Los nórdicos sacan músculo militar frente a viejos fantasmas rusos
Noruega, Suecia y Finlandia refuerzan sus recursos militares ante las tensiones y el temor a Rusia
"Finlandia debe prepararse para el uso de la fuerza". Así comienza el plan de Defensa del Gobierno del país nórdico que aprobó el Parlamento (Eduskunta) el mes pasado. Helsinki ve una creciente amenaza rusa en la región del mar Báltico y el Ejecutivo ha decidido aumentar las tropas en 50.000 efectivos; de los 230.000 soldados reservistas actuales a los 280.000, además de renovar buena parte de su equipamiento militar. La vecina Noruega recibió a principios de año un contingente de 300 soldados estadounidenses para entrenar en su territorio. Se trata de la primera vez que Oslo aprueba la presencia de tropas extranjeras —y que no estén bajo mandato de la OTAN— desde tiempos de la Guerra Fría. Y la mili, el servicio militar obligatorio, vuelve a ser una realidad para los jóvenes suecos a partir de 2018. En el primer año, unos 4.000 de los 88.000 nacidos en 1999 serán reclutados .
Helsinki lleva ya tiempo afirmando que la actividad militar en el Báltico —con ejercicios tanto de la OTAN como de efectivos rusos, pues el país tiene presencia en la región a través del enclave extremadamente estratégico y militarizado de Kaliningrado (entre Polonia y Lituania)— ha contribuido a un incremento de la tensión entre Moscú y sus vecinos europeos. El Gobierno conservador finlandés (y el sueco y el noruego) reconoce, sin embargo, que la máxima tensión se sitúa desde 2014 en Ucrania derivada de la anexión “ilegal”, para las potencias de Occidente, de la península de Crimea por parte de Moscú. “La seguridad en Finlandia se ha deteriorado desde la anexión de Crimea y el conflicto en el este de Ucrania”, sostiene el informe. Así lo corroboró también el jueves pasado el ministro de Defensa sueco, Peter Hultqvist, en declaraciones a la radio pública SR cuando anunció la recuperación del servicio militar obligatorio para hombres y mujeres a partir de 2018. De esta forma, el país se unirá a sus vecinos noruegos, finlandeses y daneses en cuanto al servicio militar.
La medida de reclutamiento se debe a la “dificultad” del país —que en 2010 reemplazó la mili obligatoria por el alistamiento voluntario— de contar con jóvenes preparados para hacer frente a cualquier amenaza. Una carencia que no sucede en la vecina Finlandia donde el pasado 1 de marzo terminó el plazo para que las mujeres se alistaran de forma voluntaria en sus Fuerzas Armadas. El resultado de este llamamiento a filas ha copado los medios de todo el país: un total de 1.126 mujeres han presentado la solicitud frente a las 842 del año pasado. Con esto, la próxima semana serán un total de 12.000 mujeres las que se unirán al Ejército del país. El capitán Timo Miettinen achaca este éxito a la presencia, cada vez más fuerte, del debate de la seguridad en la región tanto en los medios como en las redes sociales.
El anuncio de Estocolmo apenas tuvo oposición. De hecho, una encuesta de Ipsos de 2016 reveló que el 70% de los suecos apoya el alistamiento forzoso. El Ejecutivo lo ha implantado consciente de que en 2018 se celebrarán elecciones generales en el país, y a sabiendas de que la medida podría haber resultado muy impopular, según los analistas.
El papel de la OTAN y EE UU
Finlandia y Suecia no forman parte de la Alianza Atlántica (OTAN) como Noruega, por lo que es de crucial importancia que ambos Estados consigan mantener una relación estable con Rusia, con la que comparten kilómetros de frontera. Para ello, Helsinki quiere fomentar “una buena cooperación en Seguridad y Defensa con Suecia y con Estados Unidos (EE UU)”, como describe el nuevo plan de Defensa con un horizonte hasta 2020.
El envío de tropas estadounidenses al este de Europa (Polonia, Rumanía, Bulgaria, Estonia, Letonia y Lituania) no ha sido ni el único ni el último movimiento militar de Administración del expresidente Barack Obama en el Viejo Continente. A principios de este año (cuando Donald Trump aún no había tomado posesión), unos 300 soldados del Ejército de EE UU desembarcaron en Trondheim, en el centro de Noruega, en un inusual ejercicio desde la Guerra Fría, pues el país acordó hace décadas no acoger a tropas extranjeras en su territorio. Fuentes del Centro Noruego de Resolución de Conflictos (Noref) señalan que "las posiciones radicales de Trump por un lado, y las de Vladimir Putin por otro, complican las cosas a la diplomacia noruega".
Oslo quita hierro al movimiento y asegura que no hay un incremento de la tensión con Rusia. “Sin embargo, existe un claro elemento de señal política”, explica Karsten Friis, del Instituto Noruego de Asuntos Internacionales (NUPI), por correo electrónico. De hecho, los soldados están apostados en una localidad a casi 1.500 kilómetros de las puertas de Rusia. El movimiento enseña músculo militar: “Noruega remarca a Rusia que es un aliado de EE UU, y EE UU señala a Noruega y a Rusia que está del lado de los socios de la Alianza Atlántica”, sentencia el experto.
Durante la guerra fría, la OTAN tenía uno de sus cuarteles generales en Noruega. Acogía a “miles” de soldados, según Friis, algo que hace que el despliegue de tres centenares de uniformados regulares parezca una nimiedad, continúa. No obstante, el movimiento está cargado de simbolismo y ha conseguido abrir un debate en Noruega sobre si el país debe o no permitir bases militares extranjeras en su territorio. A pesar de todo, ni Dinamarca, ni Noruega, ni Suecia ni Finlandia llegan a cumplir los objetivos de la Alianza —el anhelo de EE UU— de gastar en Defensa el 2% del PIB. Todos se quedan entre el 1,1% (Suecia) y el 1,5% (Noruega), según los últimos datos publicados por el Instituto Internacional para la Investigación de la Paz de Estocolmo (SIPRI).
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.