Liberado en Argentina un legendario asesino que mató a toda su familia
En 1992, Ricardo Barreda disparó contra su mujer, sus dos hijas y su suegra
Ricardo Barreda es un odontólogo de 80 años que se ha convertido en un símbolo controvertido. El 15 de noviembre de 1992 cargó su escopeta Víctor Sarrasqueta (armero español del siglo XIX) y disparó contra su mujer, Gladys McDonald (57 años), su suegra Elena Arreche (86), y sus hijas Cecilia (26) y Adriana (24). Acto seguido, se fue al zoológico a contemplar jirafas e invitó a su amante Berta a una pizzería y a pasar la noche en un motel. Al otro día, intentó armar una burda coartada: volvió a la escena del crimen, en La Plata (60 kilómetros de Buenos Aires), y denunció un robo. Finalmente confesó.
La justicia lo condenó a prisión perpetua pero su estado procesal sufrió varias modificaciones. En 2011, la Cámara del Crimen le concedió la libertad condicional, gracias a la buena conducta de Barreda en prisión, una garantía prevista en la ley argentina. Las condiciones que le pusieron en ese momento fueron: “Residir en el domicilio que fije en el acta compromisoria, debiendo anoticiar de inmediato a ese Tribunal cualquier cambio o ausencia del mismo; continuar con el tratamiento psiquiátrico-psicológico, debiendo acreditar ante dicho Tribunal mensualmente su cumplimiento hasta el alta definitiva certificada por la autoridad asistencial; no cometer nuevos delitos y someterse al cuidado del Patronato de Liberados”.
Barreda se fue a vivir al barrio de Belgrano, con quien fuera su amante durante el cautiverio, una mujer llamada Berta Pochi André, fallecida el año pasado. El escritor argentino Rodolfo Palacios conoció al odontólogo en esa época. La relación le valió para publicar un libro llamado Conchita. El hombre que no amaba a las mujeres, que por estos días se volvió a editar.
“Barreda era un hombre normal que vivía con su familia en una casa de La Plata; un buen vecino que cuando podía iba al cine y se juntaba con amigos. Hasta que el 15 de noviembre de 1992 mató de escopetazos a su familia. En ese momento, la versión fue la de un hombre desesperado, que no aguantaba los maltratos de sus mujeres. Mucha gente, entonces, lo tomó como una víctima y esa es la versión que el da”, contó a EL PAÍS.
La declaración de Barreda en el juicio que enfrentó quedará por siempre en la memoria de los argentinos. El hombre contó al juez que su esposa solía decirle: “Andá a limpiar que los trabajos de ‘conchita’ son los trabajos que te quedan mejores, es para lo que más servís”. La expresión ‘conchita’, un insulto despectivo y sexista, se convirtió en una etiqueta que pronto adoptó la sociedad.
Luego de la condena, en 1995, la sociedad se dividió entre quienes veían al hombre como un mártir y quienes, al igual que la justicia, lo repudiaban por ser un cuádruple homicida, con el agravante de que todas sus víctimas eran mujeres, aunque entonces, la figura de femicidio todavía no había sido creada en la Justicia argentina.
La banda de punk rock Attaque 77, incluso, le dedicó una canción en tono condescendiente, en el que dice: “Se burlaron de mí y ahí nomás les disparé… Si volviera a nacer lo habría intentado otra vez”. En suma, un grupo que se hizo llamar “varones oprimidos por el matrimonio” le dedicó una oración a “San Barreda”, que se difundió por redes sociales. La fan page de Facebook armada en torno a la figura del homicida ya no existe.
“Con los años, la versión de Barreda fue disparatada”, opinó Palacios, “primero, porque no hay prueba de ese maltrato y si la hubiera tampoco justifica lo hecho. Luego, se supo que Barreda había practicado tiro, fue a una charla de criminología y esperó hasta ese domingo para que estuvieran las hijas presentes en la casa, porque vivían en otro sitio”. Los detalles descubiertos con el tiempo demostraron cierta premeditación en el cuádruple crimen y la sociedad acompañó la revelación de la evidencia con un incipiente descrédito hacia el odontólogo. En la actualidad, la casa de La Plata donde sucedió la masacre fue expropiada y convertida en un centro de prevención contra la violencia de género.
Palacios relató que cuando conoció a Barreda “mucha gente lo saludaba en la calle y era muy popular, incluso mujeres. Se había transformado en una especie de celebridad que ahora, en el contexto del #NiUnaMenos nadie se animaría a celebrar”. “Siempre me pareció una persona muy inteligente, con cierto grado de cultura y muy irónico. También de mucho desprecio hacia las mujeres y bromista. Pero, a diferencia de otros homicidas, él volvió a insertarse, hizo nuevos amigos y hasta podía viajar en el subte (metro)”, agregó Palacios.
El 22 de diciembre de 2014 Barreda volvió a prisión, luego de que se le revocara la libertad condicional porque la convivencia con Berta se había tornado peligrosa. A principios de enero de este año, salió de la cárcel y se trasladó a la localidad de Troncos del Talar, un rincón muy humilde y con calles de tierra ubicada en Tigre, en la zona norte del conurbano bonaerense. Allí, en un hogar que le presta un amigo logró fijar domicilio para la libertad condicional que le fue otorgada a fines del 2015. A los 80 años, el peculiar homicida fue beneficiado por el juez de Ejecución Penal, Raúl Dalto, quien entiende que la condena se extinguió y, así, podrá moverse en libertad.
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