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Columna
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Negación a los valores de la República

La retirada de la nacionalidad en Francia es ineficaz y nefasta para la integración

Sami Naïr

Las consecuencias de los atentados del 13 de noviembre en París afectan en lo sucesivo directamente a los fundamentos del Estado de derecho. El presidente François Hollande se ha vestido, para la ocasión, los ropajes de George W. Bush el día después del 11-S en Estados Unidos. Está dotando a Francia de una auténtica Patriot Act,penalizando potencialmente a toda una parte de la población francesa. La última medida propuesta es la constitucionalización de la retirada de la nacionalidad francesa a aquellas personas condenadas por terrorismo o “por atentado a los intereses fundamentales de la nación”. Esta medida, propuesta por la extrema derecha de Marine Le Pen y la derecha extrema de Nicolas Sarkozy, ha sido enérgicamente criticada por la izquierda y los movimientos en defensa de los derechos civiles.

El Gobierno prevé igualmente restringir el poder de los jueces de instrucción, legalizar reforzándolos los controles de identidad en la vía pública, registrar vehículos y equipajes de particulares, perquirir en la noche, facilitar las escuchas telefónicas, y otras medidas con el fin de aumentar los poderes de la policía. Todas estas medidas son propuestas en nombre del “estado de guerra” proclamado por el presidente de la República. La ministra de Justicia, Christiane Taubira, ha dado muestras en algunas ocasiones de su inquietud ante dicha evolución. Ha expresado su oposición frontal frente a la decisión de constitucionalizar la decadencia de la nacionalidad.

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En el derecho francés, el único precedente importante de esta medida ha sido el arsenal de leyes antijudías adoptado durante la Segunda Guerra Mundial por el régimen del mariscal Pétain, aliado de Hitler. Hoy, incluso limitada a los terroristas, hace que pese una turbia sospecha sobre los ciudadanos binacionales y legitima de facto el discurso de la extrema derecha, que desde hace 30 años quiere imponer una ciudadanía a dos velocidades, oponiendo los franceses de origen a los ciudadanos franceses nacidos en Francia de padres extranjeros. Igualmente grave: cuestiona uno de los fundamentos sagrados del derecho francés de la nacionalidad, el ius soli (derecho del suelo), restricción jurídica a la que la izquierda siempre se opuso.

La decisión de François Hollande es peligrosa para el derecho de la nacionalidad, ineficaz en el plano represivo, nefasta para la integración. Pero entonces ¿por qué el presidente elige seguir el autoritarismo de la derecha para combatir el terrorismo? La respuesta está clara y desgraciadamente inscrita en el contexto de la preparación de la campaña presidencial de 2017. François Hollande, muy debilitado por cinco fracasos electorales desde 2012, sabe que los candidatos de derecha y extrema derecha van a hacer de la seguridad uno de sus temas centrales de campaña. La proposición de la retirada de la nacionalidad les gana de entrada este argumento, satisfaciéndolo. Es el primer saque de esta campaña. Y constituye ya una profunda denegación de los valores de la izquierda. Queda por preguntarse en qué estado ideológico va a dejar el presidente la izquierda en 2017…

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Sobre la firma

Sami Naïr
Es politólogo, especialista en geopolítica y migraciones. Autor de varios libros en castellano: La inmigración explicada a mi hija (2000), El imperio frente a la diversidad (2005), Y vendrán. Las migraciones en tiempos hostiles (2006), Europa mestiza (2012), Refugiados (2016) y Acompañando a Simone de Beauvoir: Mujeres, hombres, igualdad (2019).

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