¡Que no voten los viejos!
Me mortifica pensar que mi hijo podría perder la oportunidad de vivir en cualquier país de la UE
Mi madre española, que habla un perfecto inglés pero con un fuerte acento madrileño, estaba tomando el té hace muchos años con la esposa de un diplomático inglés. La señora se estaba quejando del mal trato que había recibido un distinguido compatriota suyo a manos de la policía colombiana. Una vez ventilada su indignación, se inclinó hacia mi madre y le dijo: “Pero, ya sabes, los extranjeros no son como nosotros”.
Siempre que hemos recordado la anécdota en mi familia nos hemos reído. Hoy no tanto. Una vez despejado el sonido y la furia de la campaña por el Brexit, lo que motiva en el fondo a muchos de aquellos que votarán en el referéndum contra la permanencia de Reino Unido en la UE, es el desdén que expresó esa señora hacia los desdichados de la tierra que no tuvieron la fortuna de nacer británicos. Como los sondeos han señalado, la gente mayor, como la esposa del diplomático si aún vive, votará en mayor proporción por la salida que los jóvenes. La BBC dijo esta semana que se espera que vayan a votar más mayores de 55 años que menores de 30 años. Algunos ya lo han hecho por voto postal, como un señor de 91 años que el día siguiente murió. Según el Daily Mail, el señor, un veterano de la Segunda Guerra Mundial, votó por el Brexit. “Luchó hasta el final por su país”, dijeron sus hijos.
Yo pienso en mi hijo de 16 años y veo el voto de aquel anciano como una frívola traición a la gente joven de su país. Me mortifica pensar que mi hijo podría perder la oportunidad que he tenido yo de trabajar y vivir y de estudiar en cualquier país de la Unión Europea. Pienso también en la posibilidad de que de aquí a unos años Reino Unido se encuentre en dificultades económicas y los británicos que sufran para conseguir empleo no tengan la opción que tienen hoy muchos españoles, por ejemplo, de encontrar trabajo en otros países europeos.
Lo ideal sería que se prohibiese votar en este referéndum a los mayores de 55 años, demasiados de los cuales ven el mundo a través del prisma de la nostalgia imperial, y se deje el campo electoral libre a aquellos cuyos horizontes se verán disminuidos si su país sale de la Unión Europea. Tal como están las cosas el pasado juega contra el futuro con demasiada ventaja.
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