El Gobierno de Trump pide hacer más contra la capacidad del ISIS de inspirar ataques en el extranjero
En una reunión de la coalición contra el ISIS, EE UU propone crear zonas seguras para refugiados en Siria
Estados Unidos se involucrará más en la guerra contra el Estado Islámico, pero los aliados deben hacer lo mismo. Este es el mensaje que mandó este miércoles el secretario de Estado, Rex Tillerson, en una reunión en Washington de ministros de Exteriores de la coalición de 68 países que integran la campaña contra el ISIS, como se conoce al grupo yihadista por sus siglas inglesas. Tillerson apostó por crear zonas seguras para refugiados en Siria y pidió redoblar los esfuerzos contra la capacidad del ISIS de inspirar ataques solitarios en el extranjero.
Tras sus dos primeros meses en la Casa Blanca, Donald Trump todavía no ha revelado su hoja de ruta contra el ISIS en Irak y Siria. Pero, en la primera cita de la coalición bajo la nueva presidencia, Tillerson dejó claro que el mandatario republicano se alejará de la cautela de su predecesor, el demócrata Barack Obama. “Estados Unidos aumentará la presión contra el ISIS y Al Qaeda, y trabajará para establecer zonas interinas de estabilidad, mediante altos al fuego, para permitir que los refugiados vuelvan a sus hogares”, dijo el jefe de la diplomacia estadounidense en la primera sesión de encuentros, la única abierta a la prensa.
La creación de las llamadas zonas seguras, que Trump ya había avanzado en una entrevista en enero, supondría un punto de inflexión en la estrategia de Washington en Siria. Para garantizar la protección de áreas para refugiados que han huido del ISIS, EE UU tendría presumiblemente que fijar zonas de exclusión aérea y desplegar tropas sobre el terreno. Obama se había resistido a tomar ese paso ante el temor de que pudiera atrapar a EE UU en el polvorín sirio, y propiciar choques con la aviación rusa y el Ejército de Bachar el Asad con los que no colabora en la lucha contra el ISIS.
Trump -que en la campaña electoral prometió atacar sin piedad a los yihadistas y que como presidente ha dado más libertad al Pentágono- está dispuesto a correr riesgos, pero pide ir de la mano de sus aliados. “Las circunstancias sobre el terreno requieren más de todos vosotros”, dijo Tillerson.
Irak pide contener las diferencias regionales
El primer ministro iraquí, Haidar al Abadi, fue el invitado de honor a la reunión de la coalición contra el ISIS. Dos días después de reunirse con Donald Trump en la Casa Blanca, pidió que se contengan las "diferencias y conflictos regionales" porque son las "principales razones" que dieron alas a la irrupción del grupo extremista suní.
Otro de los participantes a la cita fue el ministro de Asuntos Exteriores español, Alfonso Dastis, que destacó el "compromiso" del Gobierno en reforzar su contribución a la estabilización de Irak y Siria. Dastis explicó a la prensa que comunicó a sus colegas el reciente aumento a 425 del número de efectivos españoles que entrenan a fuerzas iraquíes.
Dastis mantuvo, junto al resto de representantes de los países de la OTAN, una reunión paralela con Rex Tillerson que organizó el secretario de Estado norteamericano para paliar su ausencia a la cita ministerial de la Alianza Atlántica prevista para principios de abril. Tillerson ha propuesto unas nuevas fechas para esa cita en Bruselas.
Habló de un “progreso significativo” en los dos años y medio de coalición, pero reclamó a los integrantes aumentar su contribución militar y económica. El mensaje va en línea con la solicitud de Trump -que quiere reforzar el músculo bélico de la primera potencia mundial- a los miembros de la OTAN de que gasten más en defensa.
Hubo más peticiones del secretario de Estado: mejorar la coordinación entre socios para impedir movimientos de terroristas, compartir más datos de inteligencia y acabar con la fuerza propagandística del ISIS en Internet.
“No debe florecer un califato digital en lugar de uno físico”, alertó Tillerson. Recordó que ataques inspirados por el yihadismo como los de Niza, Berlín u Orlando demuestran que Internet es la “mejor arma” para radicalizar. Pidió una mayor contribución de la industria tecnológica y dijo que países como Arabia Saudí y Egipto pueden hacer más en combatir sobre el terreno el atractivo yihadista.
Carles Castelló-Catchot, jefe de gabinete del Centro Brent Scowcroft del Atlantic Council, un laboratorio de ideas en Washington, no anticipa un viraje drástico en la estrategia de EE UU contra el ISIS. “A pesar de la retórica más agresiva de Trump, la realidad sobre el terreno y los delicados equilibrios a mantener con Rusia, Turquía y El Asad apuntan a cambios modestos con respecto a Obama”, sostiene el experto. Entre las posibles modificaciones, aparte de la creación de zonas seguras, menciona un incremento del número de tropas y de su capacidad de entrar en combate.
Filosofía Obama
De hecho, Tillerson descartó dar un volantazo a la filosofía de Obama de que sean las fuerzas y políticos locales los que lleven la iniciativa. “No estamos en el negocio de construcción de países”, señaló, y alegó que las comunidades afectadas por la guerra deben tomar el liderazgo en la reconstrucción.
Pese a sus diferencias, Trump y Obama comparten la reticencia al papel de Washington como policía del mundo que impone cambios democráticos. Es un contraste con la doctrina conservadora que inspiró la invasión de Irak en 2003 y que sumió al país en el caos.
El secretario de Estado combinó las demandas de más acción a los aliados con un balance optimista de la campaña internacional contra el ISIS, iniciada en 2014 y que incluye ataques aéreos y asesoramiento militar sobre el terreno. Dijo que es “cuestión de tiempo” que muera Abu Bakr al Bagdadi, el líder del grupo extremista suní. Y aseguró que los milicianos han perdido un 62% de territorio en Irak y un 30% en Siria, y que se ha desplomado la llegada de combatientes extranjeros.
La cita en Washington tenía la mirada puesta en el futuro. Se espera que en los próximos meses el Ejército iraquí libere Mosul, el mayor feudo del ISIS en Irak. También que una amalgama de milicias aunadas por EE UU -vistas con recelo por Turquía- lance una ofensiva contra Raqa, la capital del califato en Siria. Entonces, se entrará en una nueva fase de estabilización y de incertidumbre sobre cómo no alienar a la población local y gestionar el control del territorio liberado en medio de pugnas sectarias, regionales e internacionales.
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