Amenaza existencial para Europa
El Daesh cuenta con el arma de la debilidad de los europeos, incapaces de enfrentarlo unidos
Tras el golpe de Estado frustrado del 15 de julio sabemos que hay un grupo terrorista más temible para Turquía que el autoproclamado Estado Islámico o Daesh. Es la Organización Terrorista Fetulá (OTF), a la que el presidente Erdogan atribuye el golpe, el intento de asesinarle y una amplia infiltración en la estructura del Estado y en la sociedad turcas para subvertir su orden democrático.
La denominación de la OTF es una invención de Erdogan, a partir del nombre de Fetulá Gülen, un anciano clérigo de 84 años que vive en Pensilvania y es el fundador de Hizmet (Servicio), el auténtico nombre de una cofradía musulmana de inspiración sufí, a la que se atribuye un propósito de infiltrarse en las estructuras del poder económico y político al estilo del Opus Dei católico.
El Estado turco se halla entregado en cuerpo y alma a combatir a esta OTF, hasta el punto de que la purga iniciada en la noche del 15 de julio apenas tiene precedentes en la historia reciente. Hay que acudir a la Revolución Cultural de Mao hace 50 años o más atrás a la Gran Purga estalinista de los años treinta o a la Noche de los Cuchillos Largos en 1934, cuando Hitler liquidó a las milicias de su partido, las célebres SA, para encontrar una represión tan extensa entre antiguos socios y aliados.
Antes incluso que el Estado Islámico hay todavía otra amenaza existencial mayor para Turquía y esta es el PKK, el partido de los trabajadores del Kurdistán, con el que ahora está en guerra abierta después de haberse truncado el proceso de paz iniciado en 2012. Al final, sí, Ankara también combate al Daesh, sobre todo después del atentado en el aeropuerto de Estambul, que costó la vida a 41 personas, pero es su tercera prioridad.
No es extraña esta inversión de prioridades, que difícilmente se entiende en Europa y Estados Unidos pero forma parte de la geopolítica de la zona, donde el terrorismo suele ser un buen instrumento de los servicios secretos de alguno de los Estados en pugna para chantajear a algún adversario. Israel y Arabia Saudí, por ejemplo, consideran a Irán como su principal amenaza existencial. En cambio, para el régimen de El Asad y para Irán, objetivos designados por el Daesh, ni siquiera este es su enemigo existencial, sino un mero avatar del poder saudí al que identifican como aliado del sionismo y de Occidente en la guerra por procuración entre chiíes y suníes en que se han enzarzado.
Al final de las cuentas, solo para los europeos el Daesh es una amenaza existencial, porque pretende dividirnos, convertir a los musulmanes europeos en una comunidad aparte, discriminada y estigmatizada, deteriorar el Estado de derecho y el sistema de libertades y valores y extender la guerra civil islámica declarada ahora en Oriente Próximo al conjunto de Europa.
Al Daesh ya no le queda apenas ejército para mantener el dominio territorial que instauró hace dos años con la toma de Mosul, pero cuenta con el arma de la debilidad de los europeos, incapaces de enfrentarse unidos, en cada uno de los países y luego los países entre sí dentro de la UE, a la mayor amenaza contemporánea que pesa sobre su existencia.
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