Tsai Ing-wen, la mujer que abre una nueva era en Taiwán
La candidata del DPP se convertirá en la primera mujer presidenta taiwanesa
Como hace cuatro años, llovía y sus seguidores esperaban desde hacía horas para verla. Pero la atmósfera era muy diferente. En 2012 las lágrimas de sus simpatizantes se fundían con la lluvia, tras la derrota electoral a manos del Kuomintang y el presidente Ma Ying-jeou, y ella instaba a “no rendirse”. Ahora todo eran saltos, agitar de banderas, y gritos de “¡Arriba Taiwán!”. Cuando Tsai Ing-wen, la candidata del Partido Demócrata Progresista (PDP) compareció finalmente este viernes en el último mitin de campaña llegó el delirio.
“Hace cuatro años prometí que volveríamos, y lo hemos hecho”, proclamó entre largos aplausos ante una marabunta de partidarios. El lugar del último mitin antes de las elecciones del sábado en Taiwán, frente al palacio presidencial en Taipei, había sido elegido con toda intención.
Tsai se prepara para hacer historia. Este sábado esta abogada de 59 años, rasgos suaves y determinación de hierro ha ganado las elecciones con contundencia frente al gobernante Kuomintang y será elegida la nueva presidenta de Taiwán. No solo será la primera mujer que ocupe la presidencia en el mundo de habla china; será también una de las pocas en Asia que llega al cargo sin formar parte de una dinastía política.
Además, su partido puede alcanzar, por primera vez, la mayoría absoluta, ayudado por la impopularidad de Ma, las luchas internas en el conservador Kuomintang y el descontento popular ante una economía muy dependiente de China y que el año pasado apenas creció un 1%.
Austera, menuda y con gafas, no irradia carisma a primera vista. Ella misma asegura que su modelo es Angela Merkel, la canciller alemana, una mujer que ha convencido al público más que por su magnetismo, por su determinación y su poder intelectual, “lo que necesitamos para gobernar un país moderno”.
A lo largo de su particular travesía del desierto, tras la derrota de 2012, ha pulido su posición de firme defensora de la identidad propia de Taiwán, separada de la china. Si hace cuatro años sus posturas al respecto asustaron a EE UU, algo que pudo costarle votos, a lo largo de esta campaña ha tenido buen cuidado en tranquilizar a Washington y asegurar que quiere mantener la situación actual en las relaciones con Pekín, que considera a Taiwán parte de su territorio: ni unificación ni independencia.
A sus votantes les ha prometido una diversificación de la economía y un reparto más igualitario de la riqueza que se genere.
En un discurso el pasado junio en Washington, aseguró que al tiempo que defendería “un diálogo constructivo con China", se aseguraría "de que ese proceso es democrático y transparente, y que los beneficios económicos se repartirán de manera igualitaria”.
Ha cultivado también una imagen más cercana. Soltera y sin hijos, los dos gatos con los que vive en un apartamento de Taipei, Think Think y Ah Tsai se han hecho famosos entre sus simpatizantes.
“Es una candidata mucho mejor esta vez”, en opinión de Shelley Rigger, experta en Taiwán del Davidson College. “Ha tenido cuatro años para pensar cómo comunicar su mensaje con éxito”.
La pequeña de 11 hermanos en una familia acomodada taiwanesa, sus padres, según ha confesado en una entrevista televisada, no aspiraban a que sus hijos se hicieran ricos. “Solo nos pedían que fuéramos gente entregada y útil” a la sociedad, ha explicado.
Con una inteligencia que destacan todos cuantos la conocen, Tsai estudió Derecho en Taipei y amplió estudios en la Cornell University en EEUU antes de lograr su doctorado en la London School of Economics.
Tras una etapa en la que impartió clases en la Universidad, en 2000 fue nombrada principal negociadora en las relaciones con China por el presidente Chen Shui-Bian, el primero del PDP que ha gobernado Taiwán. En 2004 se unió al PDP y fue elegida diputada. Cuatro años después se convertía en la líder de un partido desmoralizado tras el ingreso de Chen en prisión tras ser declarado culpable de corrupción.
Sin el bagaje de la generación fundadora del partido, formada en los años de la ley marcial, y dispuesta a escuchar, supo regenerar una formación que amenazaba con disiparse en luchas internas.
Si las urnas confirman lo que predicen los sondeos, Tsai tendrá ante sí una vez que jure el cargo el 20 de mayo una dura tarea. Tendrá que reactivar la economía y combinar la política de firmeza hacia China que sus votantes esperan de ella con una flexibilidad que le permita no enemistarse con Pekín.
Tsai Yi-san, una enfermera de 30 años que ha acudido al mitin frente al palacio presidencial de Taipei, está convencida de que lo logrará. Cubierta con un chubasquero de plástico, y presente desde horas antes en la plaza para garantizarse un sitio, cree que “cuando salga elegida, todo va a ir a mejor. Sus políticas son lo que nos hace falta. Ella nos va a traer la paz y la estabilidad".
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