Salvar a los chimpancés del Congo
Rebeca Atencia, directora del Instituto Jane Goodall en África, denuncia que la carne de estos primates se vende como producto de lujo
La idea de dar a los chimpancés la libertad fue la premisa que empujó a Rebeca Atencia a mudarse a la República del Congo hace 12 años. "Quiero darles algo más. Quiero darles la selva", era el mensaje que se repetía esta veterinaria gallega antes de hacer las maletas.
En su primera experiencia profesional en España había conocido a los primates en cautividad, desde el otro lado de los barrotes de sus jaulas. En África tuvo la oportunidad de que se convirtieran en sus amigos. Ahora tiene 39 años y es la directora del Instituto Jane Goodall en este país africano. El centro rescata chimpancés, los rehabilita y el nuevo reto que enfrenta es la reintroducción de una comunidad entera, de unos 30 primates, en la selva abierta.
En el centro de rehabilitación de Tchimpounga tienen 150 chimpancés. Muchos de estos llegan de bebés después de que los cazadores furtivos hayan matado a sus madres. Su carne se vende en el mercado como producto de lujo. "Matan a las madres delante de sus crías. Las despedazan y ahúman. Es una experiencia traumática para los bebés y a muchos los marca de por vida. Cuando llegamos a rescatarlos nos odian. Rechazan a los hombres porque hemos matado a su madre", explica la veterinaria. Para que superen el shock hay que darles cariño, "son como los niños que han sufrido algún maltrato". Las crías no son independientes hasta los siete años y sin protección se mueren. El trabajo de rehabilitación empieza ahí y es un largo proceso antes de la reintroducción.
El nuevo reto de la institución que lidera Atencia es devolver a la selva a un grupo de 30 chimpancés. Todos a la vez, para que se defiendan entre ellos. Estos primates son muy territoriales y es difícil la integración de un individuo desconocido para la comunidad. "Si es macho no lo aceptan y cuando les introduces en solitario terminan volviendo", explica.
La experimentada veterinaria realizó reintroducciones de estos primates con la ONG Help Congo, la primera organización con la que colaboró en el país. Apenas un año después de llegar, Jane Goodall, la reputada primatóloga británica, fue a buscarla para pedirle ayuda. "En esa época llegaban unos 15 chimpancés al año. No dábamos abasto. Jane tenía el centro masificado y quería que le ayudara a encontrar soluciones". La situación ha cambiado por la labor educativa, en la que su centro ha participado, para concienciar sobre la ilegalidad de cazar estos animales. En los últimos dos años han recibido solo un ejemplar. El Ministerio de Medio Ambiente del país les avisa cuando encuentran crías huérfanas para que asuman su cuidado.
Pero no se puede ayudar a los chimpancés y proteger la selva cuando la gente de alrededor se muere de hambre. Por eso, otra de las ramas del proyecto busca el desarrollo de la economía local. Los 700 kilos de fruta que consumen cada día los animales del santuario se los compran a los productores locales. Organizan mercadillos dos veces por semana. "Las viejecitas, con sus ropas de colores, nos venden los frutos de su banano y con las monedas que sacan van ahorrando por si enferman", cuenta Atencia.
La joven veterinaria que llegó con su microscopio en 2004, que salvaba chimpancés a destajo en cualquier sitio de la selva, no ha perdido el hambre insaciable de ayudarles. Aunque la vida, después de 12 años en el Cono Sur, le ha cambiado bastante. Vive con su marido, Fernando Turmo, en una casa con agua y electricidad, y sus dos hijos de cinco años. "Si yo estoy aquí ¿por qué no van a estar ellos? Además, no quiero que mi vida cambie completamente por ellos". Atencia estará el próximo 7 de enero en La Casa Encendida (Madrid) a las 19 horas para explicar su labor de conservación, educación ambiental y desarrollo sostenible.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.