La policía italiana detiene a dos mafiosos que vivían en un búnker
Los detenidos, pertenecientes a la 'Ndrangheta y acusados de asesinatos, vivían en el monte
Vivían como alimañas, dentro de un búnker construido entre la maleza, pertrechados con armas de alto poder, obligados por sus crímenes a una huida constante. La policía italiana buscaba a Giuseppe Ferraro desde 1998 y a Giuseppe Crea desde hace 10 años, acusado el primero de matar a más de 20 personas en la década de los 80 y el segundo de ser el líder de uno de los clanes más feroces de la ‘Ndrangheta, la mafia calabresa, sin duda la más peligrosa del mundo. La importancia de su detención en Reggio Calabria, practicada durante la mañana del viernes por la policía italiana, queda reflejada en las palabras del fiscal antimafia Gaetano Paci: “Hoy podemos decir que en el territorio en el que los dos fugados han sido capturados se han reinstaurado las condiciones mínimas de la democracia. Hemos cicatrizado la herida que el clan de los Crea había provocado no solo en la región de Calabria, sino en toda la República”.
Giuseppe Crea, de 37 años, había asumido el control del clan después de que su padre, un antiguo agente de policía, fuese detenido en la ciudad de Rizziconi, sobre la que ejercía un control absoluto mediante la extorsión y los asesinatos. El director del Servicio Central Operativo de la Policía explicó que la captura del fugitivo, al que el pasado año se condenó en rebeldía a 22 años por asociación mafiosa y extorsión, es “muy importante porque su clan había transformado Rizziconi en una gran red criminal” de la que Giuseppe Crea era el jefe indiscutible. Las autoridades han realizado un llamamiento para que los habitantes de la zona de Reggio Calabria donde se ha practicado la detención, y que hasta ahora estaban condenados al silencio, colaboren con la policía para desarticular la totalidad del clan.
Con respecto a Ferraro, de 47 años de edad y 18 de fugitivo, la policía no tiene mejores referencias. Ha sido condenado en rebeldía por varios asesinatos, estaba buscado por asociación mafiosa y extorsión y, entre otras muchas fechorías, se le acusa de haber participado junto a otros sicarios en la muerte a tiros de un jefe rival, un tal Domenico Bonarrigo, en el transcurso de una disputa por el control del territorio. Los secuaces de Bonarrigo vengaron la muerte de su compinche capturando a uno de los sospechosos, Francesco Raccosta, y matándolo de una manera muy particular. Se descubrió cuando la policía, que tenía pinchado el teléfono de un vecino de un pueblo cercano por otros motivos, escuchó la siguiente conversación:
—¡No sabes cómo chillaba Raccosta! Estaba todavía vivo cuando se lo echamos a los cerdos. No sabes qué satisfacción oírlo chillar. Me habían dicho que los cerdos siempre dejan algo, pero yo no vi que quedara nada…
Según la policía italiana, en el búnker donde se refugiaban Giuseppe Ferraro y Giuseppe Crea no solo había granadas, pistolas y otras armas de alto poder, sino también electricidad, lo que le permitía disponer de televisión y una pequeña cocina. Se da por seguro de que contaban con apoyo en una región amordaza por una mafia que ya controla el tráfico de cocaína entre Europa y América. Hace dos años, después del asesinato de un niño en un ajuste de cuentas entre clanes mafias, el papa Francisco decidió viajar a Calabria y lanzar un duro alegato contra el crimen organizado que incluyó la excomunión de la ‘Ndrangheta.
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