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Cárcel para tres egipcios por insultar al islam en un vídeo de burla al ISIS

Hacen una parodia de una decapitación e incluyen una plegaria musulmana

El presidente Al Sisi, en un foro económico africano celebrado en Sharm el Sheij (Egipto) el 20 de febrero.
El presidente Al Sisi, en un foro económico africano celebrado en Sharm el Sheij (Egipto) el 20 de febrero.MOHAMED EL-SHAHED (AFP)

Un tribunal egipcio sentenció el jueves a tres jóvenes cristianos coptos a cinco años de cárcel por “insultar al islam” al aparecer en un vídeo en el que se burlaban del autodenominado Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés). Un cuarto muchacho procesado, de tan solo 15 años, fue enviado a un centro de detención de menores durante un periodo indefinido. El fallo judicial es el último de una larga serie de controvertidas sentencias de base moral interpretadas como un intento por parte del régimen del mariscal Abdelfatá al Sisi de reforzar sus credenciales conservadoras.

El vídeo en cuestión fue filmado a principios de 2015 en una excursión de los alumnos de una escuela de la provincia sureña de Minia, donde existe una importante concentración de cristianos coptos, una minoría religiosa que representa aproximadamente entre el 8% y el 10% de la población egipcia. En el vídeo, los chicos, todos ellos menores de edad en aquel momento, reproducen de forma burlesca la grabación de una decapitación del ISIS e incluyen una plegaria musulmana. Su maestro,que realizó el vídeo satírico con su teléfono móvil, ya fue condenado a tres años de cárcel en un juicio anterior

“Han sido condenados por insultar al islam e incitar a las reyertas sectarias. El juez no ha mostrado ninguna compasión. Les ha otorgado la pena más severa posible”, declaró a la agencia de noticias AFP su abogado, Maher Naguib, que ha manifestado su intención de recurrir la sentencia en un tribunal de apelación. Varias organizaciones de defensa de los derechos humanos han mostrado su apoyo a los jóvenes, que denunciaron haber padecido “malos tratos” durante los 45 días que permanecieron detenidos antes de ser puestos en libertad condicional.

Durante los últimos años, decenas de personas han sido juzgadas y condenadas de acuerdo con un artículo del código penal que establece una sentencia máxima de cinco años de cárcel por el cargo de blasfemar contra las religiones reconocidas por el Estado, el cristianismo, el judaísmo y el islam. Sin embargo, varias organizaciones de derechos civiles, entre ellas la Iniciativa Egipcia para los Derechos Personales, han censurado que la ley se aplique de forma desproporcionada contra la minoría cristiana copta, y han solicitado su abrogación.

Asimismo, en otros casos se ha utilizado esta norma para minar el derecho a la libertad de expresión. Por ejemplo, el mes pasado, un tribunal egipcio condenó a la escritora Fatima Naut a tres años de cárcel por blasfemar contra el islam por haber criticado el sacrificio de millones de corderos durante la fiesta musulmana del Eid. Unas semanas antes, el pensador musulmán Islam al Beheiri fue castigado con un año de cárcel por el simple hecho de haber instado en un programa de televisión a una modernización “del discurso tradicional islámico”, una petición que, curiosamente, también ha realizado en repetidas ocasiones el presidente Al Sisi.

La noticia llega tan solo unos días después de otro controvertido veredicto que ha puesto en pie de guerra al mundo de la cultura en Egipto: la condena a dos años de cárcel contra el escritor Ahmed al Naji, acusado de “dañar la moral pública” porque su última novela, Istikhdam al-haya (El uso de la vida), incluye fragmentos eróticos. En un acto de solidaridad con Al Naji celebrado en el Sindicato de Periodistas el jueves, nueve organizaciones de la sociedad civil han denunciado la inconstitucionalidad del fallo judicial, pues la nueva Carta Magna aprobada en 2014 protege las libertades de expresión y de creación cultural.

Desde el golpe de Estado de 2013 que depuso al islamista Mohamed Morsi, el primer presidente electo en la urnas en la historia del país árabe, se ha producido un marcado deterioro de todas las libertades individuales en Egipto, incluida la de expresión. A pesar de que uno de los argumentos de los detractores de los Hermanos Musulmanes para justificar el golpe era su voluntad de imponer una determinada moral pública, el nuevo régimen no ha sido menos incisivo en la coerción de cualquier actividad o expresión contraria a una interpretación conservadora del islam.

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