Venezuela y los mensajes del 1 de septiembre
La mayor multitud reunida en más de una década no fue mostrada por la televisión venezolana
Este 1 de septiembre ha tenido lugar en Venezuela una multitudinaria manifestación a favor del cambio político, ratificando lo que ya habían adelantado las encuestas, una mayoría de venezolanos quiere que haya un referendo revocatorio para poner fin anticipado al mandato presidencial de Nicolás Maduro (2013-2019). Lo que ocurra en las próximas semanas será determinante para la continuación o no del chavismo en el poder.
Primer mensaje: la oposición a Maduro hoy es una amplia mayoría. Las encuestas recientes, como Venebarómetro, ya habían adelantado el pronunciado desgaste de Maduro. Según el estudio de esta empresa 80 por ciento de venezolanos rechaza al gobierno de Nicolás Maduro. La encuestadora Delphos, por su parte, constató que 65 por ciento de los consultados votaría a favor de revocar a Maduro de la presidencia si el referendo revocatorio se realizara el próximo domingo. Este 1 de septiembre se hizo multitud ese descontento. Ya no es la cifra de una encuesta.
Según las estimaciones, un millón de venezolanos se congregaron en tres puntos diferentes en la llamada “Toma de Caracas”. Es, sin duda, la mayor concentración callejera en más de 10 años en Venezuela, y la primera de contundencia en contra de Maduro. Al contrario de lo que ocurría con frecuencia a inicios de la década pasada, esta vez el chavismo no tuvo fuelle para congregar una marcha alternativa y apenas congregó a unas 50 mil personas en una céntrica avenida de Caracas.
Lo que ocurra en las próximas semanas será determinante para la continuación o no del chavismo en el poder
Segundo mensaje: se venció el miedo y la incomunicación. Durante las semanas previas al 1 de septiembre y en particular durante los últimos días de agosto crecieron las versiones oficiales de que habría muertos y violencia en la manifestación convocada por la Mesa de la Unidad Democrática. Miles de personas que viajaban desde diferentes puntos del país se lanzaron a las vías para superar obstáculos y alcabalas militares puestas para evitar que se sumaran a la manifestación.
La mayor multitud reunida en Venezuela en más de una década no fue mostrada por la televisión venezolana, que escasamente presentó de forma puntual alguna declaración de dirigentes de la MUD, sin mostrar la magnitud de la marcha. Esos mismos canales de televisión “voluntariamente” se plegaron para retransmitir una alocución de Maduro y con ello invisibilizaron del todo la protesta multitudinaria.
La hegemonía comunicacional oficial no pudo impedir la manifestación, pero rápidamente el gobierno inició una campaña mediática para minimizarla (Maduro llegó a decir que sólo habían manifestado entre 25 mil y 30 mil personas). También el gobierno orquestó una estrategia y lograron posicionar como tendencia del momento en Twitter la etiqueta #malditamud. Una cuarta parte del país no tiene acceso ni a la televisión internacional por el servicio de suscripción ni al Internet, con lo cual en ese sector de los venezolanos sólo cuenta el relato oficial que le presenta el presidente Maduro.
Tercer mensaje: se alcanzó el objetivo comunicacional y simbólico, pero ahora hacen falta resultados políticos. El chavismo está demostrando que es un hueso duro de roer. Después de tres años de la muerte de Chávez y en medio de la peor crisis económica que se recuerde en este país, Maduro está aferrado al poder y cuenta con lo que hasta ahora es una alienación incondicional de actores institucionales claves como las Fuerzas Armadas, el Tribunal Supremo de Justicia y la Fiscalía General. El triunfo electoral de la MUD en diciembre pasado logró que tomaran posesión de la Asamblea Nacional (Parlamento), pero el chavismo sigue controlando las teclas principales del poder.
La agenda de las próximas acciones de la MUD se concentrará en otro poder alineado con el chavismo, el Consejo Nacional Electoral. La MUD apuesta a que con la presión de calle, junto a la presión internacional, se defina un cronograma electoral que finalmente permita en este 2016 la realización del referendo revocatorio. Allí, en este poder electoral en el cual dos de los cinco directivos militaron abiertamente con el gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), está la clave para acelerar o no la transición política.
Si el referendo se hace antes de que concluya 2016 habrá nuevas elecciones presidenciales y con certeza, según apuntan las encuestas, el chavismo sería derrotado ampliamente en las urnas. Si finalmente el referendo tiene lugar en 2017, a lo que apunta la lentitud y parsimonia con la que ha tratado el Consejo Electoral la solicitud de referendo de la MUD, entonces sería el vicepresidente nombrado por Maduro el que gobierne en los dos años finales del período.
La manifestación de este 1 de septiembre, en Venezuela, ha sido sin duda importante, pero no es –por el momento- un hecho políticamente determinante. Dependerá del curso que logre darle la MUD a sus próximas acciones, de la respuesta ciudadana en respaldar a la variopinta alianza opositora, y fundamentalmente dependerá de cómo el chavismo termine de digerir e interpretar este momento sociopolítico de cambio.
Andrés Cañizález es analista e investigador titular de la Universidad Católica Andrés Bello. Twitter @infocracia
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