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La carrera por el Ártico se calienta

El consejo de países de la región se reúne entre pulsos estratégicos, la exhibición de músculo militar ruso y las dudas sobre la política medioambiental de EE UU

Belén Domínguez Cebrián

Las tensiones mundiales se trasladan este jueves a una región: el Polo Norte. El Consejo del Ártico, la reunión de los ocho ministros de Exteriores de los países con territorio en la zona —entre ellos Rusia y Estados Unidos— se reúne en Alaska para cambiar de presidencia. Finlandia relevará hasta 2019 a EE UU en la tarea de mantener el frágil equilibrio en esta región, mientras Moscú invierte en ella y muestra músculo militar. Hace apenas dos días, las brigadas especiales para el Ártico, adonde el presidente Vladímir Putin ha viajado recientemente, desfilaban con aires bélicos por las grandes avenidas de la capital rusa.

La brigada del Ártico de Rusia, durante ejercicios militares.
La brigada del Ártico de Rusia, durante ejercicios militares.Dmitry Kozlov (AP)

Todas las potencias quieren un trozo de pastel. En el Ártico, y bajo él, hay otros muchos más intereses que las ocho potencias ribereñas —Canadá, EE UU, Dinamarca (por Groenlandia), Rusia, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia— están deseosas de explotar: pesca, minerales subterráneos, petróleo, gas y turismo. Y la nueva presidencia se inaugura, pues, en medio de una mayúscula incertidumbre sobre las nuevas políticas del clima de la Administración Trump —a punto de renunciar a sus compromisos del cambio climático alcanzados en la cumbre de París en 2015— y una carrera geoestratégica rusa por hacerse con parte de la región. Bajo el Ártico se encuentra un cuarto de todo el petróleo por descubrir en el mundo, según las ONG ecologistas. O lo que es lo mismo, la segunda región con más petróleo del mundo después de los países que conforman la OPEP (países productores de petróleo) es el Polo Norte, según la misma organización. Habrá que esperar a la declaración final de esta cumbre, donde según fuentes de la organización han confirmado su presencia los ocho ministros de Exteriores, para adivinar las líneas de gobernanza durante los próximos dos años. Pero el elefante en la habitación será el grado de importancia que le de la delegación estadounidense, encabezada por el secretario de Estado, Rex Tillerson, al cambio climático, según avanza The New York Times. 

Aún con todas las tensiones, el cambio de presidencia rotatoria se ve con un tímido optimismo. "El 80% de los finlandeses cree que el Gobierno debería tomar medidas para proteger el Ártico", subraya Laura Meller, de Greenpeace. Pero estos movimientos no bajan la guardia, pues Trump —dejando atrás las políticas medioambientales protectoras con el Polo Norte de su antecesor Barack Obama— ha dejado la puerta abierta a las explotaciones petrolíferas en alta mar en esta región que ocupa unos 16.500.000 kilómetros cuadrados (casi como toda Rusia). Noruega también ha otorgado licencias de perforación en su suelo marino —que colinda con el ruso, lo que hace aumentar la tensión— a 13 petroleras internacionales que comenzarán a extraer petróleo este 2017. El Gobierno de Oslo ha sido denunciado por ello y se enfrenta ahora a lo que la prensa local ha bautizado como “el juicio del siglo” por las implicaciones económicas y medioambientales que conlleva. Más de ocho millones de personas en todo el mundo (400.000 en España) han firmado una petición para convertir el Ártico en una especie de santuario.

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Atajos

El 40% de la capa de hielo ha desaparecido tan solo en las últimas cuatro décadas, según expertos de la ONU. Pero este calentamiento global ha permitido, sin embargo, la apertura de nuevas rutas marítimas más baratas y más cortas que conectan Asia, Europa y América. Con estas nuevas travesías, los grandes buques podrán esquivar el Canal de Suez (Egipto), el de Panamá, o el estrecho de Ormuz, en el Golfo Pérsico, lo que implica un ahorro de unos 180.000 dólares (157.387 euros) en combustible a cada barco y un recorte en la distancia de hasta 60% entre el norte de Europa y China por el Cabo de Buena Esperanza (Sudáfrica). "Es alarmante (...) y una tragedia", denuncia por teléfono Greenpeace. Pero aún así, esta ruta ártica sigue siendo "insignificante" y con unas tendencias inestables: en 2016 atravesaron este círculo polar tan solo 19 buques, según la Oficina de Información del tránsito en el Mar del Norte, en 2014 fueron 41 y 71 en 2013. La cifra, en cualquier caso, queda lejos de los 13.000 que atravesaron el Canal de Suez en 2013.

Para que exista todo este movimiento marítimo es necesario que los llamados Icebreakers (rompehielos) abran paso. Y Finlandia, que hasta 2019 tendrá la presidencia de la región y cuyo embajador, Aleksi Härkönen, se ha negado varias veces a hacer declaraciones a este periódico "antes de que EE UU cierre su mandato", según justifica por correo electrónico, es el primer constructor del mundo de este tipo de buques. El país nórdico ha desarrollado una tecnología tal que el último de ellos, el Polaris, se mueve sólo con gas licuado. "Es una buena idea, pero el problema es para qué se destinan esos rompehielos", sostiene la ecologista Meller, quien lamenta que sólo se haga para abrir camino a las grandes máquinas extractoras de recursos naturales.

Cuatro millones de posibles desplazados

B. D. C, Madrid

Cuatro millones de indígenas habitan en el Polo Norte, según la ONU, y muchos de ellos están abocados a un desplazamiento forzoso por la extinción de su medio de vida: el hielo.

“Mi pueblo ya no tiene posibilidades de pescar y cazar”, se lamenta Klemetti Näkkäläjärvi, presidente del parlamento Saami, una comunidad indígena del norte de Finlandia. Laura Meller, de Greenpeace en Finlandia, asegura que algunos ciudadanos de comunidades indígenas de Alaska y el norte de Rusia han tenido que ser reubicados por la desaparición de su medio de vida. "El número de renos, por ejemplo, ha descendido porque ya no sobreviven", cuenta.

Näkkäläjärvi ha relatado en varios foros que su comunidad se está extinguiendo: “Decenas de lenguas y dialectos han desaparecido ya por la inmigración climática”.

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