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Kosovo bloquea la entrada de un tren ‘nacionalista’ serbio

El incidente añade tensión a las relaciones bilaterales, dañadas por la reciente detención de un ex primer ministro kosovar a petición de Belgrado

María Antonia Sánchez-Vallejo
El lema "Kosovo es Serbia", en varios idiomas, en un lateral del tren.
El lema "Kosovo es Serbia", en varios idiomas, en un lateral del tren.EFE

La tensión entre Serbia y su antigua provincia autónoma de Kosovo, apaciguada a duras penas desde la guerra que enfrentó a ambos entre 1998 y 1999 y que remató la disolución de Yugoslavia, se ha incrementado en las últimas semanas con dos episodios que hacen dudar de una coexistencia pacífica entre los dos vecinos, principal requisito de la UE para franquearles el acceso al club comunitario. La detención en Francia de un ex primer ministro kosovar por una orden de arresto por crímenes de guerra emitida por Serbia y la reanudación entre proclamas nacionalistas del servicio ferroviario entre Belgrado y Mitrovica han puesto nuevamente de relieve la frágil relación bilateral. Belgrado no reconoce la independencia de Kosovo, declarada en 2008 por su antigua provincia. Más del 90% de la población de Kosovo es albanesa, musulmana, pero hay una importante minoría, estimada en torno a 40.000-50.000 habitantes, de serbios (ortodoxos) en el norte del país.

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Todo estaba previsto este sábado para que, tras 18 años sin servicio —desde los bombardeos de la OTAN sobre Serbia en 1999—, una nueva línea de trenes volviera a unir Belgrado con Mitrovica, ciudad al norte de Kosovo dividida físicamente en dos mitades, la serbia, al norte de la urbe, y la albanokosovar. Con vagones de fabricación rusa, y el interior decorado con motivos de la tradición cultural serbia, lo que irritó a las autoridades de Kosovo fue que el exterior del tren inaugural iba enteramente pintado con los colores de la bandera serbia —los mismos que los de la rusa— y el lema “Kosovo es Serbia” en uno de sus flancos. A petición del presidente kosovar, Hashim Thaci, la policía de fronteras detuvo el “provocador” convoy a las puertas del país. “El tren envía un mensaje de ocupación”, se quejó el primer ministro kosovar, Isa Mustafa. Desde Belgrado tampoco se ahorraron críticas al incidente. “Estuvimos al borde del conflicto ayer”, señaló el presidente serbio, Tomislav Nikolic; “los albaneses han demostrado que quieren la guerra”. Nikolic añadió que podría enviar su Ejército a Kosovo "si es necesario para proteger a los serbios de potenciales asesinatos".

Los nuevos vagones han sido decorados por un diseñador gráfico serbio, Andrej Vasiljevic, con motivos (mayoritariamente, iconos y símbolos religiosos) de monumentos y símbolos serbios radicados en Kosovo, como el imponente monasterio de Gracanica, declarado patrimonio de la Humanidad por la Unesco, en curso de rehabilitación por un equipo de especialistas enviado directamente desde Belgrado, y que exhibe algunos de los mejores frescos bizantinos en los Balcanes.

La polémica del tren Belgrado-Mitrovica se suma al rifirrafe diplomático por la detención, el 4 de enero en Francia, de Ramush Haradinaj, ex primer ministro kosovar, por una orden de arresto emitida desde Belgrado por presuntos crímenes de guerra cometidos durante el breve pero brutal conflicto bélico. Serbia ha solicitado a Francia la extradición de Haradinaj, precisamente cuando Kosovo dispone desde hace poco de un tribunal especial (constituido bajo la ley nacional, pero con jueces extranjeros y financiación de la UE) para juzgar crímenes de guerra.

En 2013, y a instancias de la UE, Belgrado y Pristina abrieron un proceso de diálogo para normalizar relaciones, el denominado “diálogo de Belgrado”. Pero al no reconocer su independencia, Serbia, secundada con frecuencia por Rusia, aún bloquea el ingreso de Kosovo en organismos internacionales como Naciones Unidas —la mitad de cuyos miembros aceptan al nuevo país— o la Unesco.

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