndolos entre los suyos. Maduro se aferra a ellos con la desesperación del ahogado.

La caja recibida por un chavista ideológicamente convencido, no por un estómago agradecido, contenía 4 kilos de arroz, 2 kilos de caraotas (alubias rojas), 2,8 kilos de pasta, 1 kilo de azúcar, 1 litro de aceite, 1 bolsa de leche en polvo para 8 litros, 2 kilos de harina de maíz, 6 latas de 140 gr. de atún, un frasco de mayonesa de 220 gr. y un frasco de tomate kétchup de 180 gr. “Pagué el equivalente a tres 3 euros”, precisa el receptor a este periódico. Están pautadas dos mensuales.

Si los CLAP aciertan, no es descartable que el Gobierno repita su ajustado triunfo del 2013 en las presidenciales de 2018, pronostica el chavista. “Esto explica que la oposición exija que se celebren elecciones ya. Cree que actualmente todavía tienen opción de ganar, pero no lo ven claro en diciembre de 2018”, concluye.

Para entender la correlación de fuerzas en Venezuela, conviene recordar que la oposición no ganó el control de la Asamblea en diciembre de 2015 porque los chavistas se pasaron a su campo, sino porque no fueron a votar. No creció en proporción a los escaños obtenidos.

En las presidenciales de 2013, Henrique Capriles obtuvo 7.363.264 votos y en las parlamentarias de diciembre de 2015, 7.726.066. El chavismo, por su parte, obtuvo 7.587.532 votos en 2013 y 5.622. 844 en diciembre de 2015. La travesía antigubernamental hacia el Palacio de Miraflores es, por tanto, ardua e incierta.

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