Las sospechas acorralan al jefe del comité que investiga a Trump y Rusia
Los demócratas piden la dimisión del republicano Devin Nunes como presidente del Comité de Inteligencia por posible colusión con la Casa Blanca
La investigación que está llevando a cabo el Comité de Inteligencia del Congreso de Estados Unidos sobre la interferencia de Rusia en las elecciones de 2016 va camino de destruir el propio comité y la reputación de su presidente, el republicano Devin Nunes, antes de haber encontrado nada concluyente. Las sospechas sobre los últimos movimientos de Nunes alrededor de la Casa Blanca, que han servido para distraer y confundir la investigación, se intensificaron este lunes hasta el punto de que los líderes demócratas en el Capitolio pidieron su dimisión al frente del Comité, en lo que supone una ruptura del espíritu bipartito que es la base de la credibilidad de la investigación.
El Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes es el encargado por ambos partidos de investigar los intentos del espionaje ruso por influir en las elecciones de Estados Unidos a favor de Donald Trump. Esa investigación fue ampliada cuando Trump acusó sin pruebas a su antecesor, Barack Obama, de haberle pinchado el teléfono. Nunes está bajo sospecha de trabajar de forma coordinada con el equipo de Trump desde que el miércoles pasado acudiera a la Casa Blanca por sorpresa para comunicar al presidente que había tenido acceso a información de inteligencia en la que aparecían personas de su equipo, quizá el mismo Trump. El congresista californiano no informó al resto del Comité de Inteligencia de este hallazgo, sino a la persona supuestamente más afectada por la investigación.
Además, dio una rueda de prensa en la que trató de justificar su acción ante la atónita prensa de Washington diciendo que era su deber patriótico informar al presidente de lo que había visto. Apenas dejó entrever que se trata de información de espionaje en la que aparecen nombres de personas cercanas a Trump en contacto con oficiales rusos.
Que salgan personas del entorno del presidente en las escuchas no significa que sus comunicaciones estuvieran pinchadas, sino que aparecen como personajes colaterales de la recolección de información, explicó el propio congresista. Nunes dijo que la recolección de datos era legal y que su contenido era irrelevante, pero que le preocupaba el hecho de que los nombres estuvieran completos, y no ocultos, en esos informes que estaban circulando por Washington. Nunes fue miembro del equipo de confianza de transición de Trump.
Al día siguiente, Nunes se disculpó públicamente por no haber compartido esa información con sus colegas de la comisión parlamentaria. El demócrata de mayor rango en la comisión, el también californiano Adam Schiff, expresó su estupor por lo que estaba pasando, pero no rompió puentes con su colega republicano.
El extraño movimiento de Nunes sirvió a Donald Trump para decir que se sentía “de alguna manera” reivindicado en su explosiva afirmación de que Barack Obama había ordenado espiar sus teléfonos en la Torre Trump después de la elección. Esa afirmación fue negada por el propio Obama, por los anteriores jefes de los servicios de inteligencia y por los actuales. Pero Nunes sirvió de balón de oxígeno al menos para los más firmes creyentes en la acusación de Trump, que tiene su origen en un artículo sin pruebas de la web marginal de extrema derecha Breitbart, que dirigía hasta hace poco el que hoy es su jefe de gabinete.
Dos días después, el viernes pasado, Nunes añadió aún más confusión al cancelar por sorpresa el testimonio ante su comité del, James Clapper, anterior jefe de los servicios de inteligencia, John Brennan, exdirector de la CIA, y Sally Yates, fiscal general interina de Estados Unidos. Según él, necesita primero reunirse en privado con los actuales directores de la NSA y el FBI.
El último episodio de este sainete ha llegado este lunes, cuando Nunes ha reconocido que la noche antes de hacer sus explosivas declaraciones y de acudir a la Casa Blanca, se reunió con una fuente de esa misma información en la Casa Blanca. No dijo quién era esa fuente. Es decir, el presidente del comité recibe una información de manera confidencial en el recinto de la Casa Blanca y al día siguiente acude a ese mismo lugar a enseñársela al presidente y no a sus colegas.
Tras conocerse este detalle, líderes demócratas como el senador Chuck Schumer o la congresista Nancy Pelosi han pedido la dimisión de Nunes como presidente del comité que investiga a Trump. Schiff, por su parte, ha afirmado que su colega republicano debería recusarse a sí mismo en este asunto. La colaboración bipartita en la investigación sobre Rusia está este lunes hecha añicos.
Toda la confusión creada por Nunes parece tener la intención de posponer testimonios que serían dañinos para el presidente. El lunes pasado, la audiencia en el comité del actual director del FBI, James Comey, y del director de la NSA, Michael Rogers, marcó uno de los puntos más bajos de la presidencia de Trump. Ambos negaron categóricamente que nadie haya espiado al presidente. Pero además, Comey confirmó públicamente por primera vez que el FBI investiga las interferencias rusas en la campaña electoral y su relación con la campaña de Trump desde julio pasado.
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