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La visita del Papa agita el caso de un italiano asesinado en Egipto

La familia del joven estudiante torturado y asesinado espera algún gesto del Pontífice que desbloquee una investigación que ha congelado las relaciones entre ambos países

Daniel Verdú
Un hombre conduce su bicicleta en el cartel de la visita del Papa a El Cairo al fondo.
Un hombre conduce su bicicleta en el cartel de la visita del Papa a El Cairo al fondo. AMR ABDALLAH DALSH

Giulio Regeni, un estudiante de 28 años que había viajado a El Cairo para completar su doctorado, salió a cenar el 25 de enero de 2016 con unos amigos y nunca llegó a la cita. Su cadáver, semidesnudo y con rastros de una larga tortura, apareció en la cuneta de una carretera diez días después. Tras las absurdas explicaciones oficiales y las trabas en la investigación —que apunta a alguna rama de los servicios secretos—, el embajador italiano abandonó Egipto y no ha vuelto. Mañana el papa Francisco aterriza en El Cairo y la familia le ha pedido algún gesto.

Desde el primer minuto no encajaba nada. Cuando encontraron el cadáver de Giulio Regeni, no llevaba ninguna documentación. Además, le habían golpeado tanto, que era incluso difícil reconocer su rostro. Eso fue lo primero que extrañó a su madre. Entonces, ¿cómo supieron tan rápido que era él? La primera versión fue la del accidente de tráfico. Pero tras esa patraña, llegaron explicaciones todavía más absurdas: había sido un robo y su pasaporte fue encontrado en casa de los supuestos delincuentes. Sin embargo, estos habían muerto en un tiroteo posterior. Así que los culpables ya no estaban y nadie podía dar explicaciones. El Gobierno italiano rechazó esta versión y llamó a consultas a su embajador, que no ha vuelto desde hace un año.

La exigencia de justicia en este caso se ha convertido en un clamor popular en Italia. En cada pueblo hay una pancarta recordándole y exigiendo la verdad sobre lo que sucedió. Sus padres se han movilizado en todas las esferas —incluido con el Papa— e Italia mandó un grupo de investigadores a El Cairo para aclarar el asunto. Pero el caso sigue sin resolverse y las relaciones entre ambos países continúan condicionadas por el asesinato. Por eso la visita del papa Francisco, que ha demostrado una extrema sensibilidad por la defensa de los derechos humanos, ha revitalizado el interés y ha abierto una puerta de esperanza en sus padres.

El Vaticano: “Una cuestión entre dos Estados”

El secretario de Comunicación del Vaticano, Greg Burke, fue preguntado esta semana por el asunto y sobre el papel que el Papa podría desempeñar durante su visita. Lo cierto es que nadie sabe si querrá pronunciarse, pero en cualquier caso el Vaticano dejó claro que es “una cuestión, fundamentalmente, entre dos Estados”.

“El Pontífice, como todos los que vivimos en Italia, es consciente del caso. Ha rezado por él y participa del dolor de la familia. Pero hay que entender cómo funciona la Santa Sede. Cuando puede, atiende las demandas que llegan, pero trabaja con máxima discreción por respeto a todas las partes implicadas”, señaló Burke.

Un año después, la verdad sobre el caso Regeni es una incógnita, aunque el Gobierno italiano, según ha revelado la familia, ya tiene una posible lista de las personas que estuvieron implicadas en el asesinato. Quizá tomándole por un espía que preguntaba demasiado —su investigación, dirigida desde la Universidad de Cambridge, se basaba en los sindicatos que propiciaron la revolución de 2011— o para complicar las relaciones internacionales del régimen del mariscal Abdelfatá al Sisi, con quien se verá el Papa.

Luigi Manconi, senador del Partido Democrático (PD) encargado de la comisión de Derechos Humanos, ha seguido el caso y no es optimista. “La investigación está completamente parada. A Italia solo le dejaron ver una parte del material prometido. No se han dado las condiciones que se pedían como el encuentro entre el fiscal egipcio y los familiares. Los vídeos de vigilancia en torno al lugar donde desapareció y donde se encontró el cadáver no han llegado. Todo va con una lentitud desesperante. Y hay mentiras, como la fecha en la que empezó la vigilancia sobre Giulio [ese dato también mutó con el tiempo]”, denuncia a este periódico.

En la visita del Papa a Egipto, que empieza mañana, subyace la idea de tender puentes con el islam, arropar a la amenazada comunidad cristiana y participar en una conferencia de paz auspiciada por la Universidad suní de Al Azhar. Pero la familia de Regeni ha empujado para encajar el asesinato de su hijo en la agenda. En un correo electrónico a EL PAÍS explican su posición: "No puede haber una verdadera paz enre pueblos si en la base no hay una propensión a la verdad y, por tanto, a la búsqueda de justicia. No solo para Giulio, sino para todos los giulios de Egipto. El Papa podría recordar que estamos esperando justicia y verdad sobre el asesinato de nuestro hijo".

Los equilibrios diplomáticos, como suele suceder, seránn complicados. Y más cuando algunas voces alertan de lo delicado de un encuentro que muchos podrían ver como una legitimación de un régimen que comenzó tras el golpe de Estado de 2013 y el encarcelamiento del islamista Mohamed Morsi. Pero la fama que arrastra la diplomacia vaticana no es gratuita.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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