Un desastre anunciado
En adelante, la extrema derecha dará el tono a la vida política francesa
La carrera hacia la catástrofe sigue su curso en Francia, sin que la izquierda en el poder reaccione, aparentemente fascinada por el abismo que la atrae. Esta parálisis es el resultado de más de 30 años de demagogia y de impotencia política. La historia de la subida del Frente Nacional empezó a principios de los años ochenta, incentivada tanto por la promesa no respetada de acabar con el paro por parte de François Mitterrand, presidente de izquierda en aquel entonces, como por la manipulación por el mismo del grupúsculo de Jean-Marie Le Pen, para impedir a la derecha ganar las elecciones, dado que había dejado claro que nunca se iba a juntar a la extrema derecha. A partir de entonces, el auge del partido de Le Pen, padre y hoy en día hija, no ha dejado de crecer. La apuesta de Mitterrand funcionó con Jacques Chirac, gaulista y republicano auténtico, hasta mitad de los años 2000, y permitió la victoria de la izquierda en 1988 y en 1997. Pero llegó Nicolás Sarkozy. Para evitar la alianza con la izquierda frente a la extrema derecha no republicana, decidió poner en marcha la estrategia del “ni, ni”, es decir: no elegir entre Le Pen y la izquierda. Más, él optó por utilizar la retórica del Frente Nacional, es decir, legitimar el racismo y la xenofobia de este partido. El martes pasado, repitió que “el voto para el Frente Nacional no es un voto contra la República, no es inmoral”. Ese lema fue ya el principal ingrediente de su victoria en las presidenciales de 2008.
Por otra parte, el quinquenio de François Hollande ha seguido, desde su inicio en 2012, la misma estrategia de Mitterrand. En el marco de tres años, al cambiar radicalmente de orientación política-económica, ha perdido todas las elecciones (municipales, europeas, senatoriales, cantonales, regionales) y el partido de Marine Le Pen, adoptando una postura social nacional, es ahora el primero de Francia. En adelante, la extrema derecha dará el tono a la vida política francesa.
Desde hace dos años, algunos dentro del partido socialista y en el gobierno se empeñan en favorecer al Frente Nacional con el cálculo de politiquería según el cual en las presidenciales de 2017 quedarán en la segunda vuelta Hollande y Marine Le Pen, dado que Nicolás Sarkozy, si es candidato, será vencido en la primera vuelta. Hollande podría ganar.
La realidad es que la ceguera de esa estrategia puede conducir al desastre. Pues lo que aparece hoy es aterrador: los que habían votado al Frente Nacional, en protesta al incumplimiento de las promesas de la izquierda, votan hoy por adhesión a las ideas de la extrema derecha. El partido socialista puede desaparecer del mapa político, tal y como sucedió en 1958. Y será la derecha republicana la que recuperará la apuesta, volviéndose ella misma mucho más autoritaria y conservadora. Lo que es seguro, es que el gobierno socialista lo va a tener muy difícil hasta 2017.
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