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La UE defiende con distancia a su socio más incómodo

Bruselas respalda la democracia de Turquía pese a que su líder es cada vez más autoritario

Lucía Abellán
Un coche dañado por los tanques tras el fallido golpe de Estado en Turquía.
Un coche dañado por los tanques tras el fallido golpe de Estado en Turquía.TOLGA BOZOGLU (EFE)

Europa se ha visto obligada a defender, en nombre de la democracia, a un líder que exhibe comportamientos cada vez más autoritarios. Antes de que trascendiera que el golpe de Estado en Turquía había fracasado, la UE y la OTAN hicieron público, por separado, su respaldo a las “instituciones democráticas” del país. La primera en manifestar –sobriamente- ese apoyo fue la alta representante para la Política Exterior Europea, Federica Mogherini, que en ese momento estaba reunida con todos los ministros de Exteriores en Mongolia. Aun así, las primeras adhesiones no surgieron de Europa, sino del presidente estadounidense, Barack Obama.

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Turquía es un socio clave para la Unión Europea; sin el compromiso del Gobierno de Ankara, el club comunitario estaría aún ahogado por la crisis de refugiados provenientes de las costas turcas. Pero los continuos desafíos de su presidente, Recep Tayyip Erdogan, y sus violaciones sistemáticas de la libertad de expresión logran que nadie en la UE sienta deseos de defenderlo.

Pese a todo, Bruselas cumplió la noche del viernes su papel de baluarte de la democracia. Ante la confusión reinante, Mogherini optó en principio por un perfil bajo. “Hago un llamamiento a la contención y al respeto por las instituciones democráticas”, escribió en su cuenta de Twitter pasadas las 12,30 de la madrugada.

Tras esa primera alerta, las tres cabezas visibles de la UE (Mogherini junto al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y al del Consejo Europeo, Donald Tusk) emitieron un comunicado conjunto más enérgico. “La UE respalda plenamente al Gobierno elegido democráticamente, a las instituciones del país y el Estado de derecho. Pedimos que Turquía retorne rápidamente al orden constitucional”, aseguraban.

Respaldo de la OTAN

Antes del comunicado de Bruselas, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ya había manifestado su apoyo a Erdogan en las redes sociales en la madrugada del viernes. Stoltenberg pidió “pleno respeto a las instituciones democráticas turcas y a su constitución”. También Turquía, uno de los 28 Estados aliados, es clave para la organización. Y también a su cúpula le cuesta cada vez más defender a un Gobierno que se ha dedicado en los últimos años a enemistarse con casi todos sus vecinos.

Europa ha seguido con Turquía la consigna clásica: si es golpe de Estado, hay que condenarlo. Bruselas, pese a todo, admitió una sonora excepción a este principio. Fue en 2013, cuando el mariscal Abdul Fatah Al Sisi, hoy gobernante de Egipto, arrebató el poder por la fuerza al presidente elegido en las urnas, Mohamed Morsi. Todos consideraron que se trataba de un mal menor en medio de una situación caótica en el país, pero el silencio europeo sentó un peligroso precedente.

Cautela de Boris Johnson

Uno de los primeros dirigentes europeos en pronunciarse fue el controvertido y recién nombrado ministro de Exteriores británico, Boris Johnson. Fue al filo de las 23.00, cuando apenas se tenía una imagen clara de lo que estaba ocurriendo. Y simplemente se dijo “muy preocupado por los acontecimientos en Turquía”. Johnson, uno de los líderes de la campaña del Brexit, que convirtió un supuesto –y falso- ingreso inminente de Turquía en la UE en argumento contra la permanencia británica, esperó hasta la mañana del sábado para declarar “el respaldo de Reino Unido por los Gobiernos elegidos democráticamente y las instituciones”.

De entre los grandes países europeos, solo Alemania ofreció un respaldo claro al Gobierno turco en las primeras horas. Pasada la 1.00, la canciller Angela Merkel instó, a través de su portavoz, a “respetar el orden democrático en Turquía”. También el primer ministro griego, Alexis Tsipras, fue de los primeros gobernantes en reaccionar. Pese a los recelos existentes entre los dos países, históricamente mal avenidos y muy distantes en lo ideológico, el gabinete de Tsipras trasladó a los colaboradores de Erdogan su “respaldo al Gobierno democráticamente elegido”.

Mucho más tardó en manifestarse Francia, sumida en la tragedia del atentado de Niza. Un portavoz de Exteriores pidió en la madrugada “evitar toda violencia y respetar el orden”. Solo en la mañana del sábado personalizó el mensaje el ministro, Jean-Marc Ayrault. En el caso de España, el mensaje provino del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, al filo de las 3.00. “España apoya el orden constitucional democrático en Turquía, país amigo y aliado”, dijo en Twitter.

La reacción más tardía procedió de Italia. Su ministro de Exteriores, Paolo Gentiloni, defendió la democracia turca bien entrada la mañana del sábado.

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Sobre la firma

Lucía Abellán
La redactora jefa de Internacional de EL PAÍS ha desarrollado casi toda su carrera profesional en este diario. Comenzó en 1999 en la sección de Economía, donde se especializó en mercado laboral y fiscalidad. Entre 2012 y 2018 fue corresponsal en Bruselas y posteriormente corresponsal diplomática adscrita a la sección de España.

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