Cuba acogerá la histórica reunión del Papa y el patriarca ortodoxo
La primera reunión en la historia de los líderes de ambas Iglesias, separadas en 1054
El papa Francisco, jefe de la Iglesia católica, y el patriarca Cirilo, primado de la Iglesia ortodoxa rusa, se reunirán el 12 de febrero en Cuba. Se trata de la primera reunión en la historia de los líderes de ambas iglesias. El papa de Roma y el patriarca de Moscú cruzarán sus caminos en Cuba, el primero en ruta hacia México y el segundo, de camino a Brasil y Paraguay. El escenario será el aeropuerto José Martí de La Habana, donde tratarán sobre la persecución de los cristianos en Oriente Próximo y África y firmarán una declaración conjunta.
Las diferencias entre católicos y ortodoxos se remontan al siglo IV y cristalizaron en un cisma en 1054. Los problemas concretos para la mejora de relaciones de la jerarquía católica y los ortodoxos rusos son más recientes. En 1996 y 1997 hubo “intensas” negociaciones para una cumbre entre el Papa y el patriarca, que cesaron debido a las discrepancias sobre los grecocatólicos en Ucrania (católicos de rito oriental) y el “proselitismo de los misioneros católicos en el territorio canónico del patriarcado ruso”, según dijo en Moscú el metropolita Ilarión, jefe del departamento internacional de la Iglesia Ortodoxa Rusa.
Las controversias subsisten, pero “se han dejado de lado”, debido a la preocupación común por la persecución y “genocidio de la población cristiana en Oriente Próximo y el norte y centro de África”, explicó Ilarión. En Ucrania la situación (de las relaciones intereclesiásticas) ha “empeorado como resultado de los acontecimientos de los últimos tiempos”, explicó el metropolita, que acusó a los grecocatólicos de aventar “consignas antirrusas y rusófobas”. La situación de los cristianos en Oriente Próximo y África “exige medidas urgentes y una colaboración más estrecha entre las iglesias cristianas”, afirmó Ilarión. “En la situación trágica actual hay que dejar de lado las diferencias internas y unir fuerzas para salvar a los cristianos en las regiones donde son perseguidos cruelmente”, sentenció.
Las diferencias entre católicos y ortodoxos se acrecentaron al desaparecer la Unión Soviética. Juan Pablo II murió sin realizar su deseada visita a Rusia, vetada por el patriarca Alejo II, antecesor de Cirilo, partidario de solventar las diferencias previamente. Cirilo “no quería” que la reunión fuera en Europa porque “en este continente sucedieron los acontecimientos que causaron la trágica división de los cristianos entre Oriente y Occidente y con Europa está vinculada la memoria histórica de (…) muchos lamentables sucesos”, explicó el metropolita. El patriarca prefería una región donde la “cristiandad se desarrolla de forma dinámica, y América Latina es una de ellas”, afirmó el portavoz, quien manifestó su esperanza en el efecto positivo del “Nuevo Mundo”.
Con la muerte del enérgico Papa polaco y su sustitución por el cardenal Joseph Ratzinger, la relación institucional comenzó a mejorar y las agrias polémicas dejaron paso a funcionales y discretos contactos diplomáticos. En enero de 2009, el papa Benedicto XVI envió un cálido mensaje de felicitación a Cirilo por su entronización como patriarca de Moscú. La llegada a la Santa Sede de un Papa americano y el cambio de sensibilidades resultante posibilita ahora la reunión frustrada hace 20 años.
A principios de este siglo, la Iglesia Ortodoxa Rusa participó en el debate público sobre la Constitución de la Unión Europea con una contribución propia en la que defendía valores cristianos conservadores y afirmaba el carácter cristiano del continente.
Rusia es un país oficialmente laico, pero la ortodoxia, considerada la religión más extendida entre 140 millones de personas, goza de un trato de favor por parte de las autoridades, que le han devuelto numerosos edificios y bienes, confiscados en la Unión Soviética. Una ley que castiga la ofensa a los sentimientos religiosos, aprobada bajo el mandato de Putin, sirve para atajar o castigar críticas contra la Iglesia Ortodoxa, siendo el caso más notable la condena de las activistas del grupo punk-rock Pussy Riot por su incursión en la catedral del Cristo Salvador de Moscú.
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