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Activistas musulmanas critican el ‘burkini’ pero no entienden el veto francés

La impresión mayoritaria es que los políticos que están detrás de esa medida cometen el mismo pecado contra las mujeres que los fanáticos religiosos que imponen el velo

Una bañista con burkini, en Marsella a finales de agosto.
Una bañista con burkini, en Marsella a finales de agosto.REUTERS

El debate sobre el burkini es, ante todo, un asunto europeo. En países de mayoría musulmana como los países árabes e Irán, muchas mujeres no entienden la prohibición cuando lo que admiran de Europa es su proclamada libertad. La impresión mayoritaria es que los políticos que están detrás de esa medida cometen el mismo pecado contra las mujeres que los fanáticos religiosos que imponen el velo en sus países. La posición de la mayoría de feministas árabes se podría resumir con una pequeña modificación de la célebre paráfrasis del pensamiento del filósofoVoltaire: “No estoy de acuerdo con su atuendo, pero defenderé hasta la muerte su derecho a llevarlo”. EL PAÍS ha recogido las opiniones de mujeres en varios países.

Irán

“La prohibición del burkini es un problema occidental, en los países islámicos no le importa a nadie”, asegura Masih Alinejad, una feminista iraní cuyo activismo contra la obligación del velo la ha llevado al exilio. “Rechazo esa medida porque limita la libertad de elección, pero en Irán la policía detiene y acosa a mujeres por no ir completamente cubiertas. Me gustaría que los europeos que protestan contra la prohibición francesa fueran igual de activos en contra de las opresivas leyes de la República Islámica”, explica.

Kuwait

Al otro lado del golfo Pérsico, la activista kuwaití Laila al Sarraf considera que el burkini “es una cosa terrible sin relación con el islam”, ya que “se trata de una prenda que marca el cuerpo femenino en contra de lo que predica” esa religión. No obstante, defiende que su uso entra dentro de la libertad de elección de cada cual y opina que resulta “lamentable que Francia, un país con una larga historia de derechos humanos, lo prohíba”.

Arabia Saudí

Apoyé la prohibición del burka, pero en el caso del burkini es distinto”, afirma por su parte la bloguera saudí Eman al Nafjan en un email. Esa prenda, explica, “no es ideológica ni siquiera islámica, sino más bien una expresión de conservadurismo social y clase social”. Aunque entiende que la sensibilidad de Francia tras los atentados, considera que la medida atenta a la libertad de elección de las mujeres y resulta “tan intolerante como [las imposiciones d]el ISIS”.

Emiratos Árabes

Ameena al Mansoori no entiende el debate. “Me parece tonto que se esté discutiendo algo tan insignificante cuando hay problemas más graves”, responde está diseñadora gráfica emiratí. “Lo veo como un conflicto de intereses. Por un lado [en Europa] se habla de libertad, de respeto del otro… Sin embargo, se juzga y se etiqueta a la gente por cómo se viste”, explica. En su opinión, la religión es un asunto privado y cada cual se viste de acuerdo con sus creencias. “Los Gobiernos y los medios están exagerando su cobertura del asunto”, subraya.

No obstante, Ameena tampoco comparte al cien por cien la postura de los progresistas europeos que defienden el burkini en aras de la libertad individual. En su opinión, esa libertad no puede ser absoluta. “El límite es la libertad de los otros. No aprobaría [que alguien tenga derecho a] andar desnudo por la calle. Debemos ser respetuosos”, concluye.

Egipto

La bloguera Nervana Mahmoud advierte de la hipocresía de algunos que, desde los países árabes, critican a Francia. “Si los defensores del burkini son realmente genuinos en su apelación a la libertad de elección, deberían enfrentarse al bullying emocional que vincula el cuerpo de la mujer con el honor. Todo el mundo, también las mujeres musulmanas sin burkini, debe tener la libertad de elección”, opina Mahmoud, que recuerda el acoso al que se ven sometidas en muchos países de mayoría musulmana las mujeres que optan por lucir en la playa cualquier prenda que no se ajuste a los cánones más conservadores.

Túnez

Ayda Shaaban, presidenta de la Coalición por las Mujeres de Túnez, explica: “Creo que el islamismo es una ideología a combatir, pero no hay que hacerlo a través de la imposición, sino del diálogo. Hemos de defender los derechos humanos, también de las mujeres que quieren usar el burkini”, sostiene Shaaban. Es decir, no se alinea con los postulados defendidos por la derecha francesa -extrema o no-, así como también algunos políticos socialdemócratas como el primer ministro Manuel Valls.

Líbano

“Castigar a la mujer, es decir a la víctima, en lugar de penalizar a la autoridad patriarcal no aporta ninguna solución al problema. De hecho es contra productivo privar a estas mujeres de la simpatía ajena al demonizarlas en los media”, valora la escritora y feminista Joumana Haddad en Líbano, en un país que se considera a la vanguardia regional en materia de libertades de la mujer. Un ensañamiento contra el burkini que Haddad teme convierta al “instrumento de opresión” (por la prenda), en símbolo de revolución.

A pesar de que Beirut mantiene unas estrechas relaciones políticas y sociales con Francia, la intransigencia por parte de algunos políticos franceses frente al porte del burkini ha llevado a muchas libanesas a equiparar el radicalismo laico francés con el islamista que pretende combatir.

“Me opongo a la prohibición de burkini ya que al igual que hacen los fundamentalistas, es otra forma de imponer a la mujer qué vestir o no. Pero tampoco estoy de acuerdo en limitar el debate al argumento liberal por el que se establece que se trata de una elección personal”, considera Ghada Jabbour, subdirectora de la ONG Kafa que denuncia el tráfico y maltrato de las mujeres en Líbano. “El burkini y el velo tienen que ser debatidos en términos de igualdad de género y en referencia al estatus de la mujer. Y ello, lejos de la actual agenda política de las naciones. Sólo entonces podremos tomar una postura al respecto”, remacha.

En las redes sociales, la joven y popular periodista Rana Harbi aprovecha los 140 caracteres que le brinda Twitter para contar a sus más de 32.000 seguidores que el debate sobre el burkini se erige como cortina de humo tras la que ocultar el doble discurso a la hora de condenar la intolerancia religiosa. “Arabia Saudí, aliado de Occidente deporta a 27 cristianos libanesas por poseer biblias… pero sigamos hablando de los burkinis”, escribió Harbi esta semana después de que Riad expulsara a sus conciudadanos acusados de llevar a cabo oraciones no islámicas.

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