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Una ventana a la guerra de Siria desde Buenos Aires

Amnistía Internacional recrea en el metro la casa de Sham, que huyó de su país con 6 años

Visitantes de la recreación de una casa siria en el metro de Buenos Aires.
Visitantes de la recreación de una casa siria en el metro de Buenos Aires.Ricardo Ceppi

Sham tenía seis años cuando su familia decidió huir de Siria al ver cómo las bombas destruían todo su barrio. Su viaje a Europa en busca de asilo coincidió con el cierre de fronteras y Sham quedó atrapada en una hacinada terminal de transbordo en el puerto de Atenas junto a su madre y sus hermanas Doha y Wisam. Amnistía Internacional (AI) ha recreado en el metro de Buenos Aires la casa que abandonó esta familia siria y los constantes bombardeos que veían desde sus ventanas para concienciar a la sociedad civil sobre la dramática situación que atraviesa ese país asiático, en guerra desde 2011.

"Es terrible lo que pasa. Si no pueden vivir allá, simplemente que vengan, Argentina es grande y hay muchos extranjeros acá", dice Eduardo Domínguez al salir del salón reconstruido por AI. De los más de cuatro millones de sirios que se han visto desplazados de sus hogares, unos 1.400 han encontrado refugio en este país suramericano, situado a unos 12.500 kilómetros de su casa. El presidente argentino, Mauricio Macri, se ha comprometido a acoger a a otros 3.000 refugiados, aunque hasta el momento no hay plazos para su llegada ni tampoco ayuda gubernamental.

"Queremos visibilizar la situación que hoy se vive en Siria y llamar la atención para que la gente conozca de primera mano lo que está pasando", explica Leah Tandeter, directora de política y justicia internacional de AI en Argentina. La instalación desplegada bajo el Obelisco coincide con la Cumbre sobre Migrantes y Refugiados de Naciones Unidas celebrada este lunes en Nueva York. "Nos deja con sabor a poco", opina Tandeter sobre el encuentro internacional. Según la abogada, los líderes mundiales han evitado asumir responsabilidades concretas y tampoco se han comprometido a reasentar al 10% de la población vulnerable identificada por la ONU, tal y como pretendían las organizaciones humanitarias.

El Gobierno de Macri ha ampliado el Programa Siria puesto en marcha bajo la gestión kirchnerista y ahora permite que tanto familias como ONGs sean llamantes de refugiados. Para Tandeter, se trata de "una solución privada a un problema global", ya que las personas que llaman al refugiado deben hacerse cargo de su traslado y de su subsistencia durante los dos años de vigencia del visado humanitario. Además, las asociaciones se quejan de la lentitud de los trámites para el ingreso, de las trabas burocráticas para convalidar títulos universitarios y de las dificultades para la inserción de los recién llegados.

"Intentar tener algo de vida"

Una de las últimas en aterrizar en Buenos Aires ha sido Nairouz Baloul. Esta profesora de inglés de 29 años tomó la decisión de abandonar Siria hace un año, pero logró entrar en Argentina hace solo un mes, cuando finalmente tuvo todos los papeles en regla. "Como se puede ver aquí, esto es lo que vivimos en gran parte de Siria. Me fui para intentar tener algo de vida", detalla frente a la instalación de AI.

Al ser consultada sobre sus primeras sensaciones en Buenos Aires es breve: "Paz". En inglés, ya que aún no habla español, Baloul se muestra muy agradecida por la hospitalidad argentina, aunque admite que extraña mucho su tierra natal: "Toda mi familia está allá, mi vida entera está allá". Cerca de ella, Iyas Asaad, estudiante de chef de 27 años, recuerda su vida en Damasco antes de la guerra civil: "Lo que extraño más es salir a caminar con mis amigos a las tres, cuatro de la madrugada, y oler el jazmín en las calles. Es un olor magnífico".

El ingeniero agrónomo Fadi Ali llegó a Buenos Aires con su mujer y dos niños de 7 y 2 años hace ocho meses. Vive en la planta alta de un colegio de monjas, en el que estudian sus hijos, y trabaja en el Ministerio de Desarrollo social para ayudar a otros refugiados. Ali cree que la reconstrucción de AI se queda corta. "La guerra no se puede reproducir en un minuto. La guerra ha destruido paredes, casas, pero la verdadera destrucción está en los corazones de la gente, en los chicos que han perdido a sus padres, a sus madres, a su futuro". Todos ellos piden ayuda para poder vivir en paz.

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