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Tribuna
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¿Sobrevivirá la democracia americana a Trump?

Al igual que Chávez, Correa o Maduro, el magnate no respetará la separación de poderes ni una prensa independiente y crítica

La candidatura presidencial de Donald Trump -pesadilla para unos, promesa de redención para otros- es parte de un fenómeno global de resistencia a las fronteras abiertas, al multiculturalismo, al cosmopolitanismo, a la razón y los argumentos lógicos como base de la política. Es una respuesta emocional a los miedos que provoca un mundo complejo, multicultural y abierto.

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Pero es sobre todo una reacción a los cambios de la sociedad estadounidense producidos por los movimientos democratizadores de los años sesenta y setenta: los derechos civiles de los afroamericanos, chicanos, mujeres y los movimientos LGTB.

La América en la que sueña Trump es hipermasculina donde las mujeres son objetos sexuales. Es una América en las que se aplicará las políticas de la mano dura de la ley y el orden a los afroamericanos vistos como violentos y criminales. Es una América sin mexicanos, palabra que engloba a todos los latinos de los Estados Unidos que son vistos como ajenos a la nacionalidad americana y como migrantes ilegales y peligrosos.

Busca rescatar una América cristiana y sin musulmanes, construidos por la derecha global como una amenaza a la cultura occidental. Pero también es una reacción a los efectos de la globalización que arrasó con los empleos bien pagados y con las promesas de movilidad social del sueño americano. Es parte de una tradición de rebeliones populistas en las que se enfrenta el pueblo trabajador y productivo a quienes no viven de su trabajo sino del trabajo de otros que paga las políticas de beneficencia. Es una reacción racista a la figura Barack Obama, el primer presidente negro, a quien hasta se cuestionó que sea un verdadero ciudadano americano.

El discurso populista de Trump ha creado enemigos: la clase política encarnada en la figura de Hillary Clinton, los mexicanos como los invasores ilegales y los musulmanes como el mayor riesgo a la cristiandad. Al igual que los populismos de derecha europeos no busca la inclusión de los marginados, no promete mayor democracia, no se basa en los legados de la ilustración.

Al igual que los populismos de derecha europeos no busca la inclusión de los marginados, no promete mayor democracia, no se basa en los legados de la ilustración.

Trump apela a los sentimientos. A falta de propuestas dice: crean en mí yo se qué hacer y todo lo hago bien. Sus mítines políticos son espacios en que se marca un nosotros, el pueblo mayoritariamente blanco de Trump, de los otros. Estos son los integrantes del movimiento Black Life Matters que protesta contra la violencia policial que mata con impunidad ciudadanos negros casi todas las semanas; los liberales de todo color que en palabras de Trump no pueden ser parte del pueblo americano, y desde sus inicios los mexicanos y los musulmanes. En sus mítines y en sus mensaje de Twitter se evidencia la furia y la rabia del hombre blanco en contra de todos quienes buscan ser sus iguales: las mujeres y los no blancos.

Trump es popular no sólo entre los blancos menos educados. Muchas élites políticas y económicas están con él ya sea por el oportunismo del Partido Republicano, para no pagar impuestos, o porque su visión de una América mítica de los años cincuenta con exclusiones raciales y de género son aceptadas como las correctas.

Me parece precipitado argumentar que Trump no ganará las elecciones. Los demócratas tendrán que movilizar a sus bases para que salgan a votar pues los de Trump están llenos de entusiasmo y energía y acudirán a las urnas. Siguiendo el estilo populista Trump ha dicho que si pierde será por fraude, pues él es el candidato del pueblo americano y este pueblo sólo puede votar por él y no por los enemigos del pueblo. Sus seguidores han amenazado con violencia si es que fuesen derrotados.

El populismo muestra su cara más reaccionaria y peligrosa con Trump. Aún si no ganase su retórica ha destrozado en gran parte la convivencia entre diferentes grupos sociales. En los colegios se ha incrementado el bulling a los latinos y a los musulmanes, la ultra derecha se siente revitalizada y ve cómo sus propuestas racistas son aceptadas por la gente común. Trump será un peligro para el mundo, no me puedo imaginar a este señor con armas nucleares. La democracia americana está amenazada y en riesgo de derivar en un autoritarismo.

Trump al igual que Chávez, Correa o Maduro, no respetará la separación de poderes, ni una prensa independiente y crítica. No sería de extrañar que use grupos de choque para imponer su agenda si es que llegase al poder. ¿Sobrevivirá la democracia americana o estamos frente a su posible deriva en un autoritarismo neo fascista?

Carlos de la Torre es profesor de sociología de la Universidad de Kentucky.

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