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Hasna, la juerguista que murió como una yihadista

La mujer que estaba con el cabecilla de los atentados se presentaba como prima suya

Un policía vigila el piso donde vive la familia de Hasna en Aulnay-sous-Bois, cerca de ParísFoto: atlas | Vídeo: Peter Dejong | AP
Guillermo Altares

La historia de Hasna Aitboulahcen podía ser la de cualquier joven con mala suerte que ha crecido en un barrio conflictivo de los alrededores de París. Sin embargo, murió el miércoles por la noche durante el asalto policial contra un apartamento de Saint-Denis en el que se encontraba junto al cabecilla de los atentados que sembraron París de muerte el viernes 13 de noviembre, su primo Abdelhamid Abaaoud. Durante el asalto la policía disparó con tanta intensidad –la fiscalía calcula que unos 5.000 impactos de bala– que la estructura del edificio quedó dañada. Pero Aitboulahcen no murió a tiros, sino alcanzada por la explosión del cinturón bomba que llevaba un tercer implicado atrincherado en el apartamento. Por eso, durante dos días, esta mujer de 26 años fue identificada como la primera terrorista suicida de Francia.

Nacida en una familia de origen marroquí, se crió en la Cité de los 3.000, en Aulnay-sous-Bois. Ha sido descrita por sus vecinos, citados por la prensa francesa, como una mujer frágil, marcada por una adolescencia problemática y que había tenido problemas con la justicia por asuntos de droga. Muchos testimonios hablan de una mujer que bebía y era aficionada al rap, que llevaba siempre un sombrero de vaquero de cuero, “simpática con los chavales de la Cité” (las Cité en Francia son los conjuntos de viviendas sociales, HLM, que muchas veces se han convertido en centros de marginación, alejados de la mano del Estado).

Creció entre los 4 y los 15 años en familias de acogida y en diferentes instituciones. Algunos medios hablan de malos tratos en el seno de su familia y otros de que su madre, al separarse de su padre, no pudo hacerse cargo de cuatro hijos. “Hasna pasó su niñez entre su padre, su madre, diferentes familias y centros de acogida”, relata el blog Aulnaylibre, que se dedica a recoger información sobre este suburbio parisino. “Luego vino la droga y lo que le acompaña. Pasaba temporadas en la calle, quiso alistarse en el Ejército, que la rechazó, desapareció y luego volvió tras una larga ausencia”, prosigue este blog que ha sido ampliamente citado por la prensa francesa. Soñaba con convertirse en rapera, le gustaban el vodka y hachís, según testimonios recogidos por Le Monde en Estrasburgo, donde pasó una temporada.

Después de aquel tiempo en paradero desconocido, regresó cambiada y comenzó a vestir velo integral. Un vecino relató al diario La Parisien que, cuando se la encontró recientemente, le dijo: "Quiero ir a Siria, a hacer la yihad". "Comenzó a llevar el hiyab [pañuelo que cubre el pelo y el cuello] pero, un mes después, se pasó al niqab [que cubre todo el cuerpo y sólo deja los ojos al descubierto]", relató un testigo a la agencia France Presse.

Aitboulahcen fue la clave que permitió localizar al cabecilla de los atentados. Una primera información, proporcionada por Marruecos, estableció su lazo con Abaaoud –son primos por parte de madre–. Pero ella ya estaba bajo escucha por un asunto de tráfico de drogas, según fuentes policiales citadas por la prensa, por lo que no fue difícil seguir sus pasos. Entonces, el presunto organizador de los atentados de París se puso en contacto con ella en busca de un lugar en el que refugiarse. Un testigo, uno de los 90 detenidos desde el viernes 13 de noviembre durante las numerosas operaciones policiales, confirmó además a la policía que Aitboulahcen y Abaaoud se encontraban juntos.

Aitboulahcen fue grabada discutiendo con Jawad Bendaoud, el dueño del apartamento que se ha convertido en un personaje popular en las redes sociales porque dijo a la agencia France Presse antes de ser detenido que ignoraba todo sobre sus inquilinos, “que eran dos personas que venían de Bélgica”. La casa se encontraba en un edificio medio ruinoso y era uno de los centros de tráfico de drogas en una zona conflictiva de Saint-Denis. El casero, que había pasado por la cárcel por matar a alguien de una paliza, aseguró a la cadena de información en directo BFM: “Alguien me pidió un favor para acoger a dos amigos durante unos días. Dije que no había ni camas, pero me dijeron que les daba igual, que sólo querían agua y rezar. Me pidieron un favor e hice un favor. No sabía que eran terroristas”. Estas dos últimas frases han sido objeto de todo tipo de chistes en las redes sociales, uno de los pocos momentos de humor colectivo que se han vivido en Francia en estos días marcados por el temor, la angustia y el dolor.

Cuando la policía confirmó que Abaaoud se encontraba allí, se produjo el asalto, en torno a las 04.00 del miércoles. Según Le Monde, la confirmación tuvo lugar el martes a las 21.30, cuando fueron grabados juntos en el edificio, que se encontraba bajo estrecha vigilancia policial. Siete personas detenidas aquella noche, cuatro en el edificio y tres en calles cercanas, fueron liberadas este sábado. Sólo pertenece bajo custodia policial el dueño. Se ignora quién es el tercer terrorista que se hizo estallar durante el asalto. La policía científica está trabajando con 2.000 muestras recogidas en los diferentes sitios donde se produjeron los ataques pese a lo cual, por ahora, al menos dos de los terroristas del viernes siguen sin identificar (un tercero llevaba un pasaporte sirio, seguramente falso, con lo que es muy posible que los terroristas no identificados sean tres). Podría tratarse de uno de ellos.

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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