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Violencia y tortura en las comisarías

Un informe oficial da cuenta de 2 apremios ilegales diarios a reclusos en los últimos 16 años

Tres internos observan a la cámara en la Unidad 1 "Lisandro Olmos".
Tres internos observan a la cámara en la Unidad 1 "Lisandro Olmos".Ezequiel Putruele

La brutalidad policial en Argentina puede comenzar en la misma calle. Así da cuenta uno de los testimonios que figuran en un informe elaborado sobre casos ocurridos entre el 1 de enero y el 30 de abril de 2016 por el ministerio público de la defensoría de casación de la Provincia de Buenos Aires. “Iba conduciendo mi auto cuando soy detenido por personal de tránsito que me pide los documentos y me hace bajar del auto”, comienza el relato de un hombre que fue trasladado sin razón aparente a una comisaría de Lomas de Zamora, a menos de una hora de la capital argentina, en una de las zonas más calientes del conurbano. Una vez dentro de una dependencia policial o carcelaria las denuncias hablan de repetidos casos de aislamiento por castigos, torturas por sofocación y golpes brutales con o sin objetos contundentes.

“Para mí, todos mis papeles estaban bien. Llegué a la comisaría y me llevaron hasta la oficina del oficial de servicio, donde había otro detenido; yo vi cómo le pasaba 10.000 pesos (660 dólares) a otro policía que estaba sentado en esa oficina y se fue en libertad”, afirma el testimonio que reproduce el informe con el resguardo de la identidad. “A mí el oficial de servicio me dice que para irme a mi casa, tenía pagar 40.000 pesos (2.600 dólares), a lo que yo le dije que no tenía. En ese momento trajeron a dos personas para que hagan de testigos, de lo que me estaban secuestrando que era un arma, yo no vi el arma, y a mí no me sacaron ningún arma”, refiere el escrito, que también denuncia que al ser trasladado a otra habitación, “Viene un policía y me ofrece agua en un vaso de plástico, pero en vez de ser agua lo que me tira en los ojos es lavandina (lejía)”. Según el relato, el hombre además fue golpeado por entre 4 y 5 policías.

El informe de los defensores públicos pone en tela de juicio las condiciones estructurales y humanas que enmarcan el encierro de personas en la Provincia de Buenos Aires. El texto revela un total de 221 casos de torturas, de las cuales, en 52 ocasiones fueron perpetradas a menores de 18 años. El propio registro de la Defensoría Pública, abierto en el año 2000, registra 11.303 casos con ese indicador, lo que da unos 700 casos por año. Dos torturas por día en plena democracia.

Un pasillo del penal de Olmos.
Un pasillo del penal de Olmos.Ezequiel Putruele

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) visitó la Provincia y concluyó que “las comisarías no cuentan con la infraestructura ni los servicios básicos para asegurar condiciones dignas de detención y que el policial no está preparado para la custodia de detenidos, por lo que exhortó al Estado argentino a adoptar las medidas necesarias para el cese de la utilización de las dependencias policiales como lugares de alojamiento permanente de personas”. Incluso, el estado de las comisarías de los departamentos judiciales de La Matanza y Lomas de Zamora originó dos solicitudes de medidas cautelares ante la CIDH.

Otro asunto que genera una gran preocupación es de los menores. “El joven manifiesta que el momento de estar alojado en comisaría el personal policial ató sus manos a las rejas de una celda y le propinó golpes de puño en las costillas y en los testículos. Refiere que posteriormente lo desataron, y entre otros 5 policías nuevamente lo agredieron con golpes de puño en todo el cuerpo”, cuenta el informe de los defensores públicos y revela que la saña de algunos efectivos policiales y penitenciarios con los detenidos es peor cuando se trata de menores de edad, mujeres y personas transgénero.

La mítica cárcel de Olmos con su tradicional tanque de agua.
La mítica cárcel de Olmos con su tradicional tanque de agua.Ezequiel Putruele

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