Macron se apoya en políticos veteranos para poner en marcha su ‘revolución’
El nuevo presidente forma un Gobierno transversal, paritario y con ministros de la sociedad civil
Emmanuel Macron se rodeará de políticos veteranos y de conservadores moderados para sacar a Francia del estancamiento y reforzar su posición en Europa y el mundo. Ideológicamente transversal, casi paritario y abierto a sociedad civil: el primer Gobierno del quinquenato Macron, anunciado ayer, es un nuevo paso para reconfigurar el paisaje político francés. Macron agravó la brecha en Los Republicanos, el viejo partido de la derecha, al poner al mando de las reformas económicas a ministros procedentes de sus filas. Experimentados socialistas garantizarán la continuidad del Estado al frente de carteras clave como Exteriores e Interior.
Macron dio un paso más en el experimento para superar las divisiones entre derecha e izquierda que durante décadas han estructurado la política en Francia, y el resto de los países democráticos.
Primero fue la victoria el 7 de mayo con un mensaje que conjugaba ideas de ambos bandos, lo que él llama el progresismo por oposición al conservadurismo tanto de derechas como de izquierdas. Después, el nombramiento como primer ministro del alcalde de Le Havre Édouard Philippe, hombre de derechas, miembro de Los Republicanos.
El nombramiento ayer de los 18 ministros y cuatro secretarios de Estado que integrarán el Gobierno, apunta en la misma dirección. Incluye a socialistas y republicanos. También a miembros de la sociedad civil, como el famoso activista medioambiental y estrella televisiva Nicolas Hulot en Medio Ambiente, o la editora Françoise Nyssen en Cultura. La mitad son mujeres, aunque si se incluye al primer ministro en el recuento hay un hombre más. Todo, menos un ministro y dos secretarios de Estado, son mayores que Macron, de 39 años.
El primer Gobierno de la presidencia Macron —anunciado con un día de retraso para verificar que los ministrables estaban libres de escándalo— es fruto de delicados equilibros.
Los 22 deberán traducir la revolución Macron —la promesa de cambio que ha despertado su victoria electoral— en la gestión cotidiana de un Estado a veces anquilosado como es el francés. El Gobierno combina cambio y continuidad. Cambio, en la apertura ideológica y en la diversidad de género e itinerario profesional. Continuidad, en la trayectoria probada de sus miembros más destacados.
El socialista Jean-Yves Le Drian, nuevo ministro de Exteriores, ha llevado la cartera de Defensa en los últimos cinco años. Gérard Collomb, titular de Interior, lleva 18 años como senador y 15 como alcalde de Lyon. La eurodiputada Sylvie Goulard, que herederá Defensa de Le Drian, conoce como pocos en Francia los engranajes de la Unión Europea. François Bayrou, ministro de Justicia, ya ha sido ministro y es una presencia permanente en la política francesa desde hace décadas. Macron no pondrá el poder duro en manos de novatos. Y los cuatro tienen en común que se adhirieron a Macron cuando aún era candidato.
Un segundo círculo lo forman los ministros del ámbito económico, Bruno Le Maire y Gérald Darmanin. Le Maire, nuevo ministro de Economía, es diputado de Los Republicanos y en 2016 fue candidato de este partido a las primarias. Darmanin, el ministro más joven, diputado y alcalde de la ciudad de Tourcoing, se encargará de las cuentas públicas. De la otra pata del área económica, el ministerio de Trabajo, se ocupará Muriel Pénicaud, hasta ahora directora general de Business France, el organismo público dedicado a la promoción internacional de empresas francesas. Antes Pénicaud ostentó cargos de responsabilidad en Danone y Dassault Systèmes.
El mensaje es doble. A la izquierda, un aviso de que las reformas para liberalizar la economía francesa van en serio. Tres figuras clave en el nuevo gobierno —el primer ministro y los responsables de Economía y Finanzas— vienen de Los Republicanos, el partido del derrotado candidato presidencial François Fillon y del expresidente Nicolas Sarkozy. Macron no ha elegido a sindicalistas, ni a socialistas para acometer esta tarea sino a políticos de la otra orilla. La primera prueba será la reforma laboral.
“Al poner Bercy [sede de los ministerios de Economía y Finanzas] a Bruno Le Maire y Gérald Darmanin, el primer ministro Édouard Philippe tendrá la garantía de poder llevar a cabo una política económica de derechas y al mismo tiempo, de derechas”, dice un comunicado del PS, ironizando con la muletilla preferida de Macron, “al mismo tiempo”.
A la derecha, el mensaje también es claro: la ‘opa hostil’ que comenzó con el nombramiento del primer ministro Philippe no cesará.
La reacción inmediata de Los Republicanos fue expulsar del partido a los miembros del Gobierno. La segunda, la alarma ante el intento por parte de Macron de reventar el eje izquierda/derecha para sustituirlo por un centro amplio enfrentado a la derecha radical y la izquierda radical, “una alternativa inaceptable entre En Marche! [el partido de Macron] y los extremos”, dijeron en un comunicado.
El Gobierno es provisional. Su viabilidad dependerá de que en las elecciones legislativas del 11 y el 18 de junio los franceses den una mayoría suficiente a La República en marcha, el partido de Macron, y a sus aliados en el centroizquierda y el centroderecha.
Si es así, el Gobierno continuará. Si no, habrá sobrevivido poco más de un mes. De ahí que su misión hoy no sea sólo gobernar sino ganar los comicios.
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