La derecha aviva el miedo al ISIS ante la cautela de Obama
El terrorismo ocupa el centro de la campaña para las presidenciales de 2016
El presidente Barack Obama pide paciencia en la guerra contra el Estado Islámico: sus oponentes replican con retórica belicosa. En un discurso a la nación, el domingo, el demócrata Obama instó a no dejarse arrastrar por el miedo: los republicanos avivan el temor a más atentados tras el que la semana pasado dejó 14 muertos en California. En plena campaña electoral, y falta de 13 meses para abandonar la Casa Blanca, el presidente pugna por hacerse oír.
“Me preocupa mucho el terrorismo”, dijo este fin de semana Robert Robacker, un exmarine y empresario de Davenport, una ciudad de 100.000 habitantes a orillas del Misisipi, que divide Iowa e Illinois. “Viajamos mucho y vamos a Europa, pero no vamos a ir, ahora no”, añadió Robacker, de 77 años.
Robacker asistía, junto a su mujer, a un mitin de Donald Trump, el candidato que encabeza las encuestas para la nominación del Partido Republicano a la Casa Blanca. Su testimonio no es excepcional: el temor a un ataque como el de San Bernardino (California) llega a los rincones más recónditos de EE UU.
¿Yihadistas en los campos de maíz? A muchos en Iowa —el estado agrícola donde el 1 de febrero empezará el proceso de votaciones para decidir el candidato de cada partido en las presidenciales de noviembre— la idea de un terrorista afiliado al Estado Islámico (ISIS, ISIL o Daesh) no les parece inverosímil.
El sábado por la noche, en los bares y casas de Iowa todos los televisores sintonizaban con el partido de fútbol universitario entre los Iowa Hawkeyes y Michigan State. En un intermedio, apareció en la pantalla el senador Ted Cruz, candidato a la nominación republicana. “Mataremos a los terroristas", decía en el anuncio. “Y todos los militantes islámicos lo sabrán: si lanzáis la yihad contra nosotros, estaréis firmando vuestra sentencia de muerte”.
Después del atentado múltiple en París, el 13 de noviembre, y el de San Bernardino el miércoles pasado, el terrorismo ocupa el centro de la campaña electoral, un territorio propicio para la excitación de miedos atávicos, justificados o no. Si un matrimonio inspirado por el ISIS perpetró una matanza en un lugar como San Bernardino, sin ningún significado simbólico ni valor estratégico, ¿por qué no en el centro comercial de la esquina?
Obama se dirigió a la nación, desde el despacho oval de la Casa Blanca, para exponer su estrategia contra los terroristas y exigir respeto a los conciudadanos musulmanes. “Nuestro éxito no dependerá de que usemos una retórica agresiva, ni de que abandonemos nuestros valores, ni de que cedamos ante el miedo. Esto es lo que desean grupos como el ISIL”, dijo.
Los candidatos republicanos compitieron en descalificar el discurso de Obama. El problema de estas críticas es que, más allá de la diferencia de tono, ninguno propone una alternativa clara a la actual, que consiste en bombardear al ISIS y enviar tropas especiales que ayuden a fuerzas locales. Nadie propone por ejemplo un despliegue de tropas masivo o una ocupación como la de Irak en 2003. El problema de Obama es que, en un país acostumbrado a buscar soluciones rápidas y sencillas a los problemas, él ofrece una estrategia compleja e incierta, y la expone con frialdad, sin la pasión propia de un momento grave.
“Las finanzas, la economía van bien. Pero me temo que el terrorismo nos golpee aquí”, dijo en Iowa Robert Robacker. “Necesitamos un presidente extremadamente duro”.
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