Las mujeres del ISIS: esposas, esclavas sexuales pero no milicianas
El grupo yihadista, pese a atraer a cientos de seguidoras al califato, es el más regresivo en su uso en combate o acciones terroristas y se esfuerza en invisibilizarlas
Están, pero no están. Sirva el siguiente ejemplo: un nutrido equipo de reporteros de la cadena estadounidense CNN recopiló el pasado febrero los atentados organizados o inspirados en todo el mundo por el Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés) desde junio de 2014, mes de la proclamación del califato en la ciudad iraquí de Mosul. La cifra que obtienen es de 143 ataques en 29 países. El número es hoy más alto, pero no altera una de las posibles conclusiones: solo hay una mujer identificada con nombres y apellidos en el apartado de atacantes. Se trata de Tashfeen Malik, la paquistaní de 29 años que, junto a su marido, Syed Rizwan Farook, de 28 años, asesinó a 14 personas en San Bernardino (California, EE UU), el 2 de diciembre de 2015. Siendo así y como es habitual en la propaganda yihadista, el grupo debería haberla entronizado con la publicación de la elegía tipo que dedica a sus mártires. Pero ni rastro de ello. Ni siquiera difundieron su fotografía.
El ISIS no es solo el grupo armado que más combatientes extranjeros ha atraído sino también uno de los que más mujeres ha reunido para la causa. Se calcula que entre los alrededor de 5.000 europeos que han viajado a Siria e Irak, un 10% son mujeres. Una cifra que también sirve para el caso español. Según los datos difundidos por el Real Instituto Elcano en un foro celebrado recientemente en Madrid, de los 208 reclutas del ISIS que han partido de España, 21 eran mujeres.
El grupo yihadista no tuvo nada que ver en el plan de ataque de San Bernardino, pero Malik juró lealtad al califa, Abubaker al Bagdadi, a través de las redes poco antes de coger el fusil. El ISIS asumió como suyo el atentado; citó a Malik por su nombre completo en el número 13 de su revista Dabiq, e incluso difundió fotos de la cuna del bebé que tenía la pareja. La imagen de la joven paquistaní no apareció. Una invisibilidad habitual en la retórica del ISIS. "Parece que no quieren incitar a otras mujeres a participar en matanzas", dice la experta en terrorismo y profesora de la Universidad de Georgia Mia Bloom, invitada al foro de Elcano sobre yihadismo y mujer.
Entre las conclusiones presentadas por Carola García-Calvo, investigadora del think tank español, hay una que coincide con la de otros expertos en terrorismo: el potencial de las mujeres para atentar, una estrategia "win-win" (ganadora 100%) por la letalidad de la acción —"capaces de ocasionar hasta cuatro veces más víctimas que sus colegas masculinos", señala la investigadora— y el efecto mediático. Un ataque de una mujer, dice la analista Rachel Avraham en su libro Mujeres y yihad tiene ocho veces más cobertura que uno llevado a cabo por un hombre.
Pero en los medios yihadistas, precisamente, las mujeres son aún casi invisibles. El experto en propaganda yihadista Michael S. Smith II alertó hace unos meses de que en las revistas del ISIS las mujeres eran pixeladas para borrar sus rostros —en sintonía con la versión más rigorista del islám —. Sigue pasando. La norma es que en cada una de las fotografías que el aparato mediático difunde, tengan o no violencia de por medio, las mujeres aparezcan difuminadas a través de un retoque informático. No hay rostros. Así es, en efecto, si se consultan los ejemplares de la revista Dabiq y su sucesora Rumiyah. Ni siquiera mostraron a Malik pese a alabar su acción en San Bernardino. Y eso casa con lo que apunta la profesora Bloom: "El ISIS concede un papel muy limitado a las mujeres, va hacia detrás, retrocede incluso en relación a Al Qaeda en Irak, sus orígenes, que usó a muchas mujeres".
La rama iraquí de Al Qaeda, liderada por el díscolo Abu Musab al Zarqaui, abrió la puerta a que las mujeres atentaran. Y buen ejemplo de ello fue la belga Muriel Degauque, que hizo explotar su carga explosiva contra soldados estadounidenses en Bagdad en noviembre de 2005. A partir de ahí, mucho debate entre los fieles. Ayman al Zawahiri, actual íder de Al Qaeda, mantiene su rechazo, pese a que su esposa, Umaima Hasan, ha escrito sobre un papel más activo de las mujeres en la yihad. Otras organizaciones, simplemente, han atacado con sus reclutas femeninas: los talibanes, grupos chechenos, milicias kurdas, los africanos Al Shabab y Boko Haram...
Antes de los atentados de Bataclan, el 13 de noviembre de 2015, la profesora Bloom notó un especial interés en los foros yihadistas sobre la cuestión de la mujer. El califa Al Bagdadi tenía que pronunciarse. Por un momento pareció que la muerte en una redada de Hasna Ait Boulahcen, que según las primeras informaciones había detonado una carga explosiva adherida, avalaba los atentados de las yihadistas del ISIS. Pero la joven de 26 años murió de asfixia tras una explosión. Cuestión sin responder.
"Las mujeres han sido muy buenas reclutando a otras mujeres y atrayendo la atención en las redes sociales", continúa Bloom. Y como ejemplo la británica Sally Jones, de 48 años, también conocida como Umm Husain al Britani, en la lista de terroristas de Naciones Unidas por reclutar a través de Internet y llamar a atacar Reino Unido. Aún se la cree en tierras del califato.
El ISIS ha preferido remarcar el papel tradicional que han tenido en las organizaciones yihadistas, esto es, ser las madres de los cachorros que sirvan mañana al combate. También las han engañado a través del vínculo sentimental para luego acabar como prostitutas esclavas del grupo, según señala una analista del español CITCO (Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado) que prefiere no ser identificada. Esta experta destaca además la dificultad de detectar la radicalización de una mujer, más "privada y sutil" que la de un hombre —según datos de Elcano, más de la mitad de las españolas ha iniciado el proceso en la Red; el 61% ha dado el paso hacia la yihad por motivaciones emocionales y afectivas—.
Pero que el ISIS no haya usado a mujeres para atentar no quiere decir que no lo vaya a hacer ahora que pierde terreno. "Si bien la vida en el califato estaba sujeta a fuertes medidas de control social en cuanto al comportamiento que las mujeres debían tener en todas las facetas de su vida", escribe García-Calvo en un análisis, "en suelo europeo estas no operan con tanto rigor y sería menos traumático transgredirlas desde el punto de vista doctrinal". La profesora Bloom va un poco más lejos: "Las condiciones que se han dado justo antes de que otros grupos religiosos [terroristas] cambiasen de idea sobre las mujeres se están dando ahora [en el ISIS]".
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