La metamorfosis de las fuerzas armadas rusas
Putin ha llevado a cabo desde 1999 un constante esfuerzo de modernización y reorganización del Ejército
A punto de acabar el servicio militar obligatorio (un año), Maxim está ante el dilema de volver a sus estudios o firmar el contrato que le han ofrecido para seguir en el Ejército. Si opta por su carrera civil, este joven ruso de 20 años se convertirá en una carga para sus padres, que, afectados por la crisis económica, le presionan para que permanezca en el cuartel. El Ministerio de Defensa le promete al muchacho 35.000 rublos de sueldo (564 euros) al mes, pero su novia, temerosa de los riesgos reales —como la guerra de Siria— y contraria a la vida de nómada, amenaza con plantarlo si opta por las Fuerzas Armadas. No es una decisión sencilla para el joven, considerando que el sueldo medio en la provincia donde reside, en la zona europea de Rusia, ronda los 20.000 rublos al mes (322 euros).
El caso de Maxim es un ejemplo de los motivos económicos que contribuyen a fomentar el atractivo de la profesión castrense en Rusia, cuyos dirigentes cultivan el espíritu militar de los jóvenes ciudadanos con una profusa narrativa patriótica. Bien equipados, más disciplinados y respaldados por una retórica que los valora, los soldados rusos son muy diferentes de aquellos muchachos de uniformes y calzado variopinto (pantuflas y chanclas incluidas), que, en los años noventa, pedían cigarrillos a los periodistas en los puestos de control de Chechenia.
Durante la década de los noventa, Rusia rebajó sus gastos militares en valores absolutos y porcentuales. Según los cálculos del SIPRI, éstos pasaron del 4,9% al 3% del PIB entre 1992 (41.932 millones de dólares, en valor constante de 2015) a 1998 (14.000 millones de dólares). Los gastos iniciaron una tendencia constante al alza a partir de 1999, el año en que Putin fue nombrado jefe de Gobierno. En aquel ejercicio, los gastos supusieron el 3,3% del PIB y el 9% de los gastos gubernamentales, siempre según SIPRI. En 2014, el presupuesto ya suponía el 4,5% del PIB y un 11,8% de los gastos del gobierno y siguió aumentando en 2016 (70.345 millones de dólares, el 5,3% del PIB y el 15,5% de los gastos gubernamentales).
Cuando Putin llegó al poder hace 17 años, el Ejército ruso tenía 1,3 millones de personas; ahora oficialmente cuenta con cerca de un millón de soldados, aunque en realidad tiene entre 870.000 y 900.000, explica el analista militar Alexander Golts. Las Fuerzas Armadas están integradas por soldados de reemplazo y contratados. Estos últimos (en torno a los 385.000), superan por primera vez en la historia al número de soldados de reemplazo (unos 300.000), según Golts. Serguéi Shoigú, el ministro de Defensa, aspira a la total profesionalización del Ejército.
Además del Ministerio de Defensa, otras instituciones rusas disponen de contingentes armados (ministerios de Interior y de Situaciones de Emergencia, Servicio Federal de Seguridad, y servicio de Ferrocarriles, entre ellas), lo que supone un millón de uniformados más, afirma el experto. En 2016, Putin creó la Guardia Nacional, adonde han sido transferidas diversas tropas de Interior. Este nuevo departamento, que permite al presidente un control más ágil que el Ministerio del Interior, tiene funciones antidisturbios y de mantenimiento del orden público, entre otras.
Entre 2008 y 2012, siendo ministro de Defensa Anatoli Serdiukov, el Ejército experimentó la "reforma más importante" del siglo, según Golts. Antes de esa reforma, explica, "la concepción de defensa en Rusia se basaba en la movilización masiva de millones de reservistas en caso de guerra". En tiempos de paz, el ejército se entendía como una escuela militar elemental por donde debían pasar el mayor número posible de varones para poder recurrir a ellos en caso de necesidad, explica. Pero este tipo de organización era inadecuada para combatir a los secesionistas de Chechenia. En 1999 Moscú no pudo encontrar la unidad militar de 65.000 personas que necesitaba para combatir la "agresión del terrorismo internacional" en el Cáucaso del Norte. Rusia solo disponía entonces de unidades de combate de 55.000 hombres, que además estaban dispersas por todo el país. "El ejército tenía 1,4 millones de personas y no había nadie que pudiera luchar", explicó el presidente en 2006.
Serdiukov acabó con el sistema de movilización masiva, diezmó el número de unidades, completando todos sus efectivos con carácter permanente. Eso les permitió órdenes de inmediato y, de ese modo, en febrero de 2014, tuvo lugar "el mayor éxito en la modernización del Ejército ruso, cuando, en vísperas de la anexión de Crimea, por orden de Putin, 40.000 soldados se desplegaron a lo largo de la frontera de Rusia con Ucrania en un tiempo récord", señala Golts.
Serdiukov echó a 130.000 oficiales y mejoró la proporción entre el número de soldados y de mandos. Hoy, el ejército tiene una estructura más racional y, siguiendo el modelo norteamericano, recurre a unidades muy flexibles que se pueden reforzar con artillería y tanques. Los sargentos son ahora soldados contratados, mayores y más experimentados que los soldados de reemplazo. Antes, los sargentos procedían del contingente de reemplazo y tenían que "utilizar los puños" para imponerse, señala el experto.
Entre las novedades de la organización militar rusa está la creación de un mando de operaciones especiales, que antes dependían del Directorio Central de Espionaje (el GRU) del Ministerio de Defensa, dice Golts. También es novedad la creación de unidades especializadas en el ciberespacio, de las que se sabe muy poca cosa, así como la aparición de fuerzas militares cósmicas, y contingentes especiales para la defensa del Ártico. No obstante, tras el despliegue de la OTAN que ha seguido a la anexión de Crimea y la guerra en el Este de Ucrania, los militares rusos están volviendo a la vieja estructura de "unidades militares incompletas", advierte Golts. La razón es que, al querer oponerse militarmente a la OTAN, Rusia se ve obligada a extender sus tropas a lo largo de sus fronteras occidentales, desde el Ártico al mar Negro, y a la agenda militar del Kremlin, retornan las tareas afrontadas por la Unión Soviética, difíciles de cumplir por razones demográficas y económicas, afirma el experto.
Valentina Mélnikova, la veterana dirigente de la ONG Madres de los Soldados, confirma que el Ejército ruso es más disciplinado que en el pasado, pero opina que la situación se está deteriorando desde que Serguéi Shoigú sustituyó a Serdiukov al frente de Defensa a fines de 2012. "En la historia de la reforma militar hubo un periodo muy bueno, de 2008 a 2012, cuando el presidente era Dmitri Medvédev y el ministro, Serdiukov. En 2012 había desaparecido las humillaciones como las novatadas porque Medvédev y Serdioukov, de forma muy valiente echaron a los oficiales de grado intermedio, que eran portadores de aquel sistema y desaparecieron así los veteranos traumatizados de la guerra de Afganistán o Chechenia", dice. Según Mélnikova, "Serdiukov daba órdenes y controlaba, lo que evitaba suicidios y novatadas, pero Shoigú se preocupa de otras cosas, "como reconstrucciones patrióticas utilizando una réplica del Reichstag, y de enviar ilegalmente a sus soldados y oficiales a Ucrania". Según la activista, las Fuerzas Armadas son utilizadas "como si fueran partisanos y en servicios de sabotaje que no les corresponden y que realizan sin fichas de identificación personal, sin uniforme reglamentario y sin contar con la protección estatal de la que disponen los servicios especiales".
En los años noventa, en la guerra contra los secesionistas de Chechenia, las Madres de los Soldados llegaban a recibir 10.000 quejas de abusos en las Fuerzas Armadas al año. Ahora reciben cerca de 1.000 quejas anuales, en parte porque los rusos tienen más miedo. Mélnikova afirma haber recibido cinco quejas procedentes de miembros de las unidades de defensa antiaéreas rusas cuando estas, habiendo recibido la orden de desplazarse al puerto ruso de Novorosisk en febrero de 2014, fueron trasladadas por sorpresa a la república autónoma de Crimea, en Ucrania, a través del estrecho de Kerch.
La tercera potencia con mayor gasto militar
El grueso de los gastos militares es secreto en Rusia, cuyo presupuesto estatal para 2017 dedica 2,84 billones de rublos a Defensa (más de 45.800 millones de euros al cambio actual), lo que supone una mengua en relación con los 3,78 billones de rublos destinados a este concepto en 2016.
A estas sumas, deben añadírseles otros gastos militares dispersos en diversos capítulos presupuestarios, desde la construcción a la sanidad. Las estimaciones del total varían en función de los procedimientos y conceptos incluidos por las diferentes instituciones analíticas. Según datos del Instituto de Investigaciones Internacionales y problemas de la Paz de Estocolmo (SIPRI), en 2016 Rusia incrementó en un 5,9% sus gastos de defensa y, (desbancando a Arabia Saudita) se situó en el tercer lugar por sus gastos bélicos (69.245 millones de dólares), quedando por debajo de EE UU (611.186 millones de dólares) y China (215.176 millones).
En 2016 Rusia añadió una asignación de cerca de 800.000 millones de rublos al presupuesto de defensa para que las empresas que producen para el sector militar pudieran pagar las deudas acumuladas, contraídas con los bancos. En relación a sus respectivos PIB, Rusia dedica el 5,3% a fines de defensa; EEUU, el 3,3% y China el 1,9%, según SIPRI. Por su parte, el Instituto Gaidar de Moscú calcula los gastos militares de Rusia en 4,94 billones de rublos (5,7% del PIB) en 2016. En el conjunto de los gastos militares del mundo, según SIPRI, a Rusia le corresponden el 4,1%, mientras EEUU y China tienen porcentajes del 36% y el 13% respectivamente.
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