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Tsipras mantiene su ‘desafío’ con un gran respaldo político

El Parlamento aprueba una paga a los pensionistas con menos ingresos, entre rumores de elecciones anticipadas por diferencias sobre el rescate

Manifestación de pensionistas, el jueves en Atenas.Foto: reuters_live | Vídeo: ALKIS KONSTANTINIDIS / REUTERS
María Antonia Sánchez-Vallejo

Al primer ministro griego, Alexis Tsipras, no le arredra la arremetida de los socios contra una polémica paga navideña a los pensionistas con menos ingresos. Al revés, la aprobación por el Parlamento, el jueves, de una paga extra a este colectivo parece reforzar su decisión, vista como un desafío por Alemania y que ha provocado el bloqueo de las tibias medidas de alivio de la deuda acordadas por el Eurogrupo. Con una popularidad a la baja en las encuestas, y un contexto que recuerda mucho el mutis del conservador Andonis Samarás a fines de 2014 (tiró la toalla y convocó elecciones anticipadas en otro impasse del anterior rescate), el escenario electoral cobra fuerza, admiten fuentes próximas al Gobierno, “si no cesan las posturas de fuerza europeas y no concluye la revisión del [tercer] rescate”. Tsipras se ha reunido este viernes en Berlín con la canciller alemana, Angela Merkel.

Tsipras anunció hace una semana, por sorpresa, una paga extra, puntual, a los 1,6 millones de jubilados que perciben menos de 850 euros al año; las pensiones han sufrido una docena de recortes desde el primer rescate, en 2010. El aguinaldo, de cuantía variable pero no inferior a 300 euros, se hará efectivo la semana próxima y supondrá a las arcas públicas un gasto de 617 millones de euros, procedentes del superávit primario de 2016, dos veces mayor del previsto. En un mensaje en el que muchos ven un indisimulado intento de recuperar terreno ante unas hipotéticas elecciones —los sondeos dan a la conservadora Nueva Democracia (ND) entre 10 y 15 puntos de ventaja sobre Syriza—, Tsipras también anunció que la subida del IVA en las islas más afectadas por la crisis migratoria quedará en suspenso; el Parlamento lo votará a finales de mes.

El amplio respaldo del Parlamento —votaron a favor de la paga 196 diputados de los 257 presentes, entre ellos el socialdemócrata Pasok, los comunistas y los neonazis; no hubo ningún voto en contra— permite a Tsipras recobrar un poco de aliento interno y presentar ante los socios como un compromiso moral ineludible, así como un clamor político y social, la mejora de las condiciones de vida de capas de población muy vulnerables. Según un sondeo publicado este viernes por el diario Efimerida ton Syntakton, el 50% de los griegos ve positiva o muy positiva esta paga, mientras el 62% se declara en contra de un anticipo electoral. Por la estabilidad se pronunció también el Banco de Grecia, que hizo públicas sus previsiones: un crecimiento marginal del 0,1% este año; 2,5% en 2017 y 3% en 2018 y 2019. “Los progresos de la economía griega no deberían interrumpirse”, declaró el gobernador del banco, Yanis Sturnaras, no precisamente amigo de Tsipras, en clara referencia a un escenario preelectoral.

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Recuperando el ADN social de su programa, Tsipras se prepara para lo peor. A diferencia de octubre, fecha del congreso de Syriza que le coronó líder indiscutible, con un holgado horizonte de gobierno a la vista —hasta otoño de 2019, en teoría—, la probabilidad de unas elecciones anticipadas aumenta por momentos. “Es posible que haya elecciones anticipadas. Dependerá en gran parte de la posición que adopte el FMI sobre nuevas medidas de austeridad; el repentino freno a la implementación de medidas de alivio de la deuda; la cuestión de la paga única de Navidad a los pensionistas con rentas más bajas, y la conclusión de la segunda revisión del rescate, como muy tarde en febrero o marzo de 2017”, señala Dimitris Rapidis, asesor de Syriza. “Si todos estos asuntos no son aceptados por los socios/acreedores, puede haber elecciones anticipadas. El Gobierno no las quiere porque cree que la economía va a seguir recuperándose en 2017, no porque tema perderlas, pero la solución dependerá mayormente de los acreedores, y sobre todo de Alemania, de [Wolfgang] Schäuble”, ministro de Economía, que enfoca a razones políticas internas (elecciones en otoño de 2017). “Alemania no toma las decisiones” sobre el rescate griego, ha dicho este viernes Merkel a Tsipras, quien aseguró que ha llegado el momento de “curar las heridas de la crisis”.

La conclusión de la segunda revisión del rescate, inicialmente prevista para principios de diciembre, ha encallado en las encontradas posturas sobre la reforma laboral; Atenas no está dispuesta a renunciar a la protección frente a despidos colectivos ni a su intención de recuperar la negociación colectiva.

“Tsipras sale, por el momento, fortalecido en el interior desempeñando el papel de rebelde cuando los sondeos son muy negativos para Syriza. Esto le ayudaría, y perjudicaría a ND, en caso de elecciones anticipadas, una posibilidad ya no muy lejana. Pero, claro, el rebelde Tsipras tendrá siempre enfrente a los acreedores y sobre todo, a Alemania y el FMI. No se sabe, por ejemplo, si al final cederá a las exigencias atroces del FMI o si preferirá una salida heroica a través de las urnas. De todos modos, Tsipras y Syriza tienen todavía que demostrar muchas cosas en el interior del país para convencernos de la sinceridad de su rebeldía”, señala un miembro del sector crítico de Syriza, que ocupa el puesto de consejero en un gobierno regional.

La semana ha ido complicándosele exponencialmente a Tsipras desde que el FMI mostró sus diferencias con los socios europeos del rescate (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Mede, mecanismo europeo de estabilidad) al demandar, por enésima vez, objetivos fiscales más racionales y remediar dos males congénitos griegos, según el Fondo: el generoso mínimo exento de declarar, que favorece a la mitad de la población, y el abultado peso de las pensiones, que representan el 11% del PIB. Alemania, por su parte, ha reiterado su exigencia de más reformas, mientras las instituciones valoran si las últimas medidas sociales contravienen los términos del rescate, pactado en el verano de 2015 (85.000 millones, a tres años), algo que Atenas rechaza. Tsipras ha traducido al lenguaje político la polémica en la que se han enzarzado los socios: “La insistencia del FMI de solicitar medidas para después de 2018 [cuando concluye el presente rescate] es antidemocrática, ningún Parlamento puede votar medidas para dentro de tres años”.

Mientras tanto, el principal partido de oposición, Nueva Democracia, que hasta hace nada insistía en la convocatoria anticipada de elecciones, se debate hoy entre sus diferencias internas y el equilibrio de las distintas familias, como los karamanlistas; las contradicciones —dijo que apoyaría la paga para los jubilados, pero sus diputados acabaron absteniéndose— y la figura desdibujada de su líder, Kyriakos Mitsotakis. “La única baza de Alexis Tsipras electoralmente hablando se llama Kyriakos Mitsotakis”, comenta el miembro del sector crítico de Syriza. “La abstención de ND en la votación se percibe como un fallo político. Sobre todo, teniendo en cuenta que Samarás ofreció a finales de 2014 una ayuda parecida a policías y militares, no a los más necesitados como ahora”, concluye. En la letra pequeña de los sondeos de intención de voto aparece repetidamente un escolio: la caída de la popularidad de Tsipras no implica una mayor confianza en un hipotético Gobierno de Nueva Democracia.

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