Líderes de las tres religiones de Tierra Santa llaman a la paz
Rabinos, imanes y obispos de Palestina e Israel se reúnen en España por vez primera
"Reconocemos la santidad de esta tierra para las tres religiones. [...] La violencia que se ejerce en el nombre de Dios es una profanación de Su nombre, un crimen contra aquellos creados a Su imagen y un envilecimiento de la fe. [...] Reclamamos una solución que reconozca el derecho de ambos pueblos a existir con dignidad". Los líderes de las principales confesiones religiosas de Israel y Palestina —desde el rabino jefe askenazi de Israel, David Lau, a Mahmud Habbash, juez supremo de los tribunales islámicos de Palestina, o el arzobispo Shomaly, del Patriarcado Latino de Jerusalén, entre más de una veintena de personalidades— suscribieron ayer una declaración en la que deslegitiman el uso de la violencia y llaman a los líderes israelíes y palestinos a buscar una solución pacífica.
El rabino Melchior, exviceministro de Exteriores, no dudó en calificar de “milagro” la reunión que durante tres días celebraron en Alicante y Madrid los representantes de las tres religiones monoteístas que desde hace siglos se disputan a sangre y fuego Jerusalén. “Nosotros no seremos un obstáculo para la paz, al contrario. No queremos sustituir a los políticos, pero no los vamos a exonerar de su responsabilidad”, explicó Melchior.
El Ministerio de Exteriores español, anfitrión del encuentro bajo los auspicios de la Alianza de Civilizaciones de la ONU, no ocultaba su satisfacción por el éxito de una cumbre sin precedentes que estuvo a punto de naufragar. Primero, por la dificultad de reunir a los invitados —tres no pudieron viajar desde Israel y otros recibieron presiones para que no lo hicieran— y luego por el tono acalorado de las discusiones. “Hay demasiadas heridas abiertas”, reconoció Shomaly. En un momento en que el proceso político está bloqueado, los dirigentes religiosos —incluidos algunos jeques procedentes de Gaza y rabinos de asentamientos de colonos— se comprometieron a trabajar para que “cese la distorsión de la imagen del vecino” y “educar a las futuras generaciones en el respeto mutuo”.
La cita tuvo un resultado práctico: a instancias de sus homólogos musulmanes, los rabinos mediaron para que no se prohíba el llamamiento a la oración desde las mezquitas de Jerusalén con la excusa de que produce “contaminación acústica”. La medida ha sido aparcada, en parte gracias a la oposición de los ultraortodoxos judíos, que temían que se les impida anunciar el Shabbat haciendo sonar las sirenas.
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