_
_
_
_

Gambia libera al jefe de la oposición y a otros 18 presos políticos encarcelados desde abril

La Justicia excarcela a 19 opositores que estaban condenados a tres años de prisión, entre ellos Ousainou Darboe, histórico rival de Yahya Jammeh

José Naranjo

Pasadas las tres y media de la tarde, una explosión de júbilo recorría el patio del Tribunal Supremo de Banjul, la capital gambiana. Al grito de “¡Libertad, libertad!” y cantando a voz en grito el himno del país, decenas de personas recibían a los 19 presos políticos que la Justicia gambiana acababa de liberar. Entre ellos se encuentra Ousainou Darboe, el histórico líder opositor que se ha pasado los últimos 20 años intentando echar al dictador Yahya Jammeh del poder. Esta excarcelación sólo se puede entender tras la sorprendente victoria en las urnas de Adama Barrow el pasado jueves y el cambio de régimen que ya se prepara en este pequeño país africano. 

Prisioneros políticos, incluido Ousainou Darboe, al llegar a la Corte Suprema de Gambia.
Prisioneros políticos, incluido Ousainou Darboe, al llegar a la Corte Suprema de Gambia.Jerome Delay (AP)

Los jueces de la Corte de Apelación del Tribunal Supremo de Gambia dictaron este lunes un auto que marca el inicio de una nueva etapa en este país: la liberación provisional y bajo fianza de 19 presos, todos ellos miembros de la oposición, con obligación de entregar su pasaporte y su carné de identidad y de presentarse periódicamente en los juzgados. Pese a estas restricciones, la de este lunes era la decisión más esperada tras la derrota electoral de Jammeh. Todos los hasta ahora convictos habían sido condenados a tres años de cárcel, que estaban cumpliendo en la tristemente famosa prisión de Mile 2, por haber participado en unas protestas callejeras el pasado abril en las que exigían responsabilidades al Gobierno por la muerte a manos de la Policía de uno de sus compañeros, Solo Sandeng, cuando se encontraba detenido.

Ya desde por la mañana cientos de personas se arremolinaban en torno al edificio del Tribunal Supremo y entonaban cánticos de alegría, sabedores de lo que podía ocurrir. “Ahora sí que podemos llamar a Gambia la Costa Sonriente”, decía el joven Cheikh Diallo, en referencia al eslogan turístico con el que es conocido este país. Muchos de los manifestantes se acercaban a felicitar a la Policía. “Habéis sido muy profesionales, seguid así”, le decía un hombre a uno de los agentes cubierto con un pasamontañas. Y es que en los últimos días numerosos rumores de un posible golpe de Estado han corrido por las calles de esta ciudad y hay quien aún teme un intento militar de frustrar el cambio político. Aunque aún es el presidente en funciones, Jammeh está desaparecido desde el viernes, mientras que Barrow aún no se ha dirigido a la nación como presidente electo, sólo a través de los medios, lo que alimenta aún más este temor.

Más información
Gambia liquida en las urnas el régimen de Jammeh
Adama Barrow: “Nuestro cambio pacífico puede ser un modelo para África”
Gambia, el exilio fallido
Gambia, el lado oscuro del paraíso
África rompe con La Haya
Las violaciones de los derechos humanos en Gambia, al descubierto

Mientras tanto, en el interior de la sala, los abogados defensores explicaban a los jueces que la victoria electoral de Barrow había cambiado por completo las circunstancias y que estas personas encarceladas formaban parte de la coalición que debía regir los destinos de este país a partir de ahora y que, por tanto, su concurso era imprescindible para la formación de un nuevo Gobierno tras la investidura del nuevo presidente, lo que está previsto para el próximo mes de enero. Los jueces tuvieron en cuenta este argumento y dictaminaron su salida de prisión.

Las escenas de júbilo se repitieron por la tarde en la puerta de la prisión de Mile 2, hasta la que se desplazaron cientos de seguidores de la coalición ganadora de las elecciones, entre los que se encontraba uno de sus hombres fuertes, Khalifa Salla. El más vitoreado de entre los recién liberados fue sin duda Ousainou Darboe, abogado especializado en Derechos Humanos y líder histórico del principal grupo de la oposición, el Partido Democrático Unido (UDP, por sus siglas en inglés), quien pese a haber perdido elección tras elección frente a Yahya Jammeh no ha cesado de fustigarle durante dos décadas con sus reiteradas denuncias y llamamientos a los organismos internacionales.

Fueron precisamente las manifestaciones de abril, la muerte de Solo Sandeng en prisión y el juicio a estos 19 activistas en julio pasado los hitos que están marcando el comienzo del fin de Jammeh, pues desembocaron en una mayor unidad de la oposición y en una progresiva pérdida del temor por parte de muchos ciudadanos a expresar su malestar en la calle.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_