La destitución del más alto cargo kurdo agrava la debilidad del Gobierno iraquí
La salida del ministro de Finanzas Zebari augura dificultades para el Ejecutivo en vísperas del asalto a Mosul
El Parlamento iraquí ha destituido este miércoles al ministro de Finanzas, Hoshyar Zebari, por acusaciones de corrupción. La medida, resultado de una lucha política que ya expulsó al titular de Defensa el mes pasado, llega en un momento especialmente delicado. Irak afronta una grave crisis económica por el descenso de los precios del petróleo y el creciente coste de la guerra contra el Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés). El cese de Zebari, el más alto funcionario kurdo en el Gobierno central, supone además otro escollo en las relaciones entre Bagdad y Erbil.
En una votación secreta, 158 de los 249 diputados presentes votaron a favor de retirarle la confianza y 77 en contra, después de haberle interpelado el mes pasado sobre el despilfarro de fondos públicos. En aquella sesión, retransmitida por la televisión iraquí, Zebari tuvo dificultades para justificar, entre otros, el nombramiento de 450 guardaespaldas cuyos traslados costaron al erario público dos millones de dólares, el alquiler de una casa por 157.000 dólares al año sin la autorización previa del primer ministro, o los 90.000 dólares de alquilar un avión en 2013 para asistir a un evento sin atender a las restricciones presupuestarias.
Se trata en su mayoría de presuntas irregularidades cometidas entre 2005 y 2014 cuando era ministro de Asuntos Exteriores con Nuri al Maliki. En octubre de ese año fue nombrado titular de Finanzas en el nuevo Gobierno de Haider al Abadi.
Zebari, que en todo momento ha rechazado las alegaciones, no reaccionó de inmediato a su destitución. Sin embargo, con anterioridad había amenazado con publicar documentos que revelarían la malversación de millones de dólares por parte de sus rivales. El político se ha mostrado convencido de que la fuente de sus problemas es el ex primer ministro Al Maliki, a cuyo partido pertenecen la mayoría de los diputados que iniciaron la moción de censura. En declaraciones a los medios de comunicación, le ha acusado de no haber aceptado la pérdida de poder en 2014 y de haber dejado las arcas vacías cuando se fue.
Más allá de la lucha en la que está enfangada la clase política iraquí y de la necesidad de los diputados de mostrar que actúan ante la frustración popular por la corrupción y el nepotismo, la destitución de Zebari llega en el peor momento. La mayoría de los observadores temen que desestabilice aún más la frágil economía iraquí, justo cuando sus responsables negociaban el desembolso de un crédito del Fondo Monetario Internacional (FMI) para cubrir el déficit. Ese organismo aprobó el pasado julio la concesión de 5.300 millones de dólares a cambio reformas.
Aunque Irak es el cuarto mayor productor de petróleo del mundo (el segundo de la OPEP), el descenso de los precios del crudo, su casi única fuente de ingresos, y los gastos derivados de la lucha contra el ISIS, se han traducido en un significativo agujero fiscal. Según el FMI, la diferencia entre ingresos y gastos alcanzará este año 17.000 millones de dólares (un 12 % del producto interior bruto), pero corre el riesgo de duplicarse para el año que viene.
“La destitución del ministro de Finanzas kurdo Zebari difícilmente es un buen augurio para la estabilidad. Esto cuando se habla de [la] ofensiva de Mosul”, escribía en su Twitter el exministro sueco de Exteriores Carl Bildt, que trató a Zebari cuando era titular de la misma cartera.
El anunciado asalto final a Mosul, la última gran ciudad iraquí en manos del ISIS, está ya pendiente de la orden del primer ministro. Todos los portavoces militares, tanto iraquíes como estadounidenses, aseguran que las fuerzas se encuentran en condiciones de lanzarlo a partir de octubre. Pero más allá del esfuerzo castrense, Al Abadi necesita contar con recursos para la reconstrucción y para lograr el apoyo de una población local que lleva años sintiéndose abandonada por Bagdad.
Una de las piezas clave para esa operación es el respaldo del Gobierno autónomo del Kurdistán iraquí, algo que el cese de Zebari también puede complicar. “Más problemas entre Erbil-Bagdad”, auguraba el analista Yerevan Saeed al conocer la noticia. Y es que en su calidad de más destacado representante kurdo en el Gobierno, Zebari servía de enlace entre este y las autoridades de la región autónoma.
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